28 - Inevitable

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AYLAH

El movimiento en el palacio real se había multiplicado con la llegada de la tan esperada fecha de su presentación como princesa heredera. Todos iban de un lado a otro sumamente ocupados, ultimando detalles, haciendo que todo quedara totalmente perfecto; pues aparte de ser un evento importante a nivel nacional, también involucraba a varios países del continente con los que Alstania mantenía relaciones comerciales y políticas.

Había escuchado por Tione que las invitaciones habían sido enviadas a lo largo y ancho del continente, así que los grandes monarcas o sus enviados diplomáticos asistirían. Era entendible el nerviosismo general y la ansiedad reinante, según como se desarrollara el evento sería la imagen que estos importantes personajes llevarían de vuelta a sus países de origen. Esto sería importante para futuras relaciones entre naciones que ella asumiría cuando ascendiera al trono.

Todo el movimiento a su alrededor supuestamente debería ponerla nerviosa, así como el hecho de que ella sería el centro de atención. Pero por alguna extraña razón estaba totalmente calmada, este evento no le provocaba ningún sentimiento en especial. No le temía a estar frente a tantas personas, no se sentía ansiosa por cometer algún error. Ninguna de esas cosas ocupaban su cabeza.

Por más extraño que pareciera, solo le preocupaba algo: desde el día en el que se habían besado no había vuelto a ver a Kadir. Sabía que él personalmente estaba a cargo de la seguridad del palacio real como líder de los caballeros reales. Imaginaba cuanta presión ponía esto sobre sus hombros, no era solo la seguridad del rey la que estaba en juego, sino también la suya y la de invitados tanto nacionales como extranjeros.

Estaban en un momento muy tenso políticamente con el tema del conde. Sabía que aunque nadie le contara, ese hombre no se quedaría quieto viendo como su mercancía más valiosa había sido arrebatada de sus manos. Así que cualquier cosa que sucediera durante su coronación como princesa heredera podría ser algo delicada que podría provocar hasta una guerra entre países.

Aun así era extraño, aunque sabía de la responsabilidad que tendría Kadir en estos momentos se encontraba vagando por ratos tratando de verlo. Sería muy egoísta enviar a alguien a buscarlo sabiendo lo ocupado que estaba, por eso caminaba sin rumbo esperando tropezarse con él. Varias veces volvió sobre sus pasos luchando en contra de este extraño sentimiento que hacía que sus pies se movieran con voluntad propia tratando de encontrarlo.

Dio un largo suspiro imaginando lo ridícula que debería verse en este momento. Negó con la cabeza tratando de volver a sus sentidos, cuando algo llamó su atención. Había alguien descansando un poco más allá, estaba sentado en el suelo, con la espalda y la cabeza apoyados en el tronco de un árbol.

Su imagen asemejaba una pintura sacada de un libro de caballeros y princesas. Su postura, totalmente relajada, hacía que tanto su tamaño como su musculatura no lucieran intimidantes. Ni tampoco la espada que fielmente descansaba a su lado sobre la hierba.

Como si un imán la atrajera, comenzó a caminar en su dirección. Su mente de forma inevitable comenzó a trabajar de forma maliciosa mientras humedecía sus labios y sonreía divertida. Era hora de jugar un poco. ¿Hasta dónde llegaría la diversión hoy?



Destinada a renacer 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora