—... tu única preocupación debería ser los preparativos de la boda, según tengo entendido primero realizarán su presentación como princesa heredera y luego la ceremonia nupcial.
—No lo haré
—¿De qué hablas?
—No nos casaremos
—¡¿Qué?! ¡Maldito idiota! ¿Acaso te golpeaste la cabeza camino al castillo? Si no fue así, juro que seré yo quien te golpeará
—No puedo tocarla después de lo que él le hizo
—¿Entonces la vas a rechazar porque otro hombre la tocó antes que tú? Realmente me sorprendes, podría esperar esto de cualquiera menos de ti...
Las voces flotaron a través de la puerta entreabierta haciendo que Aylah se detuviera en seco. Había regresado con la intención de consultarle al mago acerca de la imagen de la fórmula dibujada en el suelo, esta no salía de su mente, y algo le insistía en que debía hacerlo. Pero antes de que pudiera tocar, parte de la discusión que sostenían Kadir y Jens había llegado de manera inevitable hasta ella.
Aylah dió unos pasos hacia atrás sorprendida mientras sentía su mundo sacudirse y luego abandonó el lugar. No quería seguir escuchando. Kadir se negaba a casarse con ella, sinceramente era algo que siempre había temido que podría suceder, pero escucharlo de sus labios había sido impactante. Siempre contó con que el cumpliría con el matrimonio pactado por sus padres, con su palabra como caballero, pero se había equivocado abismalmente. Al final, solo era un hombre, igual a los otros que había conocido en su vida anterior. Era normal que dudara de su pureza, luego de haber sido tocada por otro hombre de esa manera.
No podía culparlo, él como cualquier serhumano común y corriente también albergaba sentimientos. Como su salvador, talvez lo había idealizado como un caballero protagonista de las novelasrománticas, donde la princesa luego de ser rescatada termina en un matrimoniocon un felices por siempre.
En realidad nunca le interesó este matrimonio. Siempre lo vió como una vía de escape a su terrible situación, solo eso. Así que no entendía por qué en su interior se sentía tan molesta, incluso enojada por las palabras de Kadir. Debería sentirse feliz, estaba siendo liberada de un matrimonio que nunca había deseado en primer lugar. Pero por el contrario, una oscura sensación ebullía en su interior ante semejante rechazo.
Mientras se alejaba del lugar no pudo evitar pensar en el rumbo que tomaría su vida a partir de ahora. Como princesa heredera aún tendría que casarse en algún momento y solo quedaba un pretendiente: Ellies. Un horrendo escalofrío recorrió todo su cuerpo mientras la ira seguía creciendo de manera incontrolable en su interior. ¿Acaso Kadir era idiota? ¿No se había dado cuenta de que su rescate sería en vano si no se casaban? Ahora mismo solo deseaba golpearlo con fuerza para hacerlo entrar en razón.
Su cabeza estaba hecha un lío. Volvía a estar prisionera, aunque no en un lugar desagradable rodeada de peligrosas personas que amenazaban su vida y su integridad física. Aquí el ambiente era diferente, pero el peligro que corría su vida era el mismo. No podía abandonar el palacio, el único lugar donde estaría a salvo pues su poder se mantendría confinado de manera momentánea. Impedida de salir, de explorar el mundo exterior, atrapada en una nueva jaula, con mejores condiciones que la anterior, pero aún así una jaula.
Entonces debía volver al plan original: conquistar a Kadir. En el palacio podría verlo continuamente y no tendría que seguir fingiendo ser una obediente muñeca. Una sonrisa se extendió por sus labios, aquí él estaría totalmente a su merced. Se iba a arrepentir de haberla rechazado de esa manera, se iba a encargar de divertirse con él hasta que le rogara convertirse en su esposa. Luego de un tiempo se divorciaría, a fin de cuentas si era algo que eventualmente sucedería sería mejor si ella protagonizaba el final de su matrimonio.
La empatía y el agradecimiento que había sentido anteriormente hacia su salvador, su caballero, se habían evaporado de manera inesperada. Como una niña que ha sido castigada de manera injusta, sumida en la decepción, su mente comenzó a buscar maneras de vengarse. Quería molestarlo, hacerlo enojar, que sintiera tanta frustración como ella albergaba en su interior en este mismo instante.
Estaba tan entretenida y sumida en sus pensamientos, que apenas notó por donde caminaba. Se topó con una enorme puerta dorada, custodiada por sendos guardias ¿Qué era este lugar? Antes de que pudiera obtener una respuesta notó que había un hombre allí, alguien que aunque hubiese visto de lejos reconoció de inmediato.
—Es un placer volver a verla, su alteza real, la luz del reino —el marqués de Jirshey la saludó efectuando una profunda reverencia y sonriendo de manera irónica
Aylah no sabía que hacer. Debía de haberse encontrado con las sirvientas enseguida, pero no las veía por ninguna parte, así que probablemente había tomado el camino equivocado a la hora de regresar. Estaba sola y no le gustaba la manera en la que este hombre la miraba, sabía que era amigo del conde y eso era razón de más para alejarse todo lo posible. Pero no podía simplemente darle la espalda y correr.
Abrió la boca y antes de que pudiera articular palabra alguna, alguien apareció de improvisto logrando que olvidara como respirar por un instante. El conde caminaba mostrando la ira que lo embargaba mientras con una mano cubría una parte de su cuello, manchado de sangre. Aylah tragó en seco, su mente estaba totalmente en blanco y su cuerpo se negaba a obedecerla, permaneciendo congelado en el lugar.
¿Qué demonios hacía este hombre aquí? ¿Cómo le habían permitido entrar al palacio? ¿Acaso Ellies también estaría aquí? Incapaz de moverse, Aylah comenzó a respirar entrecortadamente mientras el conde comenzaba a avanzar hacia ella. Una sonrisa de satisfacción se extendió por su rostro de manera macabra.
—Que curiosa coincidencia —dijo entornando los ojos de forma malvada— ¿Acaso no estás feliz de verme? Mi "querida sobrina" —sus palabras estaban cargadas de ironía mientras hacía enfasís en la última frase.
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Destinada a renacer 2
FantasyLuego de sorpresivamente ser rescatada por Kadir de las garras de Ellies, emprenden el viaje hacia el palacio real. Aunque su llegada a la capital trerá más eventos felices que conflictos, nuevos obstáculos se interpondrán en su camino. Aylah aprend...