39 - Provocación

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Kadir abrió los ojos lentamente. Se sentía extrañamente relajado, como si todas sus preocupaciones y sentimientos negativos se hubieran evaporado de forma instantánea. Probablemente, había dormido de forma tan despreocupada por el cansancio acumulado durante los últimos días y el alcohol que había consumido. Ahora se arrepentía de haber bebido sin control, había bajado la guardia y eso no era bueno para nada.

Mientras se adaptaba a la luz que entraba a raudales por las ventanas, entorpeciendo su visión. No recordaba haber regresado a su habitación, así que trataba de ubicar en donde estaba exactamente mientras disfrutaba de algo cálido, suave y redondo, atrapado en su mano.

Un delicado aroma floral inundó de forma deliciosa su nariz mientras una suave respiración a su lado le indicaba que no estaba solo en la cama. Se quedó de piedra cuando su vista finalmente se aclaró y una maraña de cabello rubio apareció ante sus ojos, a la vez que miraba horrorizado la mano que de forma descarada se aferraba a uno de los senos de Aylah. Incrédulo apretó la suave piel varias veces mientras un débil gemido escapaba de los labios de ella indicándole que lo que estaba sucediendo era real, estaba en la cama con Aylah.

Alarmado, apartó su mano de inmediato y se sentó de golpe, mientras una dolorosa punzada golpeaba su cabeza. Su respiración se aceleró, mientras el pánico de no recordar claramente lo que había sucedido la noche anterior lo dejaba paralizado. Hasta su conversación con el rey todo estaba bien, lo que había sucedido después flotaba de forma confusa en su mente. La piel de Aylah, sus gemidos, la bata deslizándose y dejando a la vista sus piernas desnudas, la sensación caliente de recorrer su cuerpo.

Se agarró la cabeza con ambas manos mientras los recuerdos se hacían cada vez más claros ¿Qué había sucedido la noche anterior? Acaso ellos... Negó con la cabeza tratando de convencerse de que no habían llegado tan lejos, mientras su vista captaba de manera irremediable las marcas en el pecho de Aylah. Ella solo descansaba plácidamente, mostrando una suave respiración, ignorando lo aterrorizado que estaba Kadir justo en este momento.

¿Qué demonios había hecho? ¿Habría sido muy brusco con ella? Esto estaba mal, muy mal. Intentó respirar profundo, tratando de prepararse mentalmente para sostener una conversación seria y coherente en cuanto Aylah despertara.

—Deberías dormir un poco más, aún es temprano

Kadir miró hacia abajo y lo recibieron una par de adormecidos ojos violeta. Aylah dio un largo bostezo y se estiró deliciosamente. Parecía muy cómoda con el hecho de estar en la misma cama con él, como si ya fueran una pareja casada.

—Anoche... nosotros... —el coraje que había reunido Kadir para comenzar a hablar se evaporó de inmediato junto con las palabras para continuar

—¿No recuerdas lo que sucedió? —preguntó Aylah entornando los ojos con malicia mientras Kadir tragaba en seco.

Aylah sonrió de forma misteriosa mientras se le ocurría una pequeña venganza contra Kadir por no haber llegado hasta el final y haberla dejado insatisfecha.

—Puedo ayudarte a recordarlo todo —dijo mientras su voz tomaba un tono sensual— O podemos repetirlo —añadió mientras se incorporaba lentamente y se acercaba a Kadir, deslizando de su hombro uno de los tirantes de la bata de dormir con un movimiento sugerente.

La mandíbula de Kadir se tensó de repente a la vez que su rostro hacía una extraña expresión. Frunció el entrecejo mientras en sus ojos brillaba el enojo. Aylah solo parpadeó de forma inocente ante el brusco cambio de ánimo del hombre que tenía justo enfrente.

En un repentino y abrupto movimiento, Kadir se abalanzó sobre ella, aprisionándola bajo su cuerpo. Usando su peso para inmovilizarla, evitando de esta manera que pudiese escapar. Aylah que quedó sorprendida por un instante ante una acción tan inesperada, solo se quedó muy quieta. ¿Acaso él habría tomado en serio sus palabras?

—Estás jugando conmigo ¿No es cierto? —preguntó Kadir que por alguna razón parecía estar molesto

—No deberías ponerte tan serio —sonrió Aylah con aire pícaro

—¿No debería? ¿Acaso entiendes lo que acabas de hacer? —sonaba irritado mientras el enojo brillaba claramente en sus ojos— Me estabas provocando

—¿Eso tiene algo de malo? —preguntó Aylah con un tono juguetón en su voz mientras hacía un inocente puchero— Anoche no fue tan complicado

—¿Qué crees que pasaría si caía en la tentación? ¿Has pensado en lo que sucedería? —replicó a modo de reprimenda— ¿Y si te forzaba a hacer algo que no querías? No debes jugar tan a la ligera, los hombres somos bestias lujuriosas y yo no soy una excepción

—Las mujeres también, es la naturaleza del ser humano —soltó Aylah con toda naturalidad sorprendiendo a Kadir por sus simples, pero acertadas palabras— No deberías preocuparte tanto, solo me gusta jugar de esa manera contigo, precisamente porque eres tú —lo miró con intensidad antes de seguir hablando— Cuando me miras con esos ojos, cuando me veo reflejada en tu mirada me siento tan cómoda y segura, que puedo jugar y divertirme sin preocupaciones

—No me gustan mis ojos —dijo Kadir mientras giraba la cabeza evitando la vista de Aylah

—¿Por qué no? Son hermosos —dijo Aylah a la vez que tomaba su rostro con las manos, virándolo con suavidad nuevamente hacia el frente. Haciendo que sus miradas volvieran a encontrarse.

Kadir parecía confundido. Él detestaba sus ojos, los odiaba. Eran el motivo por el cual se sentía fuera de lugar, diferente. Pero a ella le gustaban, en verdad le gustaban. Soltó un largo suspiro, ahora mismo, aunque ella estuviera inmovilizada bajo su cuerpo, quien se sentía débil e indefenso era él. Aylah tenía una habilidad natural para volverlo vulnerable, para derrotarlo. Era inevitable, hiciera lo que hiciera, simplemente no podía estar enojado con ella.

Aylah manteniendo las mejillas de Kadir firmemente entre sus manos, comenzó a acercarlo a su rostro mientras esbozaba una sonrisa. Sus labios estaban muy cerca, demasiado. Un delicioso beso para iniciar el día encendió su avaricia. Kadir solo se dejó llevar de manera dócil, disfrutando del calor de esas delicadas manos, olvidándose del mundo a su alrededor.




Destinada a renacer 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora