Matrimonio Forzado | Jihan

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—Amor, ¿qué te pasa? Te veo muy distante —dijo Alex, acercándose hacia donde yo estaba —Estás muy serio.

—No es eso, es que estoy buscando una forma de decirle a mis padres. ¿Cómo lo haremos?

—Si quieres, hoy mismo, en este instante —propuso.

La verdad es que ya me daba igual. Un regaño más de mis padres; estoy seguro de que no es lo que quiero, pero es lo que debo hacer.

—Vamos a buscar a mis padres —traté de sonreír y darle ánimos. Internamente, solo intentaba hacerme sentir mejor, pero lo único que conseguí fue formar una gran y muy notoria mueca de disgusto.

—Está bien —dijo mientras me daba un pequeño beso en los labios.

Sí, no sentí nada cuando me besó. ¡Mierda! Me di cuenta muy tarde.

Ambos nos paramos del camastro en el que estábamos y fuimos adentro buscando a mis padres. Los invitamos a salir; juro que estaba nervioso.

—Papás —hablé. Por alguna extraña razón, no podía verlos a la cara.

—¿Qué pasa, hijo? —preguntó mi madre.

Su tono de "yo sé que ocurre" me preocupó, y su expresión descifraba perfectamente la mía. ¡Dios! No hay mujer como mi madre, y temo que ella se decepcione de este pequeño error.

—Hijo, sabes que puedes decirnos lo que quieras —apoyó mi padre.

—Bueno —traté de sonreír, pero fallé de nuevo —Quería... queríamos —corrigí rápidamente —Decirles que... —tomé aire —Alex está embarazado.

Mis padres se "sorprendieron" y nos felicitaron forzosamente.

—Hijo... —suspiró mientras colocaba su mano en mi hombro —Alexander, Junseo, ¿pueden dejarme a solas con mi hijo? —los miré; ambos sintieron la tensión y se marcharon.

—Hijo... —solo bastó que ella dijera esa palabra para que me refugiara en sus brazos. Comencé a llorar como el niño que algún día fui; el niño que necesitaba de su madre un abrazo —Mi niño —acarició un poco mi cabeza.

—Mamá, la he cagado —dije entre sollozos —Yo, en otros momentos, estaría muy feliz, pero... ayúdame, mamá —lloré aún más.

—Hijo, mírame —tomó mis mejillas con ambas manos y alzó mi cara —¿Comienzas a sentir algo por Joshua?

—Ese es el problema, mamá —respondí mirándola con algunas lágrimas aún recorriendo mis mejillas —Descubrí que lo que siento por él, lo que sentí nunca se fue; siempre estuvo ahí. Lo único que hacía era negarme a sentirlo. Estaba dispuesto a terminar mi relación con Alexander; mamá iba a ser feliz con Joshua, pero tuve que arruinarlo —mi voz volvió a romperse y lloré más.

—Hijo, no sé qué decirte, y menos cuando sabes que Alexander no es de mi total agrado. Pero debes hacer lo correcto, no por él, tal vez no por ti, sino por ese bebé que viene en camino, el cual no tiene la culpa de las tonterías que hicieron sus padres —dijo mi madre —Mira, este viaje acaba en dos días; puedes soportarlo. Volverás a Los Ángeles y harás lo correcto. En cuanto a Joshua, es mejor que se entere por ti que por alguien más. Explícale si no quieres que la situación se complique aún más.

—Creo que peor no puede ser —respondí.

—Encontrarás la salida a esto, y recuerda que siempre estaré para ti, para mi bebé —dijo mientras movía mi cabeza de un lado a otro como un niño de cinco años.

—Mamá, por favor —le pedí mientras ella me abrazaba —Muchas gracias.

—Deja de llorar y vamos adentro.

Asentí y caminé con mi madre hacia la casa.

Después de una tarde con mi hermano en el lago, decidí "descansar". En realidad, me fui a la habitación donde Joshua se quedaba secretamente. Necesitaba pensar y buscar alguna forma de decirle que lo nuestro, por el momento, no podía ser.