XXV

1K 140 10
                                    

Jimin se quedó pensando, tal vez el nombre que escuchó no era el de Jungkook y el beso que sintió en la frente fueron parte de la sedación. Los recuerdos de lo que vivió con el pelinegro seguro le habían jugado una broma a su cabeza. Suspiró y se volvió a acostar.

—Solo preguntaba.

—Ahora, dime ¿qué fué lo qué pasó?

El rubio recordó lo que dijo su padre y comienzaron a rodar lágrimas por sus mejillas.

—Mi Padre me dijo que fuera a casa por mis maletas para irme hoy a vivir con Lee, ambos pensaron que sería mejor estar juntos antes de la boda y que me dejara hacer lo que ese hombre quisiera.

Tae se apartó de la cama, se levantó y se tocó la frente con una mano viendo hacía afuera por la ventana tratando de no explotar. Se sentía frustrado e impotente, ¿cómo podía ayudar a su amigo?, suspiró, regresó, tomó su mano y la acarició con amor.

—Lo siento amigo, quiero ayudarte, pero no sé como hacerlo Tae lloró, realmente deseaba estar en su lugar, para evitarle ese sufrimiento.

—No llores, estaré bien —Jimin acarició el cabello de su amigo— no les digas a mis padres lo que me pasó, por favor.

—No te preocupes por eso.

Ambos se quedaron en silencio por varios minutos, estaban completamente perdidos y solos.

La noche llegó y Jimin acababa de ser dado de alta del hospital. Él y Tae se dirigieron a su casa para preparar las maletas. Llegaron a la mansión y entraron.

Lee y los Park estaban sentados en la sala hablando y tomando café mientras esperaban al pelirrubio. Una vez que lo vieron entrar junto a Tae, se levantó su padre molesto.

—¿Por qué tardaste Jimin?, te había dado una orden, ¿dónde estabas?

—Lo siento señor Park, fue mi culpa, me sentí un poco mal y Jimin me acompaño al médico —habló Tae tocando su cabeza y fingiendo malestar.

—Bueno, bueno, sube y prepara las maletas, no hagas esperar más a tu prometido, Jimin —dijo ignorando a Tae.

—Sí, padre.

—No seas tan duro con los chicos Park, esperaré el tiempo que sea necesario —Lee le regaló una mirada obscena a su prometido.

Jimin dejó de ver al hombre, hizo una reverencia y tomó a su amigo de la mano para subir al cuarto.

—Jimin, en cuánto lleguen me envías tu ubicación para saber donde estás. No dejes que te toque, dile que espere un poco, seguro para entonces ya sabré como sacarte de ahí.

Tae hablaba caminando por la habitación de un lado a otro, mientras Jimin guardaba sus cosas en las maletas y lo veía de reojo.

—Sí, Tae, no te preocupes —Jimin lo detuvo y lo abrazó— todo estará bien.

Tae asintió con la cabeza y permanecieron varios segundos abrazados.

—Vamos, ayúdame a terminar de empacar.

—Cualquier cosa que necesites me avisas, no importa la hora —Tae le hablaba mientras acomodaba ropa en una maleta.

—Sí.

—Nos vemos mañana en el trabajo, ¿de acuerdo?

—Sí, vámonos que me están esperando.

Los chicos salieron de la habitación y bajaron por las escaleras con las maletas. Los Park y Lee estaban de pie despidiéndose. Lee volteó y se acercó a los chicos.

—Deja te ayudo, cielo —tomó las maletas que traían y se dirigió a la salida, haciendo una reverencia a los padres de Jimin— quedamos pendientes con eso, mañana te llamo Park, buenas noches.

Tae hizo caras a espaldas de Lee, sacándole la lengua. Jimin le dio un codazo y sonrió tapándose la boca por los gestos que su amigo hacía.

—Adiós papá y mamá dijo Jimin viéndolos a cada uno y acercándose a su madre.

—Mañana te llamo para seguir viendo lo de la decoración de las mesas y los detalles para los invitados —dijo su madre indiferente cruzando los brazos y evadiendo la mirada de su hijo.

—Está bien —contestó triste, Jimin solo quería un abrazo de su madre, pero estaba claro que para ella no era relevante que se fuera con un extraño a vivir.

Ambos adultos se despidieron de la pareja, mientras Tae subía al auto con su chofer y se quedaba viendo a Jimin abordar la camioneta con el hombre. No había palabras para explicar la angustia que sentía al ver a su amigo irse con Lee. Aún así, seguía pensando como alejarlo de ese tipo. Suspiró y se fue rumbo a su casa, él tendría que pasar por lo mismo cuando lo unieran con quien eligieron sus padres.

🌓

—¿Quedó todo instalado Moon? —preguntó Lee al entrar con Jimin al gran departamento.

—Sí, señor. Se acaban de ir los que instalaron los detectores de humo y las alarmas. Está todo como ordenó.

—¿Las instalaron tan tarde? —cuestionó Lee.

—Tal vez era su última parada antes de terminar su turno —Moon levantó los hombros.

—Como sea, Chan, lleva a Jimin a nuestra recámara en lo que hablo con Moon.

—Sí, señor —el hombre tomó las maletas y le habló a Jimin— por aquí joven.

—Acompáñalo mi cielo.

No soy tu cielo idiota, pensó Jimin. Esa palabra lo hacía sentir muy incomodo, pero solo asintió y siguió al hombre para desaparecer por las escaleras.

—Moon, ¿hay noticias del cargamento de armas que va a recibir Jeon?

—Seguimos en eso, aún no les han dicho dónde y cuándo será la entrega, lo único que supimos, fue que hoy recibirán una carga de droga.

—Está atento, que quiero quitarle esas armas.

—Le avisaré en cuanto tenga noticias.

—Hablando de otra cosa, ¿llevaste al chico a su casa?

Moon empezó a temblar un poco.

—Lo dejé en el hospital, señor, estaba muy golpeado y seguía inconsciente cuando lo encontré en su habitación.

Lee lo miró con odio.

—Te he dicho que solo los dejes fuera de sus casas, ¿por qué sigues siendo bueno con ellos?, si algún día te sigue la policía, te mataré, ¿lo sabes verdad?

—Lo siento, es que no los puedo dejar en ese estado, señor.

—Son solo objetos sexuales Moon. He sido muy tolerante contigo, pero a la próxima no tendré piedad.

—Sí, señor.

—Ve y consigue a un chico rubio para más tarde y llévalo al departamento de Seocho, allá pasaré la noche.

—Enseguida, señor.

La cuenta pendiente con mi alma gemela [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora