Epílogo : Sobre hielo

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Londres, 28 de Junio, 11:50 pm

El sonido de las puertas del automóvil azotandose al mismo tiempo, hizo reír a ambos hombres debido a la inconsciente sincronización que siempre solían tener; sin embargo, las leves risas se apagaron en el momento que la vista de la enorme Londres se posó frente a sus narices. Ese apacible silencio fue el responsable de que la emoción se filtrara de modo avasallante a través de los brillantes ojos azules quien no podía dejar de prestar atención al entrelace de manos del cual los dos eran protagonistas. Sentir la calidez de esa palma fue sin duda el paraíso entero, ya que fueron tres meses sin la presencia de su amado bonito, y a pesar de que los días perdidos habían sido satisfactoriamente recuperados, la felicidad no dejaba de ser la misma.

Después, su vista abandonó el tierno agarre para posicionarse en aquel perfecto perfil que segundo a segundo lo enamoraba en una inquietud constante. Los latidos de su corazón le hacían entender lo jodido que se hallaba por ese hermoso rizado. Estos mismos marcaban el compás de un desenfrenado cariño, pues era imposible que estos se acoplaran a un nivel neutral. No. Su amor por ese maravilloso ángel era tan grande que su ser no podía permanecer tranquilo ni un solo minuto.

Porque Louis amaba a Harry de todas las maneras posibles; y él mismo se encargaría de hacérselo saber mediante la sagrada promesa que, hacía seis meses, quiso llevar a cabo, pero que por cuestiones del destino, esta se prolongó dolorosamente. No obstante, ahora estaban allí, unidos como nunca antes, demostrándose el uno al otro cuan especiales eran para sus vidas y que no importase la cantidad de adversidades que la misma les pusiera en el camino, ellos sabrían cómo atravesarlas... juntos.

Y la terapia de parejas solo les hizo aún más fácil la travesía de una reconfortante sanación. Porque mediante ella se dieron cuenta cuán listos se encontraban para vivir "su felices por siempre".

Las sintéticas luces varias iluminando la pintoresca Londres adornaron de forma grata la vista del par de enamorados que admiraron embelesados el magnífico
panorama que el mirador les brindó. Louis incorporó aquel par de manos y depositando un beso en el dorso de la ajena, daría comienzo a su eterno plan.

El marcado sonido de las pequeñas piedras chocar con las suelas de sus zapatos se mezcló con el cantar que un grupo de grillos amenizó la oscuridad disparada desde el nocturno firmamento.

-Mi amor - habló el castaño, poniendo con ello, freno en los pasos de su adorada pareja.

-Dime - contestó, dirigiendo sus verdes ojos a las facciones del hombre que cada noche le hurtaba el aliento a niveles exorbitantes.

Louis dibujó en su suave boca una sonrisa antes de enunciar las siguientes palabras que llenarían sus corazones de una dulce añoranza, puesto que ese lugar había sido el elegido desde un principio para ser fiel espectador de aquella fallida petición de mano. Y esa misma noche, el mirador de Londres volvería a jugar un papel importante para tal crucial decisión... un evento que marcaría la vida de dos personas sumamente enamoradas.

-¿Recuerdas la noche que planeamos salir a comer pizza, pero mi accidente en hielo nos dañó la cita?

-¡Dios, ni me lo menciones! Odio todo, y más tu estúpida broma amnésica - recordó, sintiendo como la amargura invadía su ser.

El castaño, por el contrario, sonrió un росо.

-Fue una buena broma.

-No, Louis. No lo fue -soltó de inmediato aquella extremidad contraria para que sus finos brazos pudieran encontrarse en un cruce, una postura que le daría un aspecto represivo ante los ojos de su amado.

-Tienes razón, esa no es mi mejor broma. Creo que la mejor... fue cuando.... -respondió entre risas a la vez que su dedo índice y pulgar, acariciaban suavemente su barbilla en un intento por recordar su mejor travesura.

Sobre Hielo [ Larry stylinson] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora