Los días restantes pasaron rápidamente, Pablo demás de un ramo de rosas, la mañana anterior a su cumpleaños, le había regalado una noche en un hotel para que pueda relajarse, pero lejos de cumplir con aquel regalo lo único que hizo fue obsequiárselo a Sofía para que lo disfrute, a fin de cuentas, su secretaria, después de esos últimos días de trabajo se lo merecía más que nadie. Le dio indicaciones de que haga una reserva en otro hotel, pero esta vez en acapulco, pues quería alejarse de la ciudad y comenzar su cumpleaños con Christopher, pero aquello no sería posible y de hecho sería una inmoralidad si hubiera invitado a su amante a compartir el regalo de su esposo. Sofía, empezaba a hilar entre sus pensamientos los acontecimientos que se habían dado como una cronología bastante interesante, pues ya se había dado cuenta que el señor Uckermann no era solo un simple cliente, sino más bien, algo más estaba sucediendo entre ellos. Pues desde que aquel hombre musculoso, de ojos color miel y metro setenta, había ingresado a la empresa pidiéndole urgentemente información sobre el paradero de Dulce quien se encontraba en Madrid, los girasoles que recibía de vez en cuando la pelirroja y las llamadas o citas en lugares poco frecuentes que dulce le pedía conciliar con él, la habían hecho convencerse de que entre ellos había algo mucho más intenso que unos simples contratos de trabajo y eso la tenía bastante intrigada, por su puesto, no le preguntaría a Dulce, pues no quería verse entrometida, pero aquellos acontecimientos pasaban por sus ojos en forma de una película y realmente estaba obsesionada por terminar de darle un cierre a esa historia, le parecía tan romántico todo, pues la discreción con la que Dulce llevaba aquel asunto, la hacía admirarla profundamente. Ambas se encontraban sentadas en la oficina de dulce mientras analizaban unos documentos que debían entregar en unos minutos, pero aquella muchacha no podía concentrarse, como un gesto de admiración, se le ocurrió que sería buena idea cambiar los planes de la pelirroja, por lo que decidió ser un poco indiscreta, con complicidad y sutileza, así que por fin decidió interrumpirla.
- Dul, discúlpame, pero estuve pensando que tal vez sería una buena idea cambiar la ubicación de la cita con el señor Uckermann. – dulce sonrió sin levantar la vista de los documentos y solo le dedicó un "aja" esperando que continúe con la idea que tenía. – Tal vez, podríamos cambiar la cita... - dijo dando muchas vueltas para el gusto de dulce quien la interrumpió inmediatamente al notar que comenzaba a titubear con sus palabras y le dedicó una mirada directo a los ojos.
- Suéltalo, Sofía me desesperas. – le dijo inquietante. Sofía bajo su vista a los documentos nuevamente y susurró llena de vergüenza.
- En tu departamento nuevo – Dulce sonrió ampliamente y arqueo una ceja sin quitarle la mirada de encima.
- ¿Y debido a qué se te ocurrió aquella idea? – indagó la pelirroja para continuar – no me gustan las vueltas, se clara sofí.
- Yo solo saqué conclusiones – dijo bastante apenada y muy sonrojada, no se atrevía a levantar la mirada para verla a los ojos y se maldecía haber dicho eso a cada segundo.
- Sobre mi vida privada aparentemente – dijo en tono gracioso, lo que hizo que Sofía suelte una sonrisa cómplice y levante la vista para mirarla, ambas no pudieron evitar reírse por la situación. – bueno, me quitas un peso de encima, ya no tengo que explicarte nada mi Sofí inteligente. – dijo bastante aliviada.
- ¿Cancelo la reserva entonces? Creo que podría contratarles un catering y si te parece puedo ir a recibirlo antes de que lleguen. – se dispuso a proponerle, ya un poco más tranquila.
- Si, no te olvides de avisarle a Christopher. – mencionó dulce y cuando vio la cara de confusión de Sofía agregó – Uckermann.
- Excelente – dijo cómplice para dedicarle luego una sonrisa.
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Nuestro encuentro Imaginario
FanficDulce María se ha convertido en la sombra más triste de los lamentos de Christopher, quien conoce los límites del cielo solo y únicamente cuando se encuentra abrazado a ella, sintiendo su respirar, el aroma de su perfume que solo logra desesperarlo...