⇝41-II ღ

34 4 0
                                    

¿Qué teníamos de que hablar? Claro que lo teníamos que hacer, y ahora que ambos habíamos dado el primer paso, solo daba a una cosa: ambos teníamos que decir algo.

—¿Quieres comenzar tú? —pregunté y él asintió.

—Creo que sabes cómo comenzó todo esto, ¿verdad? Tal vez cuando nos obligaron a todo eso. Aún no estábamos listos; teníamos a nuestras parejas, creíamos ser felices y pensamos que para hacerlo debíamos destruir este matrimonio. ¿Quién diría que ese habría sido nuestro peor error? O al menos el mío. En realidad, supe cuánto te extrañaba hasta que te volví a ver en el cumpleaños de tu padre. Te veías hermoso, y luego en el campamento; ahí descubrí que lo que más anhelaba en la vida era pasarla junto a ti —tomó aire para seguir hablando—. Digamos que aquí viene la parte que estoy seguro de que no sabes: tu querida hermana nos observó en el lago y no dudó más de un minuto para correr a decírselo a Alexander. De ahí viene la noche que casi nos encuentra afuera. La enferma de Eunchae —y perdóname por referirme así a ella— le dio la grandiosa idea a Alex de fingir un embarazo. Ella aseguró, y al parecer no se equivocó al decirlo, que yo respondería por ese bebé a pesar de lo que sintiera por ti. Tú sabes muy bien que caí en debilidad por ti más de una vez. Me gustaría que me dieras una oportunidad; déjame ser el padre de tu bebito, déjame cuidar de ti, déjame amarte, por favor.

Lo que me pedía era tan tierno que me daban ganas de abrazarlo en ese instante y decirle toda la verdad, pero algo me detenía. Aún tenía ese absurdo temor de que me pudiera abandonar de nuevo, aunque no sé por qué aparece hasta ahora. A la mierda todo; yo lo amo y solo sé que al igual que él, quiero estar a su lado.

Asentí, pero sin pronunciar palabra. Él abrió los ojos tan grandes de emoción y se abalanzó sobre mí, dándome un desesperante beso en los labios. Luego se hincó frente a mí y colocó una mano sobre mi vientre.

—Pequeño, prometo ser un buen papá; te enseñaré a andar en bici, a jugar fútbol, a conquistar chicas o chicos —le di un pequeño golpe en su cabeza como broma—. Te ayudaré para que papi no te regañe tanto —el simple hecho de hablarle a mi vientre me cautivó totalmente.

Las siguientes horas del día las pasé en mi habitación acostado junto a Jeonghan, hablando de trivialidades como si nada pasara, como si nunca hubiera pasado nada. Era extraño tenerlo junto a mí después de haberlo deseado durante meses, y no sé por qué ahora me invadía un temor distinto: el de decirle que en realidad el bebé que esperaba era suyo. Temía que se enojara por no haberle dicho nada antes; incluso ahora que estábamos mejor, quería guardármelo un tiempo más sin decírselo.

—¿En qué tanto piensas? —preguntó.

—En lo bonito pero extraño que es sentirte a mi lado —le regalé una sonrisa para tranquilizarlo.

—Ahora nada ni nadie nos separará, lo juro —me abrazó y besó mi cabeza—. A nuestros padres les dará un infarto al saberlo.

—Nuestras madres se volverán locas y querrán planear de nuevo la boda —reí al imaginármelo.

Besé sus labios mientras acariciaba su rostro; nunca me cansaría de hacerlo.

—¿Te gustaría casarte de nuevo conmigo? —preguntó y lo miré con los ojos muy abiertos.

Matrimonio Forzado | JihanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora