Capitulo 42: El prefacio de la amargura

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Sus pensamientos aún no se encontraban en óptimas condiciones para cruzar el umbral que lo llevaría directo a la presencia de su amado Harry. Por lo que intentó recuperar algo de tranquilidad a través de unos cuantos ejercicios de respiración; mismos que no surtieron el efecto esperado debido a que la presión en su pecho seguía latente como un fuerte chorro de agua, una molesta sensación que le impedía inhalar de la manera correcta, y de esa forma lograr estabilizar su afligida manera de sentir.

Las palabras de Mark seguían presentes en su cabeza, reproduciéndose cada vez más por medio de imágenes y recuerdos acertados. Todo tenía sentido. Todo estaba demasiado claro. Pero... ¿Cómo trataría ese tema? No era tan fácil de hacerlo, revelar esa cruel información a su chico sería como costurar una enorme herida sin anestesia. Definitivamente no podía dañarlo de ese modo tan despiadada siendo Harry tan frágil emocionalmente.

<<Debe haber otra forma.»>

Su mano por fin tuvo la valentía de girar con lentitud aquel cromado pomo y con esa acción, ingresar de una vez por todas al interior de su morada. Dejó que el cálido aroma se impregnara sobre sus fosas nasales, a la vez que adaptaba sus cinco sentidos a aquella serena atmósfera.

<<<Creo que por los momentos lo mejor será callar y cuidarlo aún más».

Avanzó unos cuantos pasos en silencio, mismo que habitaba sepulcral por toda la estancia, y fue esa carencia de ruido la que lo llevó a acelerar un poco más su andar. Sacó de la bolsa de su franela el teléfono móvil y a través de un simple desliz de su dedo pulgar, cerciorarse de la hora.

<<¿Once de la mañana? ¡Mierda! Sí que es tarde.>>>

El pensamiento que Harry pudo haberse marchado surcó por su cabeza cual estrella fugaz, pero tal aflicción se disipó rápidamente al percatarse de la graciosa figura que reposaba en el sofá.

Ahí se encontraba su futuro prometido… haciendo absolutamente nada. Solamente acostado sobre el sillón, con su pierna derecha flexionada a la vez que la izquierda descansaba encima de la otra extremidad. Sus dos bonitas jades parpadeaban cada cinco segundos en un son que hacía bailar a sus frondosas  pestañas, mientras que sus delgadas manos permanecían apoyadas con entera quietud en la superficie de su plano abdomen.

Pero lo que hizo más interesante esa vista, fue la desnudes de aquellas blancas y perfectamente torneadas piernas; esas divinidades que provocaron en Louis encajar un extremo de sus dientes sobre su húmeda carnosidad, esa que hormigueó al imaginarse besando cada tramo de su sabrosa y tersa piel. Sin embargo, reaccionó al instante ya que la idea de sexualizar a su novio solo por estar vestido con una de sus sudaderas, lo indujo a experimentar un estado de mera culpa. Por lo que trató de despejar su mente y así, evitar lanzársele encima y devorarlo por completo.

—Amor, ¿qué haces? —preguntó aún varado en el acceso, a la vez que sus manos se deshacían de su ya sobrante abrigo —. ¿Piensas en cómo retroceder el tiempo y de esa manera evitar el atentado a las torres gemelas?

El saltito que dio Harry a causa del susto quedó evidenciado en la pequeña incorporación que realizó su torso para obtener un mejor contacto visual con el chico que se acercaba a su presencia.

—No te escuché llegar… así como tampoco escuché cuando te fuiste declaró con un tono que señalaba reproche.

—Lo lamento, Hazz, pero Mark me llamó para entregarme las estrategias de la rutina —se excusó, al mismo tiempo que tomaba con ambas manos la cabeza de su pareja y de esa forma hacerse espacio en el sillón. Una vez sentado, dejó que la cerviz del rizado descansara sobre sus piernas.

—¿No te las entrego ayer?— Cuestionó con un deje de asombro. Mark solía ser bastante responsable en asuntos relacionados con la competencia.

—No —respondió con tranquilidad a la vez que sus dedos se deslizaban con suavidad a través de aquellas sedosos y rizados cabellos.

Sobre Hielo [ Larry stylinson] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora