Kadir estaba molesto, en un principio había recibido a sus hermanas y a su madre con toda la calidez que su inexpresivo rostro le permitía. Sabía que en algún momento las cosas se pondrían complicadas, puesto que no había visitado su hogar en alrededor de dos años. Era culpable de esto y sabía que en algún momento recibiría una reprimenda, así que simplemente iba a aceptarlo todo sin protestar. Era lo menos que podía hacer, aceptar su responsabilidad y disculparse apropiadamente.
Las había extrañado y mucho. Siempre las había querido demasiado, al punto de tratar de mantenerse lo más alejado posible de ellas para evitar hacerles daño si su habilidad se salía de control. Esto había provocado una distancia, una lejanía que haría que su relación nunca volviera a ser la misma de la que tenían antes de que su Stathvis se manifestara por primera vez.
Pero contrario a lo que esperaba, su madre lo envolvió en un cálido abrazo, apenas lo vio. Por su parte, Shyah, la más pequeña de sus hermanas, le lanzaba furtivas miradas, incapaz de acercarse lo suficiente. Pese a que ya tenía diecisiete años, aún seguía actuando como una niña retraída, a la que le costaba expresarse adecuadamente. Siempre había sido demasiado tímida y la muerte de su padre había provocado que lo fuera aún más. Cerrándose a cualquier experiencia que significara relacionarse con las personas, incluso con sus familiares.
Las cosas comenzaron a ponerse peligrosas cuando Zheria hizo su entrada. Su mirada orgullosa no había cambiado en absoluto, ni tampoco sus arrogantes ademanes. Desde pequeña había defendido el perfecto comportamiento de una señorita en la sociedad, actuando como una princesa en todo el sentido de la palabra. Apenas vio a Kadir entornó los ojos en su dirección, mostrándose a la ofensiva.
Gracias al informante que aún mantenían en la mansión, sabía que Zheria intercambiaba correspondencia con Jelna. Pero no podía revelar que conocía acerca de esto, ante el riesgo de poner en peligro la vida del sanador. Debía hallar la manera de enterarse acerca de cuanto sabía su hermana de lo sucedido en la mansión, puesto que si esta información se filtraba provocaría un daño irreparable.
Ahora mismo, por desgracia, su hermana no era alguien confiable. Le estaba ofreciendo a sus enemigos, sin saberlo, un reporte de primera mano acerca de lo que sucedía en el palacio. Pero no podía impedirle que lo hiciera a menos que le diera una buena razón, y esa sería contarle todo lo que le había sucedido a Aylah en la mansión. Esto era un secreto que solo le pertenecía a ella, solo Aylah tenía el derecho de decidir si alguna vez se lo contaría a alguien o lo mantendría guardado para siempre. Los que conocían de primera mano la seriedad de estos eventos y sabían las consecuencias de que se hiciera público, habían jurado que nunca esa información escaparía sus labios.
Zheria estaba ajena a todo esto, desconocía cuan horrible era la verdad que mantenían oculta, por esto odiaba el hecho de que se mantuviera en contacto con Jelna e incluso tal vez con ese maldito desgraciado de Ellies. El solo hecho de imaginarse a su hermana cayendo en sus manos, sufriendo al igual que Aylah tan despiadado abuso, hizo que su sangre comenzara a hervir con una cólera indetenible.
Aceptó todo el regaño de Zheria acerca del tiempo que llevaban sin verse. Mantuvo su boca cerrada mientras ella lo acusaba de haberlas abandonado abiertamente. Pero su paciencia finalmente llego a su límite cuando Zheria prácticamente acuso a Aylah de ser una malagradecida, por abandonar la mansión luego de todo el esfuerzo que su tío y sus primos habían puesto en su debida recuperación, señalándolo como su cómplice en una irrespetuosa huida que todos trataban de ocultar de manera impune. Defendió a Jelna por haber confiado en ella y haberle contado la delicada situación que su propio hermano le había ocultado de forma deshonrosa, incluso a su madre.
Kadir estaba enojado ¿Cómo su hermana era capaz de creerle a alguien más dudando de inmediato de él? Acusándolo sin tener las debidas evidencias. Como podía hablar de esta manera, sin saber la verdad, sin conocer lo que había sufrido Aylah a manos de su "amable" primo. No tenía derecho alguno de expresarse así.
—Cállate —dijo Kadir casi en un susurro mientras apretaba la mandíbula, tratando de controlar la ira que ahora mismo bullía en su interior de forma violenta
—¿Qué? —preguntó Zheria sorprendida, dando un paso hacia atrás al ver el aura de su hermano oscurecerse de manera peligrosa
—¡CÁLLATE! —gritó Kadir mientras las miradas de los presentes se posaban en ellos y su madre se adelantaba con rapidez para intervenir en la discusión de sus hijos
—Kadir —dijo una voz suave de repente mientras una delicada mano se posaba en su brazo— No deberías hablarle así a tu hermana —añadió Aylah con calma mientras le dedicaba una amplia sonrisa.
—Pero ella no sabe... —Kadir se detuvo cuando Aylah se llevó un dedo a los labios, indicándole que no hablara más.
Zheria solo la miraba sorprendida ante su súbita intervención y lo rápido que la peligrosa aura de su hermano había desaparecido, convirtiéndose en alguien dócil en una abrir y cerrar de ojos.
—Oh, claro, los rumores —dijo Aylah mientras soltaba una risita sarcástica que no pegaba con lo dulce de su imagen y su voz— Te sorprende verme caminando y hablando. Esperabas conocer a un vegetal ambulante ¿No es cierto?
—Yo... yo saludo... a la luz del reino —balbuceó Zheria mientras hacía una torpe reverencia, avergonzada de haber sido sorprendida en medio de semejante discusión y precisamente por la persona que estaba difamando de manera abierta.
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Destinada a renacer 2
FantasyLuego de sorpresivamente ser rescatada por Kadir de las garras de Ellies, emprenden el viaje hacia el palacio real. Aunque su llegada a la capital trerá más eventos felices que conflictos, nuevos obstáculos se interpondrán en su camino. Aylah aprend...