XXVIII

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—¡Bienvenidos! —saludó la recepcionista cordialmente a los dos hombres que entraron al establecimiento.

—Hola, ¿qué servicios ofrecen? —preguntó el pelinegro.

—Son sesiones de masajes relajantes.

—¿Solo masajes? —preguntó con doble sentido.

—Pueden terminar con postre si así lo desea, tenemos estos paquetes —la chica le entregó un volante con otro tipo de servicios —esto es para los que quieren algo más que un simple masaje.

El hombre tomó el papel, lo acercó a su rostro y leyó:

*Dulce de vainilla = masaje + sexo con un chico joven.

*Dulce de chocolate = masaje + sexo con un hombre maduro.

*Fresas con crema = masaje + sexo con una chica joven.

*Frutos rojos = masaje + sexo con una mujer madura.

*Sin postre = masaje con orgasmo incluido (no hay sexo, el orgasmo se provocará con el tacto del masajista).

NOTA: todos los servicios incluyen una botella de vino para su mejor disfrute.

—Vaya, me llevaré esta hoja, tal vez después la ocupe, pero por el momento necesito que me digas donde encontrar a Kim Taehyung y que tipo de servicio pagó, es un chico joven que acaba de entrar —habló el hombre regalándole una sonrisa y dejando un fajo de dinero frente a ella.

—¿Son matones? —preguntó la chica en un susurro acercándose al pelinegro que había logrado inspirarle confianza.

¿Parecemos mafiosos? —susurró igual, pareciendo sorprendido.

La chica se apartó, los vio detalladamente y negó con su cabeza.

—Obvio no, pero vamos preciosa, dame la información que pedí —la vio a los ojos fijamente— por cierto, ¿eres parte del menú? —se acercó a la recepcionista que ahora estaba congelada— eres muy hermosa —acarició su cabello con un dedo y rozó su cuello.

Ella cerró los ojos por el delicioso tacto y suspiró.

—No estoy en el menú, pero a un chico como tú, con gusto le daría un delicioso masaje con el final que quisiera.

—Entonces, algún día te daré la sorpresa, vendré a verte y yo te mostraré como me gustan los masajes —le habló acercándose y rozando sus labios con los de ella.

—¿Qué harán con el chico? —preguntó sin miedo alejándose un poco y sintiéndose nerviosa por lo que él había provocado en ella.

—Es el novio de un amigo y quiere hablar con él, ya sabes, pelea de chicos, solo nos lo llevaremos para que resuelvan sus diferencias y deje de esconderse.

La chica se alejó por completo del pelinegro, vio al otro hombre y luego el fajo de billetes, lo tomó haciéndose una idea de cuanto podría ser y por fin los guardó en su pantalón.

—El pagó el paquete de dulce de vainilla, síganme.

Caminaron por el pasillo y les señaló la puerta "dulce de vainilla", los hombres agradecieron.

—Espere, ¿hay alguna salida por atrás? —preguntó el otro hombre.

—La puerta gris a final del pasillo es de los empleados.

—Que nadie nos moleste y no estuvimos aquí, ¿de acuerdo?

La chica le guiñó un ojo al pelinegro, él se acercó, acarició su cabello y la besó por varios segundos mientras apretaba su trasero.

—Vendré a buscarte preciosa —el pelinegro dejó a la chica petrificada, como si nunca hubiera probado un beso como el que acababa de recibir.

Los hombres se voltearon a ver y afirmaron con la cabeza, abrieron la puerta y entraron.

Tae vio a los dos hombres que ingresaron a la habitación. Uno vestía traje azul, era alto y tenía el cabello castaño. El otro portaba un traje negro y era un poco más bajo de estatura que el otro, lo que llamó más su atención, fue la bella sonrisa y el cabello negro que hacían resaltar sus hermosas facciones.

—Vaya, ¿tendré doble postre? —preguntó Tae sorprendido.

—Cortesía de la casa —contestó el pelinegro con voz seductora.

Tae se estremeció ante la respuesta del chico, que le había sacado un suspiro.

El pelinegro escaneó la habitación y ubicó lo que buscaba, se acercó al vino que se les entregaban a los clientes, lo sirvió en una copa y dejó caer varias gotas de un sedante que escondió bajo la manga de su saco, la tomó con sus manos y se la entregó a Tae. Él regresó al mini bar y se sirvió en otra copa.

—Brindemos por el mejor postre que vas a degustar.

—Espera, esto es raro —dijo Tae viéndolo.

Los hombres se voltearon a ver, ¿los habría descubierto?

—¿Él no va a beber? —preguntó Tae señalando al otro.

—Me gustaría que él solo te diera el masaje y yo el postre, pero tú decides si nos quieres a los dos —contestó el pelinegro con voz sexy.

—Solo contigo sería perfecto —Tae le regaló una mirada llena de deseo.

—Salud entonces —el hombre golpeó levemente su copa con la contraria y ambos bebieron todo el contenido.

—Acuéstate, cierra los ojos y relájate por un momento.

—¿No me quito la ropa? —preguntó sorprendido.

—Aún no, dejemos que mi compañero se prepare con los aceites y el alcohol haga su efecto.

—De acuerdo —Tae hizo lo que se le pidió.

Al cabo de varios minutos, los hombres se acercaron al chico y verificaron que ya estuviera dormido. Ambos lo confirmaron, el castaño hizo un movimiento para tomarlo en brazos.

—Yo lo llevaré —el pelinegro sonrió triunfante, tomándolo entre sus brazos, ese chico llamó demasiado su atención y deseaba tocarlo aunque solo fuera de ese modo.


🌓

Tae estaba despertando, de a poco abrió los ojos y se dio cuenta que no estaba en el establecimiento, se sentó asustado de un solo movimiento, mientras veía sus manos y pies atados con cuerdas.

Se encontraba en un cuarto con una cama, un escritorio, cajas apiladas y no había ventanas. El chico que debía darle un final feliz estaba a un lado sentado viéndolo atento.

—¿Qué hago aquí?, ¿me secuestraste para pedir rescate? —preguntó Tae asustado.

—Tranquilo, estas aquí porque alguien quiere hablar contigo y no es un secuestro. Lo siento, pero tuvimos que hacer esto para traerte.

Tae miró al pelinegro atento, era extraño, ¿porque no sentía miedo?

—O k e y, ¿y quién quiere hablar conmigo?

—Yo.

La cuenta pendiente con mi alma gemela [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora