Sobre Hielo [ Larry stylinson]

Capitulo 48: Miedos...

La vida enseña en los momentos menos esperados lo que más temíamos ver. Los estragos de una inseguridad crean escamas de dolor, hiriendo a quien pasa por tu lado, y Louis lo había vivido de la forma más soez.

Palpó con cada latido de su apaleado corazón las consecuencias de un daño irreparable, la agonía de una impotencia insoportable recorriendo cada fibra de su interior. Todo estaba dañado; lo supo en el momento que Harry no aceptó ninguna de sus explicaciones, esas que intentaron aclarar la situación tan equívoca en la cual se halló preso su amor. Y le dolía, ardía en su pecho cual herida infecciosa la cruda y fría indiferencia de su ángel.

Cada grito, cada reproche, cada lágrima lastimaron y siguen dañando toda la recóndita periferia de su alma cubierta en una oscura penumbra, zozobra y sensación de pérdida. El miedo instalado de manera voraz fue ese llamado de alerta en todo su ser; un temor que se manifestó de todas las maneras posibles, tanto físicas como emocionales. Fueron los temblores de su cuerpo y las náuseas latentes los que le indicaron un pánico indescriptible.

<<Dios, nunca te he pedido nada... pero, por favor... ayúdame. No permitas que me deseche de su vida... Te lo suplico».

La lluvia seguía cayendo por mórbidas cantidades; sin embargo, el clima no fue un obstáculo que lo llevase a experimentar un estado de preocupación, ya que era su padrastro quien conducía rumbo al hotel Ritz, aquel negro Jeep Wrangler a una velocidad lo suficientemente reducida para no exponer, gracias a las lisas carreteras y la templanza de la noche, la vida de ambos

Tres horas desde lo ocurrido. Tres horas que Louis las sintió como una destrozante eternidad. Esa que minuto a minuto parecía prolongarse de un modo tortuosamente lento. Nunca en su vida había magreado tanta desesperación en todo su ser. Era como si la manecillas del reloj estuviera en su contra, empeñándose con vil saña minimizar el curso respectivo del tiempo; llevándolo a rememorar su doloroso acontecimiento.

“¡Nada de lo que digas o hagas me hará cambiar el asqueroso concepto que tengo de ti”.

Esas crueles palabras surcaron su mente como una bandada de ruidosas gaviotas en pleno ocaso, ahuyentando con su estrépito revoloteo la calma de cualquier ánima viviente que habitara en su entorno.

Podía percibir de manera hiriente como cada negativa emoción iba arrebatándole la estabilidad, evitando que los espasmos pudieran mantener un control moderado. Nada sobre su espíritu regía en cantidades ponderadas; al contrario, solo aumentaba más y más la incertidumbre de una terrible incógnita. Sus cavilaciones lo arrinconaban cual inexperto ante una situación de suma exigencia.

Ya no quería sentirse así, ya no quería recordar…

—Estoy aterrado, papá….

Esa voz arrastrada por una ola de sollozos, fue lo que hizo a Mark abandonar un extremo del timón y, de ese modo, dirigir su mano a los contraídos hombros de un chico desgarrado emocionalmente por el temor a que todas sus ilusiones se vieran destruidas por la injusticia que, en cuyos momentos, la vida parecía dársela servida en una acerba copa; obligándolo a probar trago por trago ese terrible sabor.

—Tranquilo Lou. Recuerda que los nervios frente a Harry, no son tus mejores aliados.

—Me duele el estómago…. —dijo con voz temblorosa .. y también tengo náuseas.

Su mano permaneció en su vientre debido al extremo malestar que sostenía en esa área. No era de extrañarse, puesto que las constantes agitaciones sobre este a causa de su ansiedad fueron el principal factor para que viviera en un dolor imposible de dominar.

—Respira, Lou...

—Por favor detén el auto, quiero vomitar —habló con desesperación. El pánico se apoderó de él. Sentir de manera agresiva la repulsión en su estómago no hizo otra cosa que aumentar más y más su malestar. Aquel padecimiento que obligó a Mark acatar de inmediato la agónica orden.