18 - Compañía silenciosa

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KADIR

Lo había escuchado de las sirvientas, algo no estaba bien últimamente con Aylah. Pese a que sus estudios iban espectacularmente, su ánimo no parecía ser el mejor. Pasaba demasiado tiempo en la biblioteca, ni siquiera salía al jardín. Solo permanecía encerrada en el palacio por voluntad propia, inmersa en aprender sin dejar espacio para nada más.

Sinceramente, estaba preocupado y no sabía que debería hacer para que ella volviera a sonreír. Quería darle espacio, pero al mismo tiempo pasar tiempo a su lado. Sabía que sus estudios eran muy importantes para la presentación como princesa heredera, así que no pretendía entrometerse en su camino. Pero últimamente se sentía tentado a incluso espiar sus clases o a quizás proponerle dar un paseo fuera del palacio interior. Pero también le preocupaba quedarse a solas con ella, cada vez que lo hacía cosas peligrosas parecían suceder entre ambos. Cosas que él no sabía como manejar.

Dio un largo suspiro, aún era de madrugada, pero no parecía ser capaz de conciliar el sueño. Así que simplemente salió de su habitación, sin rumbo fijo, cuando de repente vio una figura fantasmal desaparecer al final del pasillo. ¿Quién sería a esta hora? Todos deberían estar durmiendo. Caminó con rapidez, dando grandes pasos, acortando la distancia entre ambos. Cuando al fin la alcanzó, aunque estaba de espaldas pudo reconocerla de inmediato, solo ella tendría este hermoso y largo cabello rubio.

—¿Aylah? —preguntó sorprendido mientras ella se giraba lentamente al escuchar su nombre.

Kadir se quedó paralizado mientras ella le devolvía la mirada con unos ojos violeta, sin vida, totalmente apagados. Aunque la luz de la luna proveniente de la ventana la iluminaba por completo, su imagen asemejaba más a un espectro que a una persona que aún respiraba. La bata de dormir blanca y sus pies descalzos acentuaban la fantasmal imagen de la que estaba siendo testigo.

—Yo solo iba a buscar un libro... —dijo con voz inexpresiva mientras su cara tampoco mostraba expresión alguna.

Conocía esa mirada, esa expresión. La sensación de haberlo perdido todo. Él había visto reflejada esa expresión en su propio rostro durante mucho tiempo al mirarse al espejo, luego de que su padre falleciera y ella quedara sumida en un sueño del cual era imposible saber si algún día despertaría.

Aunque escuchó de las sirvientas acerca de como Aylah parecía distante, no le había prestado la debida atención. Solo ahora era capaz de darse cuenta de algo que parecía haber pasado por alto sin darse cuenta. Había olvidado algo muy importante, ella nunca había llorado debidamente la perdida de su familia. Desde su despertar había lidiado con todo tipo de peligrosas situaciones que le impidieron expresar como se sentía realmente. Ahora que estaba libre, al parecer todos esos sentimientos la estaban alcanzando de forma inevitable.

Sus manos se movieron sin que fuera consciente de ello, y lo siguiente que supo fue que había estrechado a Aylah en un fuerte abrazo. No le importaba si estaba siendo invasivo o grosero, solo sabia que ella lo necesitaba ahora mismo. Pudo sentir como ella se movía levemente entre sus brazos, al parecer sorprendida por tan súbito gesto.

Aunque para sus subordinados aparentaba ser un líder confiable, la realidad era muy diferente, solo sabia huir de sus responsabilidades. Hasta ahora había sido un cobarde, solo salía a entrenar temprano y regresaba lo más tarde posible, tratando de evitar una situación que no pudiera controlar, tratando de evitar encontrarse con ella, pues no sabía como actuar si se quedaban a solas. Solo había estado escapando, como solía hacer desde su adolescencia. Cuando su habilidad se descontroló por primera vez, aterrorizado ante la destrucción y el daño que causó, solo salió corriendo sin mirar atrás. Cuando su padre murió, dejo a su madre a cargo de la propiedad y huyo al campo de batalla. Dejo todas las responsabilidades atrás, alejando todo lo que significara enfrentar alguna decisión que no fuera matar o morir. Mientras más simple fuera todo, más sencillo sería vivir y seguir adelante.

