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Desperté a un costado de Jeonghan, quien aún se encontraba dormido. Seguía siendo tierno; sus mejillas se llenaban de aire, lo que lo hacía ver aún más adorable. Sin quererlo, lo desperté y él se levantó de manera graciosa.

—Despierta, hay un campamento al que asistir —le dije.

—¿Qué diremos? Verán que llegamos juntos y sospecharán.

—Ya lo tengo todo planeado; solo necesito que me dejes en el súper que está cerca de mi casa —dije, convencido de mi excusa.

—No, eso implica que tendrás que caminar —respondió mientras me abrazaba y besaba mi hombro desnudo. Reí ante su tacto—. Cuéntame el plan.

—Comprar una sudadera y tú una pijama. Dices que saliste por un café, el cual vas a comprar, y que mientras regresabas a casa me viste. Yo me arreglo con mi mentira sobre por qué me salí temprano de la fiesta.

Al parecer, convencí a Jeonghan y ambos comenzamos a vestirnos. Lo de anoche fue distinto a otras veces; nunca lo había sentido tan mágico, tan especial. Y sí, quizás sabía la verdad sobre todo esto, pero aceptarlo era lo difícil. Había hecho el amor con Yoon Jeonghan, mi exesposo, una persona que me había atraído mucho y a quien dejé y engañé.

Subimos al auto de Jeonghan y, en el trayecto al súper, ninguno habló. Fue algo relajante, al menos para mí. No quería tocar el tema con él porque me resultaba incómodo.

Llegamos y bajamos juntos. Compramos lo necesario y volvimos al auto. Él condujo en dirección a casa de mis padres, donde me esperaba un sermón.

Al bajar, como todo un caballero, abrió y cerró mi puerta.

—Shua... sobre lo de anoche...

—No te preocupes; no ocurrió nada. No diré nada —lo interrumpí

—No es eso... es...

—¿Dónde estaban, señoritos? —preguntó Yeji con un tono de burla y exasperación.

—Caminando —respondimos al mismo tiempo.

—Café —dijo él al señalar su café de Starbucks.

—¡Ya aparecieron! —gritó, anunciando nuestra entrada.

—Joshua Hong, ¿dónde te habías metido? —preguntó mi madre con preocupación.

—Lo siento, mamá. Ayer salí de la fiesta y fui a dar una vuelta. Terminé en mi casa. Venía de regreso, pero me quedé dormido. Jeonghan me vio y me trajo.

La mirada de mi madre pasó de mí a Jeonghan, como si supieran que esto era una gran mentira.

—Sí, salí muy temprano. Me levanté demasiado pronto hoy, salí por un café y di una vuelta por la ciudad. Cuando venía de regreso, vi a Josh y lo traje, ya que supuse que íbamos al mismo lugar —explicó Jeonghan  con tono casual.

Mi madre y Yeji nos miraron durante unos segundos, mientras nosotros, como niños regañados, teníamos la cabeza gacha.

—Apúrense en arreglarse —habló —. Salimos en diez minutos.

Ambos caminamos hacia las escaleras y tomamos direcciones distintas. Entré en mi habitación, donde Seokmin apenas podía vestirse. Al verme, sus ojos casi se salían de su órbita.

—¿Dónde pasaste la noche? —preguntó con curiosidad.

—En mi casa —respondí.

—¿Tiene algo que ver con que Jeonghan haya salido ayer de su casa? —inquirió con los ojos entrecerrados.

—Fue pura casualidad —dije rápidamente.

—Cuéntame —pidió mi amigo.

—Promete no decírselo a nadie.

—¡Por favor, Joshua! ¿A quién podría decírselo si eres mi único amigo?

—Buen punto —reconocí mientras tomaba asiento en la cama y me colocaba unos tenis. Mi amigo imitó mi acción.

—Ayer fui a mi casa aquí cerca; no sé, quería estar solo, alejado de todos. Llevé una pequeña botella de vino. Juro que por pura coincidencia Jeonghan apareció de la nada en la casa. Hablamos y tal vez aclaramos algunas dudas y después... —alargué la última palabra con un susurro.

—Y después... —repitió él alargando la palabra igual que yo hacía un instante.

—Ya sabes qué pasó; fue algo mágico, amigo. Nunca antes había sentido esto.

—¿Volverán? ¿Lucharás por él? ¿Le bajarás el novio a Alexander? —preguntó rápidamente.

—¿Qué? Oye, que solo hayamos pasado una noche no significa mucho.

—Significa más que eso y más por cómo lo describes.

—Claro que no.

—Si tú lo dices...

Matrimonio Forzado | JihanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora