30 - Obediencia (Continuación)

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Jelna tragó en seco, había escuchado más de lo que debería. Sabía que su madre había sido la amante de su padre mientras aún seguía casado con Ghaenia, incluso ella había nacido fuera del matrimonio. La diferencia de edad que había entre su hermano y ella era de siete años, así que durante ese tiempo la madre de Ellies había sido engañada de forma impune. Incluso apenas un día después de su entierro, su padre no dudó en traerlas a ella y a su madre a vivir con él.

Aunque era normal que los matrimonios entre nobles fueran arreglados, esto iba incluso más allá. Era un vil chantaje emocional. Ellies era el resultado de una orden, una herramienta que debía obedecer. Jelna debía admitir que aunque su familia nunca había sido para nada normal, ella nunca enfrentó semejante presión. Debía seguir las reglas de su padre en esta casa, escuchar y callar, pero hasta ahora solo eso.

   Siempre había vivido rodeada de lujos inimaginables y un desfile de sirvientes, que cuidaban de todas sus necesidades. Jamás fue obligada a ensuciarse las manos o a ser parte de turbios planes, Ellies si.

Tal vez luego de que Ghaenia falleciera, su hermano tuvo que aceptar de manera forzada a la nueva esposa de su padre y a su hija ilegítima. ¿O quizás siempre supo de la existencia de ambas? Ellies nunca fue un niño normal, pero aceptó su llegada con naturalidad, como si supiera de antemano lo que sucedería. ¿Acaso su padre le había ordenado que lo hiciera, tal y como le estaba ordenando ahora que desistiera de su juguete favorito?

Vio la cara de Ellies luchar por un instante tratando de esbozar una sonrisa cortés mientras un escalofrío recorría su espalda. Su hermano estaba enojado, muy enojado. Aunque su expresión estaba en aparente calma, sus ojos violeta mostraban una insondable oscuridad.

—Claro padre, como tú digas —aceptó de manera obediente con voz inexpresiva mientras su mirada se posaba de repente en Jelna, que olvidó como respirar por un instante— Ahora, si me disculpas, debo retirarme. Tengo que ayudar a mi hermanita con algo

Ellerys hizo un gesto con la mano indicándoles que podían retirarse mientras cerraba los ojos con cansancio. Sin decir, una palabra más Ellies salió del lugar seguido muy de cerca por Jelna. No podía negarlo, estaba asustada y mucho. Su hermano le había demostrado lo impredecible que podía llegar a ser y luego de haber sido puesto en semejante situación, estar a solas con él podría ser potencialmente peligroso. Luego de alejarse o suficiente del recibidor, se detuvo tan de repente como había empezado a caminar.

—¿Qué querías decirme? —preguntó con voz fría sin darle la cara a su hermana

—Zheria me... me escribió nuevamente... vine a mostrarte la carta... —balbuceó Jelna nerviosa sin poder evitar que sus manos temblaran de forma incontrolable en su regazo, aunque lo que tenía enfrente era la espalda de Ellies estaba asustada. Tenía miedo de que se girara.

   Ahora mismo quería alejarse todo lo posible de él, pero sus pies de forma obstinada se negaban a moverse. Sentía como si estuvieran sembrados en el suelo, como profundas raíces.

—¿Puedes hacer algo por mí? —preguntó mientras viraba la cabeza lentamente por encima de su hombro, mostrando la mitad de su cara sumida en una sombría expresión— Quisiera escribirle una carta a Zheria ¿Se la enviarías? —su voz estaba cargada de una peligrosa dulzura que auguraba horribles presagios.

Jelna tragó en seco mientras forzaba una sonrisa y asentía levemente incapaz de articular palabra alguna. Estaba segura de algo. Ellies no iba a obedecer a su padre esta vez, al parecer ya estaba trazando sus propios planes. La bestia que había alimentado con sobras se estaba rebelando y creando su propia ruta de escape para recuperar a su presa.

Destinada a renacer 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora