38 - Noche tormentosa (Continuación)

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Kadir siguió disfrutando de su piel como si de un delicioso manjar se tratara, saboreando su cuello con placer. Embriagándose con cada lugar que sus labios tocaban. Hundiendo la nariz en el cabello rubio, todavía húmedo e impregnado de un delicado aroma floral. Ahora que los límites que había creado en su mente habían sido derribados por el alcohol, no había necesidad de detenerse. Por el contrario, deseaba más de estas sensaciones, de cada dulce sonido que escapaba de su boca, deseaba más de ella, mucho más.

Con su pulgar acarició con suavidad los jugosos y delicados labios de Aylah. Su boca entreabierta era una exquisita tentación que lo atraía casi magnéticamente de forma irresistible. Empujó su pulgar en el interior, sintiendo la calidez y la humedad que de inmediato lo envolvieron. En un movimiento totalmente inesperado para Kadir, ella cerró sus labios y envolvió con la lengua su dedo, succionando de forma casi lasciva.

Él la miró por un instante mientras su mente aceptaba, un hecho que llevaba negando desde hace mucho, aunque las señales hubiesen sido evidentes todo el tiempo. Esta no era la reacción de una niña, sino la de una mujer buscando saciar sus deseos. La mirada anhelante y sensual en sus ojos fue suficiente para que Kadir apuntara a sus labios. Su lengua atacó el interior de la boca de Aylah, ahogando los gemidos que amenazaron con escapar de manera escandalosa cuando le agarró el trasero, alzándola del suelo, mientras disfrutaba de la suavidad de la piel a través de la fina tela de la bata de dormir.

Como si fuese algo natural, Aylah deslizó los brazos tras el cuello de Kadir, envolviéndolo en un suave abrazo y abrió las piernas, aferrándose a sus caderas, para luego cruzarlas tras su espalda. Para él esta fue la señal definitiva de que ella le estaba permitiendo continuar más allá de este punto. Caminó con el delicado cuerpo de la princesa a cuestas a través de la puerta abierta del balcón, dirigiéndose al interior de la habitación, apenas iluminada tenuemente por la luz de la luna que entraba por las ventanas.

Kadir recostó a Aylah sobre la cama mientras un deseo desenfrenado brillaba en sus ojos. La imagen frente a él era tan hermosa que aún no podía creer que fuera real. Ella lo miraba con aire expectante mientras la bata de dormir que se había deslizado, mostraba sus piernas totalmente descubiertas. La apetitosa y blanquecina piel desnuda lo invitaba a recorrerla con sus manos.

Antes de que pudiera darse cuenta de lo que hacía, estaba sobre ella, besando su pecho de forma deliciosa. Lamiendo sus senos por encima de la bata, mientras la tela se humedecía con su saliva, haciendo que se marcaran como si estuviese totalmente desnuda. Incapaz de detenerse, frotó su ya hinchada virilidad masculina justo entre las piernas de Aylah, en su zona de placer, provocando un fuerte gemido que resonó en la habitación.

Ella comenzó a mover sus caderas, incrementando el calor ya existente entre ambos, mientras respiraba entrecortadamente. La constante de sensación de sus partes íntimas frotándose hizo que Aylah se mordiera el labio inferior tratando de callar los sonidos que probablemente saldrían de su boca si la abría. Su garganta, sin embargo, dejaba escapar ahogados gemidos cerca del oído de Kadir. El calor que se acumulaba en entre sus piernas amenazaba con estallar sin control por el constante y rítmico roce. Solo necesitaba un poco más y la sensación del placer recorriendo su cuerpo, haciéndola temblar sin control llegaría pronto.

Sus cuerpos cada vez se juntaban más buscando saciar su sed, apagar su calor. Podía sentir la respiración agitada de Kadir sobre su piel y también la fuerza con la que la abrazaba, como si no quisiera dejarla escapar. Su toque lleno de ardiente necesidad la hacía sentir que se derretiría entre sus brazos. Era increíble que unas manos tan grandes y toscas a la vista fueran capaces de darle semejantes sensaciones plagadas de suavidad y placer, provocando que su piel se erizara codiciando una noche llena de una abrasadora pasión. Queriendo que este momento durara mucho más de lo normal, anhelando que la mañana no llegara.

Un sonido fuera de su habitación hizo que Aylah volviera a la realidad de golpe, como si le hubiesen echado encima un cubo de agua helada. Alguien estaba tocando la puerta. Molesta por la inconveniente intromisión en un momento tan inoportuno, abrazó con fuerza la cabeza de Kadir contra su pecho, tratando de hacerle entender que debía quedarse quieto por un instante.

—¿Princesa? ¿Está todo bien? —se escuchó que preguntaba Jor tras la puerta mientras volvía a escuchar un reiterado, pero suave toque. Tras el leve silencio por toda respuesta, habló Bryn:

—Te dije que estaba dormida

—Juraría que escuché algo, como si se estuviese quejando o algo así —dijo Jor sonando preocupada— Cuando la jefa la trajo, la princesa no tenía buen aspecto ¿No deberíamos entrar y comprobar si está todo bien? —añadió de forma insistente mientras Aylah contenía la respiración, sin que ideas para salir de esta situación si era atrapada aparecieran en su mente.

—Creo que estás siendo más sobre protectora que Tione —dijo Bryn sonando condescendiente— La princesa solo necesita una buena noche de sueño reparador, esas fueron las instrucciones del mago —soltó un largo suspiro— y creo que tú también necesitas descansar más, esta semana ha sido agotadora para todos...

Mientras las voces se alejaban, Aylah, que había estado conteniendo la respiración, dejó escapar todo el aire de golpe. Casi los habían atrapado.

Internamente, maldijo a sus sirvientas por haber interrumpido en el mejor momento.

Bajó la vista hacia su pecho, donde una maraña de cabello castaño descansaba plácidamente, acurrucado con tranquilidad. El suave sonido de su respiración le indicó que Kadir se había quedado dormido en esa posición. Mientras la decepción por no poder continuar recorría todo su ser, soltó un largo suspiro. Este cuerpo era demasiado sensible. Reaccionaba demasiado al toque de este hombre, que esta noche se había convertido en un pequeño demonio lascivo.

Su curiosa mente divagó haciendo uso de una golosa imaginación que proyecto imágenes de los posibles escenarios de lo que podría suceder entre ambos en su noche de bodas. Solo que ese día se aseguraría de que Kadir no bebiera demasiado, necesitaba que se mantuviera despierto el tiempo suficiente como para llegar al final.


Destinada a renacer 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora