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—¿Cómo has estado? —me limité a solo darle la mano.

—Muy bien, hijo —saludó tomando mi mano.

—¿Y mi madre?

Rodó los ojos ligeramente al escuchar hablar de mi madre, pero luego volvió.

—Creo que ha ido al tenis.

—Ok... Dile que pase a visitar, me voy en dos días.

—¿Tan rápido? Hijo, no hemos hablado desde que te fuiste. Te extraño —dijo esto último con ternura.

—¿Sí? No te preocupes, tienes a una hija que cuidar. Me voy, se me hace tarde... Para cualquier cosa que tenga que hacer.

Me di la vuelta y caminé hacia la salida. No me gustaba ser así con mi papá, pero de cierta manera no puedo evitar serlo ya que aún me duele su engaño a mi madre y a mí. Enojarme con mi papá no es lo mejor que he hecho, pero está bien.

Conduje hasta mi casa y entré. Estaba solo. Miré el reloj y marcaba las diez de la noche. Seguramente Mingyu ya no vendría a dormir. Subí a la habitación y me cambié por una cómoda pijama. Estaba agotado, me dolían los pies horriblemente. La puerta sonó. La verdad, me pregunto quién será, ya que dudo que sea mi madre.

La curiosidad fue más grande que yo y fui a atender la puerta.

—Wonho —me sorprendí al verlo parado ahí, afuera de mi casa —¿Qué haces aquí?

—Me enteré de que estabas en la ciudad.

—¿Cómo?

—Eso es lo de menos ahora.

Wonho pasó a la casa sin siquiera yo decirle algo. Pero no dije nada para detenerlo, simplemente lo dejé y ya.

—Estás muy hermoso —habló él —Aunque solo nos hayamos dejado de ver hace dos meses.

—Veo que llevas la cuenta —comenté.

—Es lo que haces cuando te arrepientes de algo estúpido que hiciste.

—Eso ya no importa, he decidido olvidarlo.

—Quería pedir disculpas.

—He olvidado todo.

Wonho se acercó hacia mí. No sé por qué no me alejé ni un centímetro. Realmente quería saber qué haría, aunque probablemente ya supiera la respuesta.

Y como sospeché, él me besó. Me dio un beso suave y duradero. Sí, ese sabor me volvía loco, sus manos en mis caderas me estremecían.

—¿Quieres subir al cuarto? —pregunté un poco agitado.

Él asintió y ambos subimos las escaleras. Sus manos se entrelazaban con las mías. Me sentía un poco mal por Jeonghan, pero esto que sentía por él era más grande. Algo me decía que debía hacerlo, y fue lo que hice.

Comencé a besar sus labios. Hacía mucho tiempo que no los probaba. Él empezó a subir mi camisa y yo a desabotonar la suya. Nuestras lenguas se encontraban en una batalla y nuestras manos estaban en movimiento. Esto era excitante. Me tumbó de espaldas en la cama y los besos continuaron. Empezó a bajar sus labios por mi cuello hasta llegar a mi pecho. No pude evitar gemir al sentir su lengua en uno de mis pezones y su mano acariciando el otro. Le quité los pantalones con un poco de ayuda, tomé su miembro por encima del boxer y comencé a jugar con él.

—¡Mierda, Joshua! —exclamó pero sonó más como un gemido.

Quitó mis pantalones seguido de mi bóxer. Tomó sus dedos y los introdujo en mí. Sus dedos se movían muy bien; era algo placentero; sin duda sabía cómo hacerme sentir muy bien.

—Mierda —dije con la voz temblorosa —Hazlo ya.

—Como tú digas.

Y fue cuando introdujo su miembro en mí. Oh Dios mío, gemí ante eso; sus embestidas eran rápidas, excitantes y placenteras; me encantaba sentirme así. Después de unos momentos ambos llegamos juntos a un orgasmo espeluznante; me encantó; besé sus labios y me acosté a un lado de él; con su mano comenzó a acariciar mi brazo haciendo trazos inexistentes en él.

—Eso me gustó —admití.

—Ya te extrañaba —dijo y me regaló un beso en los labios.

Matrimonio Forzado | JihanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora