—¿Y tú qué haces aquí? —escuché su suave voz.
—Te pregunto lo mismo.
—Estoy en mi casa.
—Qué raro, igual es mi casa.
—Es mía.
—Por favor, Joshua, es tan tuya, como mía.
—Quiero pensar y estar solo.
—Vaya, compartimos el mismo sentimiento —hablé.
Hubo silencio, pero después él comenzó a carcajear.
—¿Qué te ocurre? ¿Acaso ya estás loco?
—Míranos, somos unos inmaduros —dijo entre risas. Su risa me contagió y comencé a reír con él —¿Ves? No podemos vernos sin decirnos indirectas o cosas parecidas.
—Tienes mucha razón —paré de reír.
—¿Quieres acompañarme? Estaba a punto de abrir una botella de vino.
Caminamos a la sala y nos sentamos en el suelo. Solo había una copa, así que deduje que tomaríamos de la misma.
—¿Qué ha sido de ti estos tres años? —preguntó mientras trataba de abrir la botella.
—Me dediqué a la empresa —respondí mientras tomaba la botella y la abría, ya que Shua no pudo. La serví en la copa.
El silencio se hizo presente. Nuestras miradas chocaron y se quedaron ahí, un largo rato, mirándose, diciéndose nada.
—¿Por qué te fuiste? —salió de mis labios sin previo aviso. Era algo que nunca pude explicarme y necesitaba saberlo.
—¿La verdad? —tomó un poco de la copa.
—La verdad —respondí e imité su acto.
—No podía con mi conciencia. En realidad, yo te engañé primero que tú, y me sentía mal por eso. Pero mira, nos fue bien a ambos. Ahora hago lo que siempre quise y tú trabajas en la empresa y tienes un lindo novio a quien amas demasiado —tomó de la copa después de terminar su frase.
—Te fuiste sin despedirte.
—Te di un beso mientras dormías; te veías tan tierno...
—¿Al menos te dolió? —pregunté. En serio necesitaba saberlo; necesitaba sacar esta espina que no me dejaba vivir.
Él bajó la mirada y luego la alzó para mirarme con sus hermosos ojos.
—Sí —susurró —Pero sabes qué... son tonterías; ya no tienen nad...
El impulso me llevó a besarlo, y él correspondió al beso. Era tan delicado. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo besé que había olvidado el sabor de sus dulces labios. Nos separamos un poco y él me miró.
—¿Y a ti? ¿Te dolió todo lo ocurrido?
¿Qué si me dolió? Tardé un mes en salir de casa, dos años en confiar en hombres, pero lo único que no he logrado conseguir en estos tres años es olvidarlo.
—Demasiado.
—Fuimos tan tontos —rió mientras tomaba lo último que quedaba de la copa, y al parecer también de la botella.
—Ni hablar, te busqué.
—¿En serio?
Sus ojos tenían un toque perfecto, un brillo singular, algo que sin duda me volvía loco. En ese momento, el mundo a nuestro alrededor desapareció. Él tomó la iniciativa y me besó. El beso fue lento y apasionante, lleno de una química que había estado latente durante tanto tiempo. Sus labios se movían con suavidad contra los míos, cada caricia era como un eco de lo que habíamos perdido y deseado recuperar.
—Hazme tuyo —susurró en mi oído con una voz temblorosa de deseo.
Comencé a dejarle besos húmedos por todo su cuerpo, saboreando cada parte de él como si fuera un manjar prohibido. Mis labios exploraban su piel suave y cálida, dibujando caminos por su cuello y sus hombros, mientras mis manos se deslizaban por su cintura. Con delicadeza alcancé los botones de su camisa y los solté despacio, disfrutando del momento como si el tiempo se hubiera detenido. Él tomó mi chaqueta y se deshizo de ella junto con mi corbata; todo sucedía con una lentitud deliciosa, como si quisiéramos saborear cada instante.
Bajé mis pantalones mientras él se deshacía de sus calzoncillos, sintiendo la electricidad en el aire entre nosotros. La anticipación crecía mientras nuestras miradas se encontraban, llenas de deseo y complicidad. Aún quería disfrutar de su tacto; sus manos viajaban por toda mi espalda, haciendo trazos suaves que me erizaban la piel.
Finalmente, en el momento preciso en que nuestras respiraciones se entrelazaron, entré en él. Se le escapó un gemido que intentó ahogar; el sonido era música para mis oídos. Todo era lento y profundo; nunca antes había sentido esta conexión visceral. Él se aferraba a mí con fuerza mientras nos movíamos al unísono, como si nuestras almas estuvieran danzando juntas.
El calor entre nosotros aumentaba con cada movimiento; era una mezcla perfecta de pasión y ternura. La habitación parecía girar a nuestro alrededor mientras nos perdíamos el uno en el otro. Cada caricia era un recordatorio del amor perdido y reencontrado; cada beso encendía llamas que creíamos apagadas.
Al llegar juntos al orgasmo, dejé descansar mi cabeza sobre su pecho mientras escuchábamos los latidos acelerados de nuestros corazones. Nos quedamos allí, acostados en la sala, exhaustos por lo que acababa de suceder. A pesar de la incertidumbre del mañana, en ese instante solo existíamos nosotros dos.
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Matrimonio Forzado | Jihan
Fanfiction⤹Desde lo más remoto de los tiempos se cree que el matrimonio no es solo amor, cariño y sentimientos mutuos entre una pareja, han aprendido a manejar este bello gesto de amor en alianzas, uniones, cosas que a futuro les dará frutos buenos. En épocas...