29 - Juego inocente

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KADIR

Estaba cansado, no había podido dormir adecuadamente supervisando la seguridad del palacio. Normalmente, solía tener suficiente energía como para luchar durante días contra cualquier enemigo potencial, descansando apenas unas horas. Pero esto era definitivamente muy diferente. En el campo de batalla solo tenían que enfrentarse a un adversario. Aquí era imposible saber lo que podría suceder, de donde podría provenir un ataque y contra quién estaría dirigido. No podía concentrarse, pensando en cubrir tantos lugares a la vez.

Precisamente por este tipo de cosas no le gustaba el palacio real, ni el hecho de algún día convertirse en el rey. Dudaba que en algún momento encontraría a alguien capaz de ser lo suficientemente confiable como para dejarlo a cargo de su seguridad, la de su esposa y sus hijos.

Su mente divagó por un momento mientras la comisura de su labio se alzaba en una media sonrisa. Cerró los ojos imaginando la escena. ¿Cómo se vería Aylah embarazada? ¿Cómo lucirían sus hijos? ¿A quién se parecerían?

En medio de su ensoñación diurna, un movimiento cercano hizo que entreabriera los ojos de forma perezosa. A la altura de sus ojos había un vestido rosa pastel, parpadeó pensando por un instante que se había quedado dormido y esto era parte de su sueño. Alzó un poco más la vista para encontrarse con la intensa mirada de Aylah y sus cabellos dorados totalmente sueltos, ondeando con suavidad.

Sorprendido, se levantó con tal rapidez que golpeo su cabeza con una de las ramas del árbol. Aylah soltó una risita divertida mientras se le acercaba con ese brillo juguetón en sus ojos que solía ponerlo en problemas.

—Quería verte para preguntarte algo —dijo con suavidad mientras sus mejillas se tornaban de un suave color rosa— ¿Podemos hacer lo del otro día otra vez? —preguntó con dulzura

—¿Qué? —soltó Kadir por toda respuesta, asombrado por sus palabras

—El... el beso... —casi murmuró Aylah actuando de manera tímida mientras tocaba sus labios con el dedo índice

Kadir estaba paralizado, de todas las cosas que le podría decir en este momento, eso era algo que no se esperaba. Tragó en seco tratando de dar un paso hacia atrás mientras su espalda chocaba contra el tronco del árbol. Estaba totalmente acorralado.

—Duele —dijo Aylah con una tierna expresión en su rostro

—¿Dónde? —preguntó preocupado

Por toda respuesta, ella tomó una de sus manos entre las suyas y para su sorpresa la colocó en la parte superior de su vestido, justo en su pecho.

—Es doloroso no verte, te he extrañado —la suavidad en su voz era casi hipnótica— Ese día sentí algo aquí dentro, sentí que todo temblaba en mi interior —expresó Aylah con voz dulce— quiero hacerlo otra vez

Kadir solo la miraba perplejo escuchando sus palabras, no sentía como si fuera real. ¿Aún estaba soñando? Necesitaba que alguien lo pellizcara para confirmar que estaba despierto. La calidez en su mano, junto con la sensación de algo suave y redondo, junto con el fuerte palpitar del corazón de Aylah lo trajo de golpe a la realidad al darse cuenta de que estaba tocando uno de sus senos. Apartó la mano con rapidez como si hubiese tocado fuego mientras sus orejas se teñían de rojo.

Sin perder la iniciativa, Aylah puso sus manos en el pecho de Kadir. Él se tensó mientras ella alzaba la cabeza ofreciéndole sus labios. Esto era demasiado, más de lo que podía soportar. Antes de que pudiera darse cuenta de lo que estaba haciendo, ya estaban inmersos en un profundo beso.

Deslizó una mano por su espalda, juntando sus cuerpos, disfrutando deliciosamente de su calor. Ella se aferró a sus brazos mientras rozaba de manera peligrosa su virilidad masculina, que comenzó a reaccionar sin que pudiera evitarlo.

Kadir se detuvo mientras un gruño escapaba de su garganta. Maldijo internamente. ¿Solo por un beso? ¿Por qué su cuerpo lo traicionaba de esta manera? Tenía que pensar en algo más, concentrarse en algo aburrido. ¿Cuántos soldados había desplegado afuera del palacio? ¿Qué cantidad de armas había en la armería? ¿Cuál era la distancia a la que los guardias estaban apostados?

—¿Está todo bien? —preguntó Aylah de repente mientras lo rozaba aún más fuerte en su punto débil— ¿te duele algo?

—Eres tan inocente —casi susurró Kadir mientras besaba su frente con suavidad y dejaba caer la cabeza en su hombro— Maldita sea, me vas a volver loco —añadió dando un largo suspiro

El sonido de alguien aclarándose la garganta con fuerza llamo la atención de ambos. Tione los miraba con una expresión desaprobatoria en su rostro, con los brazos cruzados en un evidente gesto de molestia. Aylah corrió a su lado mientras soltaba una risita juguetona.

—Mi padre estaría orgulloso de ti —indicó en dirección a Tione— Te pareces mucho a él, extremadamente protectora —volvió a reír mientras añadía con malicioso deleite— puedes estar tranquila, Kadir no me va a comer... porque yo lo devoraré primero

Tras decir esto, salió corriendo mientras dejaba tras de sí a Tione conmocionada, incapaz de moverse de su sitio. A la vez que Kadir se cubría el rostro con una de sus manos, ocultando los pensamientos que habían asaltado su mente al escuchar estas palabras. Ella definitivamente iba a destruir su cordura, estaba seguro de ello.




Destinada a renacer 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora