27 - Deseo

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Kadir solo se dejó llevar por esta delicada mano, que apretaba la suya con decisión y caminaba frente a él con paso seguro. Nunca antes nadie había intercedido por él de esta manera, así que aunque la situación que vivió momentos antes lo había incomodado por tratarse de una discusión con su hermana, ahora mismo se sentía extrañamente feliz. Si Aylah no hubiese intervenido, tal vez hubiera terminado gritándole aún más fuerte a Zheria, algo de lo que seguramente se arrepentiría después.

Aylah se detuvo frente al pequeño lago que veía cada mañana desde el balcón de su habitación. Soltó la mano de Kadir y se dejó caer sentada sobre la hierba, exhausta por la larga caminata mientras soltaba un suspiro de cansancio.

—Siento que hayas presenciado eso —se disculpó Kadir mientras se sentaba a su lado— te ruego que no te enojes con Zheria, no es una mala persona, solo que a veces le cuesta aceptar cosas que van en contra de lo que ya ha dado por sentado.

—No deberías disculparte conmigo, sino con tu hermana —dijo Aylah con seriedad, con un fuerte tono de regaño en su voz— aunque tengas la razón, no deberías gritarle de esa manera

—Me hizo perder la paciencia al lanzar acusaciones sin sentido sin conocer la verdad —gruñó Kadir mientras fruncía el ceño, no parecía gustarle el hecho de ser sermoneado de esta manera y menos aún que Aylah tuviera la razón

—Yo también perdí la paciencia —sonrió Aylah de manera burlona— tu hermana es una pequeña un poco malcriada, así que le di un pequeño correctivo

—No quería que las cosas salieran así, no las he visto en mucho tiempo —suspiró Kadir mientras miraba las débiles ondas en el agua, causadas por una pequeña hoja que acababa de caer— nunca hemos tenido una relación apropiada. Cuando mis hermanas eran pequeñas no fuimos muy cercanos, debía mantener la distancia con ellas, puesto que aún no podía controlar bien mi habilidad. Así que debo admitir que soy muy malo para mostrar lo que realmente siento —dijo con total honestidad sin tener el valor como para mirar a Aylah directamente a los ojos, era como si ser sincero le provocara un profundo temor, el temor de ser juzgado por la persona que lo estaba escuchando con total atención.

—Jens me estuvo contando acerca de eso —señaló con naturalidad Aylah mientras estudiaba la inexpresiva cara de Kadir con la mirada, los iris rojos de sus ojos irradiaban una rara melancolía, concentrados en el agua cristalina con un aire lejano— pero admito que también malinterprete tus expresiones muchas veces en la mansión. Cuando desperté parecías estar molesto todo el tiempo por alguna razón.

—Lo estaba, pero no contigo —se apresuró a decir Kadir tratando de aclarar el malentendido con rapidez mientras alzaba la vista sorprendido como si no esperara estas palabras— estaba enojado con tu tío, por haber permitido que te deterioraras de esa forma mientras nos engañaba abiertamente con falsos informes sobre tu salud. Me estaba conteniendo por las órdenes del rey, pero mi primer instinto, cuando caíste sobre mi caballo el día que despertaste, fue de huir a toda velocidad llevándote conmigo. Sin mirar atrás —añadió casi sin respirar

—Pensé que no te agradaba, que odiabas nuestro compromiso porque yo significaba una carga para ti...

—Nunca he pensado algo como eso —la interrumpió Kadir— Aunque nuestro compromiso fue arreglado, no lo odio —añadió mientras sus orejas se tornaban de un suave color rojo

Aylah comenzó a reír de manera juguetona. Era tan gracioso ver a este gran hombre justificándose para evitar que ella malinterpretara algo, explicándolo todo casi con el infantil nerviosismo de un niño que no quiere ser culpado injustamente por algo que no hizo. Sin que pudiera evitarlo, dio rienda suelta a su traviesa picardía, quería molestar un poco a Kadir. Sería tan divertido ver la expresión en su rostro que simplemente no pudo contenerse.

Sin previo aviso lanzó sus brazos al cuello de Kadir, abrazándolo mientras acercaba los labios a su oreja y susurraba con suave voz, disfrutando el efecto de sus palabras:

—No tienes que ponerte tan nervioso, ya te dije una vez que me gustas

Para su satisfacción puedo sentir como la respiración de Kadir se agitaba de manera visible. Era tan divertido molestarlo, provocándolo de manera abierta. Aunque ella hubiese declarado una pequeña tregua, aún mantenía sus planes de conquista y él definitivamente se lo estaba poniendo demasiado fácil. Sopló con suavidad la piel del cuello de Kadir, viendo como una vena se tensaba de manera visible mientras sonreía divertida.

Lo que sucedió a continuación la tomo totalmente por sorpresa, haciendo que la situación cambiara de forma inesperada, mientras los papeles se invertían de improvisto. En un intento de liberar su cuello de las manos de Aylah, ambos perdieron el equilibrio. Ella cayó hacia atrás, sobre la hierba, arrastrándolo a él consigo. Aunque había sido accidental, ninguno de los dos era capaz de moverse mirándose de manera intensa.

Kadir estaba prácticamente acostado sobre ella, con las manos apoyadas en el suelo, a ambos lados de su cabeza. La sonrisa juguetona de Aylah se apagó de repente, como si hubiese entrado en sintonía con la situación. El juego había terminado.

Kadir tragó en seco ante la visión que tenía frente a él. Aylah estaba acostada con el cabello dorado desparramado en la hierba, sus ojos violeta brillaban con una extraña intensidad mientras sus mejillas adquirían un leve rubor. La imagen asemejaba una hermosa pintura sacada de un cuento de hadas, tan perfecta, tan delicada. Se sentía irreal, como si estuviera dentro de un sueño.

Sin darse cuenta, Aylah humedeció sus labios. Como si esto fuera una señal, el cuerpo de Kadir se movió sin que pudiera darse cuenta de lo que estaba haciendo y se abalanzó hacia esos rosados labios que invitaban de manera suculenta a ser besados.

Sus deseos reprimidos y su ansiedad fueron liberados en un desenfrenado beso que Aylah aceptó, permitiendo a la lengua de Kadir entrar en su boca de forma apasionada. Deslizó una de sus manos tras su nuca y la otra tras su espalda, alzándola levemente del suelo mientras seguía atacando sus labios sin poder detenerse, como si ella fuera agua cristalina, calmando su sed luego de una eternidad perdido en el desierto.





Destinada a renacer 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora