Capítulo 25: En acción

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El día se deslizó entre los dedos de Pablo y Luna con una rapidez asombrosa, como si el tiempo se hubiera empeñado en evaporarse ante su alegría compartida. Desde la mañana, se sumergieron en un remolino de risas y juegos que los mantuvo absortos en su propia burbuja de felicidad. Después de disfrutar de un almuerzo en un acogedor restaurante, decidieron que la mejor manera de prolongar su diversión sería ir juntos al cine. Sin embargo, antes de dirigirse hacia allí, sucumbieron a la tentación de explorar las tentadoras ofertas del centro comercial cercano. Entre paseos por las tiendas y tentaciones gastronómicas, se tomaron un merecido descanso para saborear unos deliciosos helados que endulzaron aún más su día lleno de complicidad y amor.

El día de campo de Dulce y Christopher llegaba a su inevitable fin, aunque no de la manera que habían planeado. Las complicaciones en la oficina habían llamado a Dulce de regreso de forma urgente, interrumpiendo su merecido momento de descanso. Decidió que era prudente que Christopher la acompañara, tal vez su presencia pudiera ayudar a resolver los problemas que surgían en el trabajo. La llamada de Sofía, que instaba a Dulce a volver de inmediato, apenas había esbozado la magnitud del conflicto que requería su atención personal. Así que, en ese preciso momento, ambos se encontraban en camino hacia la ciudad, conduciendo por las calles con la preocupación palpable en el aire. Aunque Dulce se sentía inquieta por lo que pudiera encontrarse al llegar, Christopher se esforzaba por infundirle calma y ánimo. Sus palabras de aliento resonaban en el interior del vehículo, con cada kilómetro que recorrían, el apoyo mutuo se fortalecía, transformándose en un vínculo indestructible.

Al llegar a la imponente oficina, Dulce y Christopher ingresaron de la mano, aparentemente ajenos a la atención que suscitaban a su alrededor. Para muchos, la presencia de Dulce con una nueva pareja resultaba sorprendente. Si bien su divorcio no era reciente, era poco común verla acompañada en ese ambiente laboral. Las miradas curiosas y los susurros se deslizaban a su paso, pero Dulce parecía inmune a cualquier comentario o juicio externo. Con la cabeza en alto y una actitud segura, Dulce enfrentaba cada mirada con determinación. Era una mujer fuerte y decidida, difícil de conquistar y aún más difícil de intimidar. Su presencia imponente y su carácter firme imponían respeto en aquel entorno corporativo. Christopher, a su lado, se sentía afortunado de tenerla como compañera. Sabía que muchos hombres envidiaban su posición, conscientes de la reputación de Dulce como alguien inalcanzable y reservada en su vida personal.

Juntos, atravesaron el umbral de la sala de reuniones, de donde emanaban los estridentes gritos que resonaban por toda la empresa. La determinación brillaba en los ojos de Dulce mientras se preparaba para enfrentar los desafíos que les aguardaban dentro.

Los ojos de Dulce se encendieron con una intensidad casi palpable, y una oleada de calor abrasador recorrió todo su cuerpo al presenciar la escena. Uno de sus clientes más importantes estaba desatando su ira sobre Sofía, su mano derecha, de una manera tan grotesca y maleducada que le hizo temblar de indignación. Los reclamos y juicios que lanzaba aquel hombre estaban directamente relacionados con una decisión que Dulce misma había tomado. Al verla, el rostro del hombre palideció de manera evidente, como si el solo hecho de enfrentarse a ella le hiciera retroceder. En ese momento, los gritos cesaron abruptamente, reemplazados por un silencio tenso que inundó la sala. Dulce le ofreció una sonrisa irónica, aunque su corazón aún latía con fuerza por la molestia que la escena le había causado. Con paso firme y decidido, se acercó lentamente a la mesa donde se encontraba el empresario, cada movimiento emanando una sensualidad natural que no pasó desapercibida para Christopher. Observó con fascinación cómo Dulce se preparaba para hacer frente a la situación, sus gestos y expresiones revelando una determinación implacable.

Christopher, por su parte, se cruzó de brazos y contuvo una sonrisa divertida mientras observaba la escena. Sabía que estaba a punto de presenciar una actuación digna de una película en el cine, con Dulce en el papel estelar de una mujer decidida y poderosa. Había visto su furia en más de una ocasión, pero aún así no podía evitar sentirse entretenido por el espectáculo que se desarrollaba frente a él.

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