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Joshua tomó mi brazo y salimos de la casa hacia mi carro. Cada uno iría con sus respectivas parejas en un auto, así que tenía tiempo con Josh.

—Te ves muy bien — admití.

—Gracias... Igual tu — contesto.

Subí el volumen de la radio, la canción la conocía y me la sabia de memoria, sin pensarlo un minuto cante, sin importarme la presencia de Joshua. No sé si me sorprendió más el que él cantara conmigo o que bailara al ritmo de la canción, tenía una bonita sonrisa en su cara.

—Eso fue divertido — admitió esta vez al terminar.

—Me encanta esa canción — dije.

—Es la favorita de Jihoon.

—Te vez mejor sonriendo que con una cara de enfadado, triste o algo parecido.

—Contigo no se puede estar de otra manera — rio esta vez.

—Ya pedí perdón por lo de la cara.

—Ya te dije que lo pensaría.

Hubo unos minutos de silencio, silencio cómodo, creo que vamos mejorando.

—Tal vez esto funcione — comentó de la nada — Si nos llevamos así, no sería tan malo — admitió. Me sorprendí — Ya sabes lo que dicen, si no puedes contra el enemigo, únetele — me dio un codazo.

—¿Así que soy ahora el enemigo?

—Quizá al principio lo fuiste, pero admitámoslo, tú me odiabas por arruinar tu vida y yo, bueno, yo tenía los mismos pensamientos hacia ti.

—Digamos que si...

Después de unos minutos hablando, llegamos al restaurante, lo ayude a bajar y el encargado llevo el coche a estacionar.

—Ha sido un camino muy corto — comentó mi padre, quien estaba junto a mí madre.

—Ni lo he notado — comente.

Optamos por entrar al lujoso lugar, que era muy hermoso, no había venido aquí, puesto que está era mi primera vez en Corea.

—Esto es aburrido — susurro Joshua cerca de mi oído.

—No tanto.

Un mesero nos guio hasta nuestra mesa, el lugar era grande con una hermosa y llamativa pista de baile en el centro. Nos sentamos y comenzamos a conversar, claramente me tocó a un costado de Joshua y junto a mí mi madre.

—Entonces... — hable esta vez yo.

—Cuéntame, ¿qué te gusta?... Quiero ser un buen esposo — dijo solo para nosotros dos y con algo de sarcasmo en sus palabras.

—Me encanta la pizza.

—Prefiero la hamburguesa.

—Tengo en Los Ángeles a una linda perrita, se llama Lana, es mi bebe, la amo con toda mi alma.

—Me gustan los gatos.

—¿Ya conoces Los Ángeles?

—Ya, estudié ahí un año, hice buenas amistades estando allí. ¿Cómo es la casa de ahí?

—Bueno, la nuestra en sí, no la conozco, es una sorpresa para ambos, pero mi casa es grande como la de tus padres.

—Veo que ya se hablan — dijo el señor Hong.

—Ha si... No estamos "conociendo" — respondió por mi Joshua.

Después de unos minutos llego la comida, que desconozco en qué momento la pidieron, comenzamos cada uno a degustar de sus alimentos.

—Te manchaste — hablo mi madre quien con la servilleta me limpia la quijada.

—Gracias mami.

Debo de admitir que amo a mi madre por sobre todas las cosas, sin importar que ella también me esté casando a la fuerza, es mi madre y entre mi hermano y yo, soy el más apegado a ella.

—Así que eres niño de mami — dijo burlonamente y en susurro Josh.

—Que te puedo decir, es la mejor mujer del mundo, la amo.

—Me agrada que seas sensible.

—No lo soy.

—Vamos a bailar, por si quieren ir — hablo la madre de Joshua.

Nos quedamos sentados un rato, ahora el silencio se apoderó de la mesa, silencio que decidí romper minutos después.

—¿Bailamos? — dije poniéndome de pie y colocando mi mano frente a él.

Matrimonio Forzado | JihanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora