20 - Reencuentro

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Apenas entró a su habitación, se abalanzó sobre la cama y hundió la cabeza en una de las mullidas almohadas tratando de calmarse. Su corazón seguía alterado, latiendo con demasiada rapidez. Definitivamente a partir de ahora debía tener mucho cuidado con Kadir, su repentino cambio de actitud había sido demasiado desconcertante. La había tomado por sorpresa. No era justo, ¿Desde cuándo él podía hacer expresiones como esa? Había sido un golpe bajo.

¿Cuándo los papeles se habían invertido de este modo? Tenía que estar alerta cuando estuvieran solos la próxima vez. Sí, tenía que estar preparada.

Levantó la cabeza para respirar aire fresco, mientras la imagen de Kadir sonriéndole revoloteaba en su cabeza. Volvió a hundir la cabeza en la almohada, pero esta vez con más fuerza, como si esto pudiera borrar este recuerdo mientras sentía su cara enrojecer sin que pudiera evitarlo. Incapaz de quedarse quieta, golpeo el colchón con fuerza con los pies como si fuera una niña teniendo una fuerte rabieta. Se detuvo tan de repente como había comenzado y se sentó de golpe respirando profundamente.

Tenía que calmarse, no quería que nadie viera a la princesa heredera actuando de forma tan inmadura. Se quedó mirando hacia la puerta por unos momentos, Selian venía justo tras ella, así que ya debería haber llegado. Dio un largo suspiro mientras un incómodo sonido proveniente de su estómago le indicaba que debía comer algo.

La puerta del balcón estaba abierta. Le gustaba tomar su desayuno allí todas las mañanas, era totalmente agradable. La hermosa vista hacía que la comida tuviera un mejor sabor. Preguntándose qué delicias probaría hoy, comenzó a caminar hacia el balcón. Apenas llego a la puerta notó que había alguien más allí. Una persona que realmente había extrañado con todo su corazón desde que había llegado al palacio. Alguien que le había dado cariño y calor maternal desde su despertar.

La alegría recorrió su cuerpo mientras corría a su encuentro y se hundía entre sus brazos. Bethel la abrazó con ternura sin poder evitar derramar lágrimas por la emoción. Había extrañado demasiado la calidez de su nana, el sentimiento de seguridad que tenía a su lado.

—¡Estás aquí, realmente estás aquí! —exclamó Aylah sin ocultar su emoción mientras sus ojos violeta brillaban con alegría.

—El viaje fue largo, incluso por momentos llegué a pensar que no lo lograría, pero lo importante es que por fin nos volvemos a reunir —Bethel dio un largo suspiro mientras miraba a Aylah de arriba abajo, examinando cuanto había cambiado en tan corto periodo de tiempo— ¡Estás tan hermosa! Incluso has ganado peso —añadió mientras esbozaba una amable sonrisa— No sabes lo feliz que me hace verte así, libre de ese horrendo lugar.

—Me gusta estar aquí, pero también te extrañaba mucho

—Entonces deberías agradecerle correctamente al que hizo que todo esto fuera posible, tanto tu rescate efectuado por el general, como mi salida a salvo de la mansión —Bethel sonaba extremadamente seria al decir esto, mientras Aylah la miraba confundida sin comprender, a la vez que su nana le extendía una carta.

Hasta ahora nunca se lo había preguntado, pero todo lo sucedido el día de su rescate le había parecido una extraña coincidencia que había dejado pasar, restándole importancia. Kadir había llegado en el momento justo para salvarla. Pero ¿por qué lo hizo justo en ese momento? ¿Por qué no antes cuando la visitó mientras el conde y su familia no estaban? ¿Qué había cambiado como para que él decidiera aparecer de esa manera invadiendo la propiedad?

La respuesta llegó más rápido de lo que pensaba. Alguien le había informado acerca de lo que estaba sucediendo. Sabía que Bethel contactaba en secreto con Kadir, pero ella no tenía conocimiento acerca de lo que sucedía con Ellies. ¿Entonces quién era el responsable de esto?

En la carta estaban todas las respuestas que buscaba:

"Aunque al principio debo admitir que me comporté como un cobarde, pues temía por la seguridad de mi familia y la mía, no pretendo justificar con ello las malas decisiones que tomé. Sobre todo la de haberme demorado tanto en actuar mientras era testigo de todo lo que sucedía. Curé sus heridas, hasta darme cuenta de que estaba siendo un cómplice más de los terribles actos del conde y su hijo. Tomaré el lugar de su sirvienta como informante en la mansión, aunque esto me cueste la vida. Creo que es lo mínimo que puedo hacer para expiar los pecados que cometí hacia usted, la luz de nuestro reino. Solo le pediré un último deseo egoísta, rogando por su misericordia. Proteja a mi familia, ellos no son culpables de ninguna de mis acciones y en caso de ser descubierto, estarán en gran peligro"

—El sanador... —Comenzó Aylah cayendo en cuenta de quién era el autor de la carta

—Encontró el anillo que usaba para enviar información al general y en vez de entregarme al conde, decidió avisarle para que vinieran a rescatarte —su voz comenzó tornarse triste de repente— Él era el único que lo sabía todo, nadie más pudo darse cuenta de lo que sucedía, ni siquiera yo, que trataba de estar a tu lado todo el tiempo posible. Fallé en protegerte —añadió mientras su voz se quebraba de manera dolorosa— Nunca pasó por mi cabeza darme cuenta de las señales que me dabas de que algo no andaba bien. Cuando Camus me contó, yo simplemente no podía creerlo, no podía creer que hubieras pasado por semejantes cosas en silencio. Solo puedo rogar por tu perdón por no haber sido capaz de cumplir con la promesa que le hice a tus padres de que siempre te protegería —añadió mientras bajaba la cabeza con pesadumbre.

—No hay nada que perdonar —dijo Aylah mientras extendía sus manos con ternura hacia la cara de Bethel y acariciaba sus mejillas con dulzura— Porque no tienes la culpa de nada —añadió sonriendo de forma tranquilizadora

—Pero...



Destinada a renacer 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora