La tarde caía en la ciudad de México, dulce había convencido a Luna de tener una salida madre e hija, lo que parecía un milagro, con éxito logró su cometido. Se encontraban merendando en un Starbucks dentro de un prestigioso shopping, más de siete bolsas para cada una rodeaban aquella mesa donde estaban terminando de tomar cada una su café. Dulce estaba convencida que después de lo sucedido en aquella trágica cena, lo único que podría hacer era dedicarse un poco de tiempo para sí misma, ya habían pasado tres días de aquella noche, pero ni un solo día sin recibir mensajes y llamadas de Christopher, que, por lo visto, la perseverancia era su mejor amiga en este momento, a diferencia de ella quien llevaba por bandera a la indiferencia, pero lo que no sabía es que tarde o temprano todo sería mucho peor.
En medio de aquel momento con su hija, la adolescente comenzó a soltarse un poco más. Luna era una niña muy especial y no porque fuera su hija, sino porque tenía un corazón muy bondadoso, era tan frágil como un cristal y dulce lo sabía, la conocía demasiado, por lo que en parte aquella excusa de salir juntas le iba a permitir que ella pudiera desarmar su disfraz frente a dulce y contarle un poco de sus sentimientos, necesitaban más que nunca un buen acercamiento y así resultó. Luna comenzó a contarle que le gustaba un chico que iba al colegio con ella y por lo que comentaba aquella adolescente, aparentemente él sentía lo mismo, lo único que le preocupaba es que este chico, además de ser el más inteligente del salón, también tenía muchas chicas quienes morían por su mirada y él claramente disfrutaba de aquello, pues evidentemente era un don juan, quien no perdía oportunidad de estar con cualquier niña bonita que cruzara enfrente de sus ojos.
- Ma... – susurro luna mientras tomaba el último sorbo de café, sin querer mirarla, sus mejillas se habían sonrojado bastante solo por lo que estaba pensando preguntar y dulce pudo percatarse de aquello rápidamente, entonces prefirió no mirarla para no incomodarla –
- ¿Mmm? – solo dijo, mirando hacia otro lado, pero muy atenta a las palabras que pronunciaría su niña-
- ¿Cómo fue tu primera vez? – soltó aquella niña muy abruptamente lo que hizo que dulce solo soltara una enorme sonrisa para luego reírse de la cara de vergüenza que ponía Luna, pues le incomodaba mucho hablar de esos temas con su mamá, pero también tenía muchas dudas al respecto.
- No tengas vergüenza de preguntarme esas cosas mi amor, yo soy tu mamá y estoy aquí para darte toda la información que necesitas, siempre podrás contarme lo que tu quieras. – la miró atentamente mientras veía como ella también la miraba – me gustaría previo a contarte que me digas ¿por qué tienes interés por saber esto? – Luna suspiro un poco agobiada y volvió a verla a los ojos para susurrarle -
- Es que a veces tengo miedo de no sentirme lista para entregarme a alguien – Dulce sintió como se le desarmaba el corazón al oír aquellas palabras, pues su niña chiquita ya estaba empezando a interesarse por ser mujer.
- Eso es algo que se siente muy en lo profundo del corazón, sentís que la piel te quema, que no existe el mundo cuando estas con aquella persona – le decía muy atentamente y con todo el amor del mundo – Muchos niños querrán endulzarte el oído para solo llevarte a la cama luna, debes estar muy atenta y escúchame bien, aquel hombrecito que te sepa besar y que te guste tanto que te olvides del mundo cuando le des un beso, solo él, será quién sabrá amarte. – notó como luna le dedicaba una enorme sonrisa, se levantaron juntas de aquella mesa y sin poder evitarlo se aferró a la cintura de su mamá en un abrazo convirtiendo el mismo en un gesto de agradecimiento por aquel consejo.
Mientras dulce abrazaba a su hija y analizaba su gran consejo, caía en cuenta de que eso era lo que le pasaba con Christopher, él simplemente sabía como besarla, como amarla, era tan simple y sencillo como eso. Algo que Pablo jamás había conseguido.
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Nuestro encuentro Imaginario
FanficDulce María se ha convertido en la sombra más triste de los lamentos de Christopher, quien conoce los límites del cielo solo y únicamente cuando se encuentra abrazado a ella, sintiendo su respirar, el aroma de su perfume que solo logra desesperarlo...