Capítulo 9: Miedo

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Dulce no pudo conciliar el sueño en toda la noche, se la había pasado llorando y pensando en que debía hacer, pues luego de aquella discusión todo se había complicado muchísimo más, lo único que rondaba por su cabeza es que debía asegurarse de que Christopher no apareciera por su vida en un largo rato o por lo menos hasta que a Pablo se le quiten las ideas que llevaba en la cabeza, pues había quedado demostrado que sería capaz de cualquier cosa. Por otro lado, también había pensado en ir a un abogado, pues aquel divorcio más que nunca debía realizarse, así como también Luna debía saber de una vez por todas la verdad sobre aquello. Le fue inevitable mirarse el brazo, aún le dolía, pues él había dejado una gran marca en el mismo debido a la presión que había ejercido sobre ella.

El reloj marcaba las cinco de la mañana, cuando se dispuso a salir de aquella habitación, ya no soportaba saber que a su lado se encontraba aquel monstruo durmiendo plácidamente como si nada hubiera sucedido, se dirigió sigilosamente hacia la cocina y se preparó un café para luego ir hacia la alberca de su casa, se sentó en la orilla a tomar su café sin dejar de pensar mientras veía como el amanecer le inundaba los ojos. Las horas pasaron rápidamente y lo único que pudo hacer en esas dos horas allí fuera, fue en un principio eliminar todas las conversaciones con Christopher, las llamadas y cualquier cosa que la relacione, lo mismo hizo con su amiga Maite quien sin quererlo ya se había convertido cómplice de aquella locura, lo siguiente que quedaba por hacer era ir a trabajar a su empresa como si nada ocurriera y para ello aunque el clima no la acompañe, decidió que ponerse un blazer que cubriera sus brazos sería lo ideal. Se levantó de aquel lugar y se dirigió al baño principal para darse una ducha, al terminar se miró al espejo y notó como también tenía pequeñas marcas en su mandíbula, lo que hizo que no le quedara más alternativa que comenzar a maquillarse para cubrir lo máximo posible, una vez lista fue al closet principal eligió un outfit que no se parecía en nada a su forma de vestirse, pues decidió ponerse unos jeans ajustados, sus tacones, una playera blanca y por encima un blazer negro, no tenía ganas de arreglarse y eso era evidente, la tristeza que había en ella se notaba a kilómetros. Peino su pelo en una coleta alta, tomó su bolso y directamente salió de allí sin siquiera pasar por el comedor donde imaginaba que su hija y Pablo estarían desayunando, ya que esta debía ir al colegio y Pablo a su despacho de abogados.

Tomó las llaves de su coche y se adentró en él para comenzar su día, ni siquiera tuvo ánimos de encender el reproductor, pues ni música quería escuchar, lo único que necesitaba era resolver el gran problema de Christopher lo antes posible y no perdería tiempo. Al llegar a la empresa, se dirigió sin saludar a nadie y con demasiada prisa hasta la oficina principal que era la suya, al ver a su secretaria ya trabajando le dedicó una mirada vacía y con un dedo la llamó a su oficina mientras ella se adentraba con mucho apuro en la misma. Tiró sus cosas encima del sofá y se dirigió hacia el escritorio, donde tomó un papel, su celular y anotó allí el numero de Christopher.

- Sofía por favor ubica de manera urgente, quiero que canceles cualquier otra prioridad de mi agenda y llames al señor Uckermann, dile que eres mi secretaria y que necesitas coordinar una cita. Que te ayude a buscar un buen sitio por favor, debe ser una reunión privada que no puede ser aquí ni mucho menos en un hotel. – le dio las indicaciones junto con la tarjeta, aquella muchacha la miraba completamente sorprendida, sabía que algo estaba pasando pues dulce estaba demasiado rara, desde su forma de vestir hasta lo que estaba haciendo.

- Dul, hoy tienes la cita con los empresarios japoneses. – susurró solo para ellas, bastante impactada porque le haga cancelar toda su agenda que hacia meses le había costado programar. Dulce le dedicó una mirada vacía y murmuró.

- Sofí, estoy segura de que podrás reordenar todos los pendientes que tengo para hoy para otro momento, confío en que eres la mejor y por eso aún sigues a mi lado después de tantos años. No te lo estaría pidiendo si realmente no fuera urgente y de máxima prioridad. – intentó ser lo más suave posible, las manos le temblaban y también se sentía muy mal por Sofía que no entendía lo que estaba pasando y le preocupaba su trabajo.

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