XIX

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Jimin y Tae habían regresado a Busan dejando atrás todos sus sueños.

La vida que sus padres habían planeado ya la estaban viviendo, pero presentían que la peor parte estaba por venir.

—Padre, ¡no puedes hacerme esto! —exclamó el rubio con voz temblorosa.

—No hay más que decir Jimin, en un mes te casarás en Taiwan con Junseo Lee, él es el inversionista más poderoso que tenemos, además solo te lleva 18 años, no es la gran cosa.

—¿Estás bromeando?

—No es broma Jimin, no entiendo porque te asombras tanto, hace unos días pasaste la noche con un sujeto que apenas conociste, no te será difícil darle el trasero a otro más.

—¿Me estabas espiando?

—Por supuesto, debo cuidar mis intereses —contestó su padre con arrogancia.

Y ahí todo estuvo claro para Jimin, no lo quería como hijo, sino como una inversión a largo plazo. Su corazón dolió y más porque sabía que en todas las decisiones que tomaba su padre, también estaba de acuerdo su madre.

—Seguirás trabajando en la empresa y nos volveremos los más poderosos del país con esta unión.

Jimin bajó la cabeza sintiéndose terriblemente decepcionado, ¿cómo podía venderlo de ese modo?, él debía guiarlo para tener una buena vida, no arrástralo como lo estaba haciendo.

—En tres días cenaremos con él para que se vayan conociendo, ahora retírate y checa que el pedido que salió ayer a Inglaterra se haya entregado correctamente.

Jimin asintió, hizo una reverencia y salió de la oficina de su padre sin volver a decir una palabra.

—¿Qué te dijo? —preguntó Tae entrando al despacho de Jimin, se sentó en una silla frente a él y esperó a que le respondiera.

—En un mes me caso en Taiwan con Junseo Lee, un inversionista que según mi padre, es el más poderoso de la compañía —contestó Jimin haciendo comillas en el aire con sus dedos.

—¿Con ese?, ¡rayos!, tiene buen cuerpo, pero se ve que es un maldito pervertido, que cosa, si no fuera porque es millonario, tus padres jamás hubieran pensado en casarte con un hombre, ¡vaya!, nunca se acaba de conocer a la gente.

—Lo he visto Tae y me causa miedo.

—Jimin, escapemos, tengo unos ahorros en una cuenta secreta, vámonos lejos, no nos pueden manipular de esta manera, a mí también me van a casar con quien sabe que hombre, anoche escuché a mis padres hablar de eso.

—¡Hay, Tae!, ¿por qué tuvimos que nacer en ésta familia?, y pensar que la gente cree que el dinero compra la felicidad, sin duda no saben nada al respecto.

—Hazme caso y vámonos.

—Tarde o temprano nos encontrarían y sería peor para nosotros.

—!Odio nuestra vida! —gritó Tae mientras se despeinaba el cabello lleno de coraje e impotencia.

El enorme despacho con vista increíble de Busan, estaba siendo testigo de la vida tan dura que los amigos llevarían.

🌓

El lujoso restaurant estaba situado en uno de los edificios más caros de la ciudad, solo la gente adinerada podía pagar el costo de una cena ahí.

El sutil color dorado del papel tapiz en las paredes, hacían lucir los grandes ventanales que daban una hermosa vista de la ciudad, los manteles blancos, las flores de varios colores en enormes jarrones de vidrio y las lámparas de cristal, adornaban majestuosamente el opulento lugar.

—Disculpa la tardanza Lee, ya sabes como tardan estos chicos de ahora en arreglarse.

—No te preocupes Park, yo feliz de esperar a mi prometido.

—Saluda Jimin —dijo su madre moviéndolo al frente del hombre.

—Buenas noches señor Lee —el rubio hizo una reverencia.

Jimin le sonrió forzado, la forma en que su mirada se clavaba en el rubio era obscena, nadie podía negar que Lee tenía buen cuerpo, no era guapo, pero pertenecía al grupo de hombres que tenían algo que los hacía verse atractivos, aún así, en el interior de Jimin solo había miedo.

—Es un verdadero placer poder verte de cerca al fin, futuro Jimin Lee —el hombre se paró y escaneó el cuerpo del menor sin pudor, su sonrisa pervertida hizo que Jimin sintiera un escalofrío.

Todos tomaron su lugar en la mesa, mientras Jimin intentaba no ver al hombre a los ojos, la forma en que lo veía lo hacía sentir muy incómodo.

—Bueno, pidamos la cena de una vez —habló el papá de Jimin, ignorando las miradas de Lee hacia su hijo.

Cada uno pidió un platillo, que acompañaron con un vino fino que les recomendó el mesero.

—Bueno Lee, ¿qué te parece nuestro Jimin? —preguntó el señor Park dando un sorbo al vino y cuestionando como si su hijo se tratara de un objeto en venta.

—Hermoso Park, de haberlo sabido te hubiera propuesto la unión hace mucho tiempo.

—Igual sabías que debía de terminar su carrera.

—Fui muy paciente contigo Park, espero no arrepentirme de ésta inversión.

—No lo harás, nuestro Jimin es muy obediente y hará todo lo que le pidas.

—¿Me disculpan un momento?, voy al baño —habló Jimin levantándose de su silla.

—Adelante mi cielo —contestó Lee.

Jimin hizo una reverencia y se encaminó a un pasillo largo, no podía retener más el nudo que tenía desde hace rato en su garganta.

Entró a los baños, se metió a un cubículo y se sentó en la tapa del retrete. Recordó las palabras de su padre, junto a la mirada pervertida de ese hombre y sus lágrimas empezaron a rodar sin control, su vista estaba perdida, deseaba buscar alguna salida de todo, pero no la encontraba.

El dolor golpeó su pecho tan fuerte que le llegó a faltar un poco el aire, respiró profundo y cerró los ojos para concentrarse en su respiración. No podía tener un ataque de ansiedad justo en ese momento.

Después de varios minutos de desahogo, limpió sus lágrimas y salió del cubículo un poco más calmado.

Se dirigió al lavabo, mojó su cara, tomó una toalla, vio al espejo para retirar toda huella de llanto y se encontró con el reflejo de una persona.

—¿Jimin?

La cuenta pendiente con mi alma gemela [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora