Fin

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—¿Tienes apetito esta mañana? —preguntó mi madre al entrar con una bandeja de comida, asquerosa comida de hospital.

—No, mamá.

—Sabes que ahora debes comer para reponerte —sentenció.

—Lo sé, es solo que no tengo apetito. Lo único que quiero es salir de aquí e ir a mi casa.

La puerta se abrió y apareció Yeji, quien entraba algo feliz. Por alguna razón, no había venido a ver a la pequeña, y meses atrás mi madre se había encargado de avisarle que serían abuelas.

—¿Cómo has estado, hijo? —me preguntó mientras arrullaba a la bebé en sus brazos.

—Bien —hice una pausa y me cuestioné si debía preguntar sobre Jeonghan. En serio me preocupaba, ya que no estábamos en las mejores condiciones. Me armé de valor, listo para preguntarle —¿Cómo se encuentra Jeonghan? Digo, ¿está bien? ¿Lo encontraron al fin?

Yeji miró a mi madre, quien asintió levemente. Por un momento, un escalofrío me invadió por completo; tenía miedo de las palabras que diría.

—Después de una muy larga búsqueda entre los escombros del edificio, encontraron a Jeonghan debajo de algunos. Estaba en un pésimo estado, casi muriendo. Los paramédicos lo atendieron rápidamente y lograron salvarlo. Está algo lesionado y se encuentra en un hospital en Los Ángeles. Aún no sabe nada sobre ti ni sobre la pequeña —le dio un besito en la frente a mi hija.

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—¿Cómo se siente, señor Yoom? —preguntó una enfermera mientras añadía una inyección a la pequeña bolsa situada junto a mí.

—Mejor que hace un par de horas —respondí.

—Hay unas personas allá afuera que quieren hablar con usted.

—Si es prensa, por favor llama a seguridad.

—Descuide, señor.

La enfermera salió de mi habitación y, unos minutos después, entraron dos policías.

—Buenas tardes —saludaron ambos —Queremos hacerle algunas preguntas.

—He respondido a otras.

—Lo sabemos, pero es necesario. Como sabe, el incendio fue provocado y por culpa de este artefacto —uno de los policías mostró una imagen de un encendedor. Yo lo conocía; se me hacía tan familiar. De algún lado lo había visto. —¿Usted acaso lo reconoce? —preguntó.

—No lo reconozco, pero me resulta demasiado familiar; sin duda lo he visto en alguna otra parte.

—¿No sabe de alguien que quisiera hacerle daño a usted o a su familia?

—No, por el momento no puedo ayudarles, pero en cuanto recuerde a quién le pertenece eso, no duden en que se los haré saber.

—Es bueno que coopere con estas cosas —dijo uno de ellos.

Salieron de mi habitación y me quedé consternado. ¿Por qué Mark quería atentar contra mi vida? ¿O por qué contra mi empresa? Bueno, tal vez conocía la respuesta a eso.

—Hola, hermanito —habló Hyungwon, logrando sacarme de mis pensamientos.

—¿Qué haces por aquí? —pregunté.

—Vine a verte, claro está.

Tomó asiento frente a mi camilla y dio un gran suspiro. Movió sus manos y luego su cabeza para verme de nuevo.

—¿Qué ocurre? —pregunté ya cansado de su extraña inquietud.

—Nada —fingió demasiado mal.

Matrimonio Forzado | JihanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora