Capítulo 28: Hogar

51 3 0
                                    

La mañana se hizo presente sin demora, y para Pablo, el descanso había sido casi inexistente. Sin embargo, este momento era crucial para él, la oportunidad perfecta para encontrar las respuestas que tanto había buscado durante toda la noche. Tan pronto como el reloj marcó las nueve de la mañana, agarró su celular y marcó el número de la oficina de Dulce. La voz de la secretaria, aún adormilada, contestó la llamada. Pablo, conocido por su astucia, decidió que lo primero que debía hacer era confirmar si Dulce estaría presente en su oficina esa mañana. Aunque era poco común que trabajara los sábados, prefirió asegurarse para evitar cualquier contratiempo que pudiera obstaculizar su plan. Adoptando el papel de Arