Su respiración estaba agitada, no podía dejar de besarla, era tan exquisitamente deliciosa, increíblemente lo volvía loco. Sus labios se movían con un frenesí violento, se extrañaban y eso era indiscutible, le había costado prácticamente una vida dar con ella, pero definitivamente todas las locuras que había cometido por vivir este preciso momento habían valido la pena, no quedaban dudas. Sus lenguas se entrelazaban una y otra vez como si quisieran que aquello jamás acabe, pero llegó el momento de volver a la realidad.
Christopher bajó su mano por su vientre hasta posarla en su rostro, hacía rato se encontraba acariciando sus senos por encima de aquel sostén de tachas, no podía creer lo hermosa que se veía, ella era un fuego y tenía la habilidad de encenderlo también a él muy rápidamente, aquella terraza del hotel lo invitaba con fervor a traspasar aquel sostén y las ganas de arrancárselo de un solo tirón, se le cruzó por la mente más de una vez, pero prefería controlarse y con la poca paciencia que le quedaba, fue disminuyendo poco a poco aquel beso frenético dejando dulces picos en sus labios, mientras intentaba recobrar el aire. Dulce por su parte ya se había olvidado del mundo, se preguntaba cuando sería la hora en la que él decida quitarle toda la diminuta ropa que apenas lograba cubrir su diminuto y perfecto cuerpo, no sabía ni donde estaban, solo deseaba con su alma que le hiciera el amor de una vez. Se quejó un poco al notar que él se controlaba y por fin decidió despegar su boca de aquellos labios que la traían perdida, intentó abrir los ojos con cuidado y parpadeo varias veces, para aclarar su vista, necesitaba prestar atención al lugar donde se encontraban, sus manos se encontraban debajo de la camisa blanca que él llevaba, acariciando su espalda, decidió bajarlas suave y lentamente hacia los bolsillos traseros de los jeans que llevaba puesto su amante, para posarlas allí dentro. Lo miró y le sonrió como nunca, los labios de ambos estaban bastantes hinchados, cuando pudo recuperar un poco de aire, le susurró.
- Tengo que ir a avisarle a Maite que me quedaré a dormir aquí contigo – Christopher rodeo sus ojos con una sonrisa picara en sus labios y le mencionó.
- ¿Ella se habrá acordado de ti? - Aquellas palabras de Christopher, fueron el detonante para que en un segundo dulce tome su celular, buscó en el bolsillo de su diminuta chaqueta y lo encontró, al mirarlo vio trece llamadas perdidas de Maite y volvió a mirarlo a los ojos con un gesto de sorpresa.
- Creo que más de la cuenta, me llamó trece veces – no pudo evitar reírse y se alejó un poco de él para devolverle la llamada a aquella morena. – Mai, donde estás? Si, es largo de explicarte, pero... Espérame en el lobby del hotel, enseguida te veo allí – dijo para luego cortar la llamada y ver como Christopher la miraba con cara de enamorado.
- Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida y no puedo creer que estes aquí conmigo – dijo mirándola mientras llevaba sus manos a su cabeza en una expresión de felicidad absoluta, contemplándola de arriba abajo. Dulce se sonrojo, pero no pudo evitar sonreír.
- ¿No te enojas si bajo sola a ver a Maite para explicarle? – dijo con carita de preocupación por la reacción de él, quien solo se dedico a regalarle una gran sonrisa.
- Claro que no mi amor, ve tranquila, te espero en la habitación 512- llevó sus manos a sus bolsillos delanteros del pantalón y la miró a los ojos. - ¿Cuánto tiempo crees que demorarás? – preguntó pensando en el tiempo que tendría para preparar una noche especial. Dulce se mordió el labio inferior mirándolo, estaba definitivamente frente al hombre de su vida, no podía creer sentirse amada, valorada y por sobre todo el respeto que él le daba, era todo tan distinto con él a su lado.
- Solo serán quince minutos – se acercó a él y estuvo a punto de besarlo, pero se alejó divertida – será mejor que me lo guarde para darte más en un ratito, porque presiento que se me van a agotar antes de tiempo – dijo refiriéndose al beso.
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Nuestro encuentro Imaginario
FanfictionDulce María se ha convertido en la sombra más triste de los lamentos de Christopher, quien conoce los límites del cielo solo y únicamente cuando se encuentra abrazado a ella, sintiendo su respirar, el aroma de su perfume que solo logra desesperarlo...