Esta vez enfrentaría todo, no huiría más. Aylah lo necesitaba, necesitaba sentir que no estaba sola. Enfrentaría todo a su lado, era una promesa silenciosa que estaba siendo sellada con este abrazo.

—Entonces iré contigo, te acompañaré a buscar el libro que quieres y si quieres lo leeré contigo —dijo con resolución

Sin esperar, su respuesta la tomó de la mano y caminaron juntos hasta la biblioteca. Al llegar, Aylah simplemente tomó un libro y se sentó en el suelo cerca de la pared. Kadir la imitó, acomodándose a su lado en silencio, haciéndole compañía sin interferir con su lectura.

—No tienes que quedarte, sé que estás muy ocupado —dijo Aylah con voz inexpresiva manteniendo su atención en las páginas que tenía enfrente.

—Quiero estar aquí, a tu lado —dijo Kadir con calma mientras la veía morderse ligeramente los labios al escucharlo.

—Aunque seamos familia, no tienes que obligarte a hacerme compañía. No me molestaré si te vas —insistió Aylah sin levantar la vista del libro mientras sus orejas se teñían ligeramente de rojo.

Por un momento Kadir estuvo tentado de acariciar su cabeza, su expresión era demasiado adorable. Parecía una niña orgullosa renegando de su juguete favorito porque este no hizo lo que ella quería. Tuvo que contenerse para no sonreir, al verla hacer un ligero mohín con los labios.

—Somos familia y también pronto seremos marido y mujer —dijo Kadir mientras de repente ella lo miraba sorprendida— Eso, solo si tú aceptas. Nunca te pregunté si estabas de acuerdo con la boda, ya que fue algo que nosotros nunca decidimos. Que fue pactado por nuestros padres y ahora ninguno de ellos está, así que me gustaría saber que piensas.

—Si tengo que escoger entre Ellies y tú, ¿Cuál crees que sería mi respuesta? —preguntó Aylah con seriedad

Kadir apretó la mandíbula molesto. Era algoque esperaba, pero aun así era incómodo escucharlo de sus labios. Ella nuncahabía tenido otras opciones que no fueran sus dos primos y su elección habíasido arrebatada de manera prematura por sus padres. Nunca se había puesto apensar en lo que debió haber pasado por la cabeza de una niña de apenas diezaños al enterarse de que había sido comprometida a tan corta edad. ¿Acasoentendió de lo que se trataba en ese momento? ¿Estuvo de acuerdo o simplementeacató los deseos de sus progenitores? ¿Qué fue lo que provocó que lo eligierana él en vez de a Ellies?

—No eres como él —dijo Aylah súbitamente como si pudiera adivinar lo que pasaba por su cabeza en este mismo instante, mientras sus hermosos ojos violeta se oscurecían de manera siniestra— Aunque ese día en la mansión te detuve de matarlo, todavía soy incapaz de entender por qué lo hice. En mi interior deseaba que cortaras su cabeza y verla rodar por el suelo. Quería ver mis pies empapados con su sangre... —se detuvo de repente como si hubiera hablado de más exponiendo sus sentimientos más profundos y volvió a concentrar su atención en el libro que tenía enfrente— Tal vez después de todo el accidente si le hizo daño a mi cordura, no debería pensar cosas así —dijo con sarcasmo mientras la comisura de sus labios se alzaba levemente tratando de que esto último sonara como una broma, pero el tono de su voz seguí siendo demasiado inexpresivo.

Kadir no dijo nada más, solo permaneció en silencio a su lado. El sonido de las páginas al pasar era lo único que se escuchaba en la habitación. Al cabo de un rato pudo sentir la cabeza de Aylah apoyada en su brazo y el compás de su suave respiración al ser vencida por el sueño. Esbozó una ligera sonrisa al verla apaciblemente dormida.

Kadir echó la cabeza hacia atrás, pegándola a la pared. Una súbita sensación de agotamiento también lo invadió, cerraría sus ojos por un instante y luego la llevaría a su habitación. Solo necesitaba cinco minutos, solo eso...






Destinada a renacer 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora