Kadir miró hacia las botellas vacías que ahora descansaban en el suelo mientras soltaba un largo suspiro. Estos debiluchos nobles definitivamente no sabían beber, este vino parecía un simple jugo comparado con el fuerte licor que consumían los soldados.
Aunque deseaba liberar su mente hasta la mañana siguiente, esto no estaba funcionando. Dudaba que incluso bebiéndose la bodega real entera, pudiera sentirse un poco mareado. Hoy las cosas no estaban saliendo bien, ni siquiera podía emborracharse apropiadamente.
—Baldassare me dijo que podría encontrarte aquí —dijo la conocida voz del rey mientras entraba al lugar— Al parecer estabas teniendo una pequeña fiesta tú solo —añadió al ver las botellas vacías en el suelo.
—Celebraba el éxito de la ceremonia que me perdí —soltó Kadir sin disimular su amargura mientras alzaba la botella casi vacía que tenía en la mano— Salud por eso —añadió brindando con sarcasmo mientras bebía un gran trago.
—¿Te molesta si te acompaño? —preguntó Duveandell mientras caminaba hacia una zona de la bodega, y sacaba un par de botellas de una alacena cercana, oculta a simple vista— las tenía reservadas para una ocasión especial y creo que esta lo merece. Si tienes la misma resistencia al alcohol que tu padre, tengo que darte algo más fuerte. Si no lo hago, ni siquiera la bodega del palacio será capaz de saciarte. La dejarás totalmente vacía.
El rey descorchó una botella y bebió un largo trago. Kadir lo miro extrañado, nunca lo había visto tan relajado e incumpliendo con reglas de cortesía, como beber licor sin una copa. Duveandell le alcanzó la botella, que despedía un fuerte olor a alcohol. Sin pensarlo dos veces, Kadir dejo que el líquido pasara por su boca y bajara por su garganta, dejando una sensación fogosa y picante al bajar.
Definitivamente, esto sí era algo que valía la pena. Miró a Duveandell algo sorprendido, nunca lo había visto así. Se sentía raro estar compartiendo con él de esta manera. Por un momento, incluso le recordó la sensación paternal de momentos así, que solía compartir con su padre en el campo de batalla.
Después de despertar su habilidad, se había convertido en alguien inexpresivo y además habían tenido algunos fuertes encontronazos, sobre todo en los últimos tiempos antes del fallecimiento de su padre. Pero era algo inevitable, ya que ambos eran un par de cabeza dura.
Sin embargo, añoraba esos leves y fugaces instantes de celebración luego de una victoria, donde asaban carne en una fogata y bebían hasta el cansancio arrullados por las alegres canciones que interpretaban sus subordinados justo antes de caer totalmente borrachos. En esos calmados y alegres momentos de tregua, su padre simplemente se sentaba a su lado y compartía en silencio el simple acto de estar junto a él bebiendo. Sin decir nada, lo decía todo. Su presencia valía más que mil palabras.
Ahora mismo estaba compartiendo una situación similar con Duveandell mientras el único sonido que los acompañaba era el del fuerte alcohol bajando por sus gargantas. Estuvieron así por un rato, mientras el contenido de la primera botella bajaba con rapidez, hasta que finalmente Kadir decidió que ya era hora de ir a revisar como iba la guardia nocturna.
—Solo hay una cosa que debes mantener en tu mente —dijo de repente el rey mientras lo agarraba del brazo, haciendo que se detuviera y lo miraba con seriedad directamente a los ojos— Sin duda alguna eres parte del linaje real de Alstania. Puedo afirmar que la sangre de Kenán corre por tus venas, convirtiéndote en el hombre más digno y con más derecho a heredar el trono, así que no permitas que pensamientos inútiles nublen tu mente ¿Entiendes? —añadió Duveandell mientras le extendía la botella restante— para el camino
Kadir aceptó sus palabras haciendo un leve gesto con la cabeza y también la botella mientras una extraña oleada de sentimientos sacudían su interior. El apoyo incondicional del rey era agradable y sobre todo la seguridad en su voz. No sonaba como alguien que estuviera diciendo frases vacías con ánimo de consolarlo, puesto que la seriedad en su rostro mostraba honestidad y empatía.
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Kadir admiraba la noche despejada, sentado sobre la rama de un árbol. Había subido allí con intenciones de pasar desapercibido, no quería que nadie lo molestara mientras terminaba con el contenido de la botella.
Era entrada la madrugada, así que ya los invitados se habían retirado. El movimiento restante era de las sirvientas ordenando todo luego de la gran celebración y los guardias haciendo sus rondas nocturnas.
Había caminado sin rumbo fijo, sin notar los solemnes saludos de los soldados al verlo pasar o las sirvientas que se apartaban de su camino con rapidez. Algunos incluso intercambiaron miradas de sorpresa al ver al gran general vagando como un alma en pena, con la mirada levemente perdida, totalmente sumido en sus propios pensamientos.
Sin darse cuenta, sus pies lo habían llevado hasta el jardín al exterior de la habitación de Aylah, donde simplemente se había acomodado sobre la rama de uno de los frondosos árboles que adornaban el lugar. Probablemente, ella ya estaría durmiendo luego de tan intenso día.
¿Acaso estaría molesta con él por no haber asistido a la ceremonia? ¿Se sentiría decepcionada? Una punzada de molestia golpeó su pecho mientras llevaba la botella a sus labios y bebía hasta dejarla vacía. Miro la botella y sonrió de forma irónica, se sentía patético. El alcohol no iba a hacer que sus problemas y preocupaciones desaparecieran.
Soltó un largo suspiro mientras recostaba su cabeza hacia atrás, en el tronco del árbol y miraba hacia el balcón de la habitación. Hubo un repentino movimiento que captó su atención. Sin que las luces se encendieran, la puerta de cristal se abrió y alguien salió.
Aylah camino había el borde del balcón y alzo su rostro hacia el cielo nocturno con aire taciturno. Apenas estaba usando una ligera bata de dormir color pastel, con finos tirantes, que se movía suavemente con la suave brisa nocturna. Kadir parpadeó varias veces pensando que se había quedado dormido por un instante y estaba soñando mientras esta hermosa imagen brillaba ante sus ojos como un espejismo.
Una extraña sensación recorrió su cuerpo, que se movió por sí solo. Una urgencia de ser algo más que un mero espectador. Su mente no estaba funcionando correctamente, el alcohol parecía haber tomado el control, haciendo que sus acciones no fueran frenadas por el sentido común.
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Destinada a renacer 2
FantasyLuego de sorpresivamente ser rescatada por Kadir de las garras de Ellies, emprenden el viaje hacia el palacio real. Aunque su llegada a la capital trerá más eventos felices que conflictos, nuevos obstáculos se interpondrán en su camino. Aylah aprend...