14 - Nieve y flores

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AYLAH

Le llamó la atención que Tione, una persona que parecía ser muy cuidadosa con los detalles, no hubiera notado algo. Aún estaba en pleno invierno, así que cuando salieran la temperatura sería muy fría. Sin embargo, no le había dado ni siquiera la posibilidad de usar un abrigo. ¿Acaso habría pasado esto por alto?

Por otro lado, tras ella venía Kadir. Le había pedido que la escoltara a propósito, tenía intenciones de molestarlo un poco más. Su cara, su expresión, había sido mejor de lo que esperaba. Se había divertido demasiado provocándolo de manera abierta, pero él, aunque seguía manteniendo su postura de caballero respetuoso, no podía evitar ser un hombre. El movimiento en su entrepierna lo había demostrado.

Aylah sonrió satisfecha, aunque su cuerpo no fuera espectáculo suficiente para atraerlo. Sus acciones sí que lo pondrían en serios aprietos. Solo tenía que seguir con su inocente acto, en algún momento él perdería la compostura. Ahora tenía todo el tiempo del mundo para entretenerse con Kadir.

Soltó una risita divertida, aún perdida en sus pícaros pensamientos, mientras Tione abría la puerta hacia el inmenso terreno que estaba tras el palacio. Se detuvo mientras parpadeaba varias veces, intentando comprender lo que estaba viendo. Apenas unos momentos antes, en la sala donde estaba tomando té con Kadir pudo ver a través de la ventana la nieve cayendo de manera copiosa. Entonces, ¿cómo era posible que estuviera frente a un hermoso jardín soleado lleno de flores de vivaces colores?

Esto no podía ser posible. No tenía ningún sentido.

Dio unos pasos tras Tione aún sorprendida, sin comprender. De repente, una gota de agua fría cayó en su frente, lo que la hizo girarse y mirar hacia arriba. Lo que vio a continuación la sorprendió aún más. El techo estaba cubierto de una gruesa capa de hielo y sobre este, de unas nubes grises, caía la nieve de manera copiosa. Pero por más increíble que pareciera, a partir del punto desde donde empezaba el jardín, el cielo estaba totalmente despejado, en un perfecto círculo que se extendía sobre todo el terreno hasta un palacio que se ubicaba no muy lejos de allí. Era tan extraño, pero a la vez tan hermoso ver estos climas delimitados de manera invisible, coexistiendo uno junto al otro de manera perfecta.

No tenía duda alguna, esto debía ser producido por algún hechizo. La naturaleza no se comportaría así, era totalmente imposible, pero a la vez maravilloso. Siguió caminando un poco más allá, sobre un camino empedrado rodeado de hermosas y aromáticas flores, sintiendo como la calidez llenaba su interior.

—Bienvenida a su palacio, alteza —dijo Tione deteniéndose frente a las enormes puertas abiertas, custodiadas por sendos guardias.

—¿Mi palacio? —preguntó Aylah sin comprender

—Este lugar fue originalmente construido para el príncipe heredero y su familia, así que ahora le pertenece a usted —sentenció Tione

Ayla la miró por un instante, sintiéndose abrumada por el peso de sus palabras. ¿Era dueña de un palacio? ¿Todo este lugar le pertenecía? ¿Finalmente tendría un lugar al que podría llamar hogar?

Una rara sensación se extendió por su pecho, una emoción palpitante que hizo que su respiración se acelerara. Presa de una creciente curiosidad, simplemente se dejó llevar y comenzó a deambular por el lugar, explorando como una niña pequeña, emocionada ante una casa nueva. Pero esto era definitivamente más que una casa, era un palacio. La amplitud y el lujo eran visibles por doquier, enormes salones, habitaciones. Era demasiado increíble e imposible de recorrer en un solo día. La expectación de levantarse al día siguiente para seguir conociendo el lugar no la iba a dejar dormir esta noche. Estaba segura de ello.

Tione la guio a su nueva habitación, donde se entretuvo abriendo puertas, curioseando acerca de lo que habría tras cada una de ellas. El lugar era demasiado grande para una persona, solamente la cama era dos veces más grande que cualquiera en la que hubiese dormido antes. El baño contenía una tina que parecí una piscina donde incluso podría intentar nadar de manera cómoda. Descubrió el armario tras abrir una puerta, más que un sitio para guardar la ropa y los zapatos, era un cuarto solo con ese propósito. Era imposible contar con la vista cuantos vestidos y pares de zapatos había, ordenados de manera perfecta.

Imaginaba que al ser una princesa, la riqueza y el lujo debían formar parte de su vida diaria. Pero jamás imagino disfrutarlo así, se sentía demasiado irreal. Definitivamente esto era demasiado.

—... Solo quería ajustar los horarios, debemos priorizar que vuelva a aprender lo que no recuerda —la voz de Jens la trajo de vuelta a la realidad de forma abrupta y recordó algo que quería darle desde la última vez que se vieron.

—Entonces, ¿te parece buena idea en las tardes?, puede ser en días alternos, para que no se agote demasiado —dijo Tione pensativa— luego pasaré a verte para coordinar bien todo.

Aylah sacó un papel y se lo extendió al mago. No había podido sacar la fórmula de su cabeza desde ese día, así que había dibujado la parte que le molestaba y la traía consigo desde entonces, esperando poder entregársela en cuanto lo viera nuevamente. Este tomo el papel sin poder ocultar su sorpresa y curiosidad.

—Hay algo que no está bien con eso —soltó Aylah señalando lo que había dibujado— no debería estar ahí.

Los ojos del mago se abrieron mucho mientras exploraba el torpe pero detallado dibujo. De repente soltó una carcajada y se pasó la mano por la cabeza alborotando su cabello rubio.

—Descubrió algo muy interesante, pero aún no puede comprender de que se trata. Por ahora me preocupa algo más —añadió tomando las manos de Ayla sin previo aviso y examinándolas detenidamente— algo que lleva mucho tiempo rondando en mi cabeza. La única manera en la que usted habría podido producir mana en la mansión, es si portaba el hechizo para permitirle hacer magia grabado en su cuerpo. Por las habilidades que poseía cuando era más pequeña, sería normal que su padre hubiese grabado el hechizo en su piel, tal y como hacemos en el palacio, para que las personas de confianza puedan usar la magia libremente. Eso fue lo que posiblemente salvó su vida durante la extracción de maná, si no hubiese tenido algo como esa fórmula, no habría podido seguir creando el maná que perdía —se detuvo en el dorso de la mano derecha de Aylah donde extendió una fórmula, que hizo visible un dibujo en la piel— El príncipe siempre tendrá toda mi admiración, por su excelente habilidad de adelantarse a los acontecimientos. Escondió el hechizo perfectamente, nadie sería capaz ni siquiera de sospechar que ella podía usar magia dentro de la mansión —puso su mano sobre el dorso de la de Aylah y cuando la separó, el dibujo había desaparecido por completo— por el momento lo quitaré, dado que en esencia es una fórmula parecida a la que usamos en el palacio, podría crear un conflicto con su maná y liberarlo de manera accidental. Por el momento no queremos más accidentes ¿No es cierto?





Destinada a renacer 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora