38 - Noche tormentosa

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Aylah soltó un largo suspiro mientras admiraba la tranquila noche. Aunque debería sentirse más segura que nunca, ya que su posición de princesa heredera era oficial, no lograba conciliar el sueño. Incluso había tomado un largo y relajante baño luego de llegar a su habitación. Pero al deslizarse en la cama, no había hecho nada más que dar vueltas repasando todo lo que había sucedido en el transcurso del día.

La aparición de Irsvana le había mostrado que había muchos secretos que desconocía de este mundo y sobre todo de la familia real de Alstania. El rey claramente había insinuado que ella era su abuela. Aunque Aylah sabía que el uso de la magia en este mundo era algo normal, el hecho de que Duveandell se viera viejo y esa mujer tan joven y fresca se sentía antinatural.

Todavía le parecía increíble el hecho de haber desplegado tal cantidad de maná. Sin embargo, aún estaba asombrada de haber podido aguantar durante toda la coronación y la celebración, pese a lo mal que se sentía. Realmente había superado sus propias expectativas.

La cara de otro intruso se presentó de forma repentina en su mente: el rey de Udyathis. Un apuesto regente, amable y caballeroso. Un hombre con el que definitivamente valía la pena deleitarse la vista. Recordar el momento que tuvieron a solas le mostró que existían muchos más hombres en el mundo, aparte de Kadir, con los que pudiese haberse relacionado si las condiciones hubieran sido diferentes.

Si no hubiera despertado en este mundo, si no estuviese interpretando el papel de la dueña original de este cuerpo, si no fuera la princesa heredera de Alstania. ¿Qué tipo de vida hubiese llevado? ¿Habría podido enamorarse normalmente del hombre que eligiera? ¿Hubiera tenido su final feliz sin tantos obstáculos?

Negó con la cabeza tratando de apartar de su mente los pensamientos innecesarios que flotaban como molestos insectos. Debía concentrarse en el presente, en la oportunidad que tenía y en la nueva vida que disfrutaba. Si preparaba todo bien, podría lograr tener al final una vida tranquila y cómoda. No le importaba si nunca encontraba al amor de su vida, tener un hombre a su lado amable y considerado sería suficiente.

Aunque odiaba admitirlo, una extraña sensación de que algo faltaba oprimía su pecho de forma dolorosa al pensar en Kadir, en el hecho de no haberlo visto durante toda la ceremonia y el posterior baile. Volvió a suspirar mientras se estiraba y un suave bostezo escapaba de sus labios. Al parecer, la tranquilidad de la noche y el hermoso cielo nocturno ya la estaban relajando lo suficiente como para finalmente irse a dormir.

Casi se retiraba cuando un sonido en los arbustos bajo el balcón llamó su atención. Se quedó muy quieta, escuchando mientras buscaba el origen del sonido. Sabía que estaba dentro del palacio, totalmente protegida de cualquier ataque, ya fuera de algún animal salvaje, monstruo o de alguna persona, pero no podía evitar sentirse alerta.

Dio un paso hacia atrás cuando alguien apareció de improvisto, saltando sobre la barandilla del balcón con gran agilidad

—¿Kadir? —preguntó sorprendida Aylah al verlo aparecer de repente, mientras calculaba mentalmente la altura que había desde su habitación hasta el suelo. Había por lo menos dos pisos de por medio, así que definitivamente este hombre era impresionante.

Antes de que pudiese preguntarle que era lo que hacía aquí a semejante hora, su atención se desvió a su aspecto mientras la luz de la luna lo iluminaba por completo. Su cabello castaño estaba totalmente despeinado, la camisa de su traje completamente desarreglado estaba desabotonada casi hasta el pecho y su cara exhibía un rubor que alcanzaba sus orejas. El color rojo de sus ojos mostraba una mirada algo confundida, como si no creyera que ella se hallaba realmente ahí. Como el espejismo que engaña la mente del hombre sediento en medio del desierto.

Un leve olor a alcohol alcanzó su nariz de forma inevitable. ¿Acaso estaba borracho? ¿Habría visto a Reynarth o quizás escuchó algún malintencionado rumor sobre su origen? Aylah jamás lo había visto en semejantes condiciones, así que de forma irremediable un sentimiento mezcla de empatía y lástima golpearon su pecho de forma instantánea. Kadir ahora mismo parecía un cachorro perdido buscando algo a lo que aferrarse desesperadamente.

Sin darse cuenta de lo que hacía, alargó su mano hasta la mejilla de Kadir y lo acarició con suavidad. Este cerró los ojos por un instante, aceptando el gesto de cariño con un leve suspiro. La delicadeza y suavidad de los dedos que tocaban su rostro caliente era deliciosa, refrescante. La pequeña mano que tocaba su piel se sentía acogedora, pero era incapaz de calmar el fuego que recorría su interior. Nublando su mente, haciendo que lo que le quedaba de sentido común desapareciera totalmente.

Kadir agarró su mano de manera repentina, mientras la expresión en su rostro cambiaba radicalmente. Lamió la palma de la mano de Aylah tomándola por sorpresa mientras vigilaba de cerca sus reacciones. Su rojiza mirada la devoraba sin piedad, exhibiendo una expresión de avidez.

Sus ojos volaron hasta la bata de dormir, hacia los pequeños y redondos senos que se marcaron de forma visible a través de la tela, reaccionando ante su toque. Sin detenerse metió la lengua entre los dedos de Aylah que soltó un suave gemido, pero no apartó la mano. La familiar oleada de ardientes sensaciones que comenzaba a recorrer su cuerpo, hizo que temblara levemente.

Este no era un dulce cachorro, era un felino lascivo que estaba disfrutando de sus reacciones, buscando emborracharse pero de puro placer. La comisura de una de las esquinas de los labios de Kadir se alzó, mostrando una media sonrisa que rozaba a la vez el límite entre la sensualidad y la maldad.

Con lentitud, comenzó a trazar un camino de besos siguiendo por el antebrazo de Aylah hasta llegar a su hombro. Ella era incapaz de apartar la mirada, deleitándose con los labios que recorrían su piel con suavidad. Tragó con dificultad y entreabrió la boca mientras su respiración comenzaba a agitarse de forma visible. Por un leve instante se preguntó si debería detenerlo, pero realmente no encontró razones para hacerlo, puesto que pronto serían marido y mujer. No debería pasar nada malo si adelantaban un poco las cosas.

Destinada a renacer 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora