AYLAH
Apenas tuvo tiempo de recuperarse para estar lista para la ceremonia. Kadir se opuso de manera rotunda y Tione incluso expuso su idea de retrasar todo, al menos por un día más. Aylah sabía que estas no eran opciones factibles, aunque no se sintiera bien, no podía permitir que esta oportunidad se perdiera. Debía afianzar su posición lo antes posible ante todos, esto podría otorgarle protección extra en contra de cualquier plan que el conde pudiera tener. Aún se sentía intranquila y ansiosa ante la falta de noticias de esa horrible familia.
Tampoco podía pedirles a los invitados que esperaran un día más. Esto iría en contra de las normas de cortesía, no sería educado disponer del tiempo de personas tan importantes de esa forma. Muchos eran regentes de otras naciones que habían recorrido un largo camino solo para estar aquí. La imagen que podrían llevar de vuelta a sus países no sería correcta.
Aunque todavía sentía su cuerpo débil y tembloroso, simplemente ignoró todo y ordenó que la prepararan para la coronación. Aunque la temperatura estaba agradable, podía sentir un sudor frío que a cada rato mojaba su frente. Su nana y las sirvientas no paraban de lanzarle miradas nerviosas, mientras la peinaban y vestían, como si esperaran que se desvaneciera de un momento a otro.
Apenas estuvo lista, las sirvientas llamaron a Kadir que había dejado la habitación en cuanto iniciaron los preparativos. Había pasado tiempo suficiente como para que él también se alistara, por lo cual la sorprendió mucho verlo con la misma ropa que había usado todo el día. ¿Había estado esperando afuera de su habitación por si le sucedía algo? Esbozó una ligera sonrisa ante tanta ternura y caballerosidad. A veces este gran hombre le recordaba a una mascota totalmente devota a su dueña.
Haciendo acopio de todas sus fuerzas, camino hacia él, tratando de actuar con la mayor naturalidad posible mientras un leve mareo se instalaba en su cabeza. Estaba haciendo su mayor esfuerzo por demostrar que podía seguir adelante y tratando a su vez de que dejaran de preocuparse por ella.
Kadir le dedicó una extraña mirada. Aunque su rostro carecía de expresión como siempre, sus ojos brillaban con una emoción imposible de ignorar. Sabía que sus sirvientas se habían esforzado al máximo para hacerla brillar en su gran día, pero la mirada que le dedicaba se sentía como si en vez de a una persona estuviese admirando a una diosa.
—¿Piensas asistir así a la ceremonia? —preguntó Aylah tratando de romper con la incomodidad que sentía al ser admirada con tanta devoción
Kadir miró su ropa como si apenas se diera cuenta de su facha, incluso olió la tela de su camisa, frunciendo su nariz molesto. Aylah soltó una risita divertida mientras negaba con la cabeza de forma condescendiente.
—Podemos hacer algo —dijo mientras se agarraba al brazo de Kadir— acompáñame al salón y luego vístete adecuadamente. Te estaré esperando para el primer baile.
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—¡Hace su entrada su alteza real, la princesa de Alstania, luz que ilumina el reino! —voceó una fuerte voz masculina anunciando su entrada al salón del trono
Aylah alzó la cabeza con altivez y orgullo mientras entraba con paso seguro. Su rostro de aspecto inocente contrastaba con el vestido rojo que usaba, dándole el aire de madurez necesaria para este momento. No podía verse como una tierna niña, delante de los invitados debía lucir como alguien digna de respeto y confianza. Alguien capaz de cargar sobre sus hombros con la responsabilidad de gobernar un país y tomar cualquier decisión necesaria para proteger a sus ciudadanos.
Al llegar al trono del rey, Duveandell la esperaba sin poder ocultar la preocupación y el nerviosismo en su rostro. Aylah solo sonrió de forma brillante y segura mientras daba un rápido vistazo al salón y a los presentes. Cálculo con la mirada que habría al menos más de quinientas personas presentes, que de manera expectante seguían cada uno de sus movimientos, atentos a la ceremonia que tendría lugar en apenas unos momentos.
Duveandell no pronunció largos discursos, al contrario, todo transcurrió muy rápidamente. Aylah sabía la razón de todo esto, posiblemente el mago le habría aconsejado hacerlo dada su condición física. Si era malo posponer la ceremonia, sería aún peor si ella colapsaba delante de todos. Eso haría que los rumores corrieran como pólvora, confirmando que seguía incapacitada y sobre todo que no iba a ser apta para gobernar en el futuro.
El rey le colocó el manto real sobre sus hombros y una hermosa tiara de oro adornada con enormes diamantes sobre su cabeza. Luego de esto, una sirvienta trajo copas para ambos y Duveandell hizo un brindis en su honor, anunciando con esto que oficialmente ya era la princesa heredera de Alstania. Sus palabras fueron respondidas de manera inmediata con una lluvia de vítores, realizados en su mayoría por los nobles de Alstania presentes en la ceremonia.
Apenas terminó todo, la música llenó el lugar y los invitados se dispersaron disfrutando de la fiesta. Las sirvientas se movían de forma diligente con bandejas llenas de copas con diferentes bebidas y exquisitos bocadillos para satisfacer hasta el paladar más exigente y refinado.
Aylah se había sentado en el trono que había sido dispuesto al lado del de Duveandell. Desde allí tenía una vista panorámica de todo el salón y de algunos personajes desagradablemente familiares. El marqués de Jirshey acompañado de una mujer, que presumiblemente sería su esposa, conversaba con un grupo de nobles. Un poco más allá estaba Lynne acompañada de... ¿Acaso esa era Zheria? La hermana de Kadir podría representar un serio problema en el futuro, más aún si era amiga de Jelna y de la hija del marqués de Jirshey. Debía tener mucho cuidado con esta relación.
No veía a Daren ni a Shyah por ninguna parte y la madre de Kadir tampoco estaba presente. Por otro lado, Irsvana provocaba miradas curiosas, pero nadie parecía tener el valor suficiente como para acercarse a entablar una conversación con ella. Pese a que unas horas antes le había dicho que se fuera, sospechaba que no sería tan sencillo deshacerse de esa orgullosa mujer. Soltó un largo suspiro. Por el momento todo iba bien, mientras se mantuviera alejada de estos molestos individuos hasta que concluyera la velada, no habría nada de que preocuparse.
Un súbito movimiento de personas en la entrada del salón llamo su atención. Probablemente, sería Kadir haciendo su entrada. Si normalmente él era un espectáculo, vestido de gala sería un galán irresistible, incluso con su inexpresivo rostro.
Su mirada se mantuvo fija en esa dirección, de manera expectante. Por lo cual no pudo evitar que su boca se abriera por la sorpresa al ver al hombre que ingresó a la fiesta, provocando un revuelo inmediato.
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Destinada a renacer 2
FantasyLuego de sorpresivamente ser rescatada por Kadir de las garras de Ellies, emprenden el viaje hacia el palacio real. Aunque su llegada a la capital trerá más eventos felices que conflictos, nuevos obstáculos se interpondrán en su camino. Aylah aprend...