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En realidad, no quería asistir a la fiesta de mi padre, así que le dije una mentirita piadosa a mi madre sobre el olvido de Seokmin.

—¿Quién era? —preguntó Miranda mientras trazaba algo en los panfletos.

—Mi madre, quiere que asista a la fiesta de mi padre.

—¿En Corea?

—Sí —respondí.

Tenía mucho que no visitaba Corea, más bien, desde que me instalé en Inglaterra no lo hacía. Claro que extraño muchas cosas de ahí, como su comida, sus lugares y demás. Muy pocas veces aquí encontrarías a alguien con dones culinarios y con el sazón coreano.

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—Buenos días, cariño —dijo Alex mientras besaba mi mejilla.

—Buenos días.

—He pedido el desayuno al cuarto.

—Ok, no hay problema.

—Tu madre ha llamado esta mañana.

—¿Por qué no me levantaste? —reproché.

—Te veías muy lindo descansando.

—¿Qué quería?

—Quería que confirmáramos la asistencia a la fiesta del amigo de tu padre.

—¿Dijiste que sí?

—Sí.

—Ok, es importante ir. Juwon es un gran hombre y es agradable. Aparte, es mi jefe.

La puerta sonó y Alexander abrió para que el desayuno entrara. Comencé a comer un poco, pero sabía que él no se quedaría más con la duda.

—¿Desde cuándo lo conoces?

—¿Conocer? ¿A quién?

—A Joshua Hong, el diseñador.

—Bueno, sus padres son Juwon y Lia Hong, socios de mis padres quienes juntos hicieron las empresas. Lo conocí hace unos cuatro años, quizás, y no lo había vuelto a ver desde hace mucho.

—Ohh, ¿y te agrada? Parecías muy sorprendido al verlo anoche.

—Es agradable, y claro, me sorprendí al verlo. Hace mucho que no lo veía y sin duda ha cambiado.

—¿Operaciones?

—No, o sea, se ve más maduro.

Por obra del Espíritu Santo, Alexander mantuvo su boca cerrada por lo que quedaba del desayuno, así que pude disfrutarlo. Me incomodaba hablar de Joshua con él, ya que nunca antes le había contado sobre mi precoz matrimonio. ¿Razón? Bueno, por el simple hecho de que no lo veo necesario. O sea, si hay que decirlo, pero aún no me siento listo; aún no es el momento. Se levantó de la mesa sin antes darme un beso en los labios y caminó hacia el baño; estoy seguro de que se daría una ducha.

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—Oye —hablé a mi amigo quien se encontraba viendo una película en la tele.

—¿Qué pasó? —dijo colocando pausa a su película.

—Vamos a ir a la fiesta de mi padre.

—¡Oye! Pensé que no iríamos —rió.

—Ese era el plan, pero mi mamá llamó esta mañana preguntando si iríamos y dije que habías olvidado reservar nuestros lugares.

—El bueno siempre es el culpable —ambos reímos.

Colocó de nuevo la película y se supone que ambos debíamos ver. Yo no podía concentrarme; me quedé pensando en qué haría. Tenía mucho tiempo sin visitar Corea y se me hacía extraño.

Es claro suponer que estarán Yeji y toda su familia, incluyendo a Jeonghan y tal vez a Alexander. Y eso será completamente incómodo... aunque será algo ¿emocionante?

.
.
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—No quiero ir —me quejé al bajar del auto.

—Tenemos que hacerlo, es la fiesta de tu padre.

—Pero no quiero.

—Se te hará súper rápido. ¿Qué malo puede pasar? Solo son tres días.

—Bueno, eso es cierto. Son solo tres días. ¿Qué puede pasar?

—¡Dios, hijo! Has crecido tanto.

—Solo han sido tres años, mamá —respondí algo irritado, pues mi madre no dejaba de abrazarme y besarme las mejillas.

—Se me han hecho eternos —hizo una leve pausa mientras miraba sobre mi hombro—. ¡Seokminie! Tú también has crecido —reaccionó igual que conmigo, y eso me hizo reír.

—Pasen, que ahora todos están aquí.

Matrimonio Forzado | JihanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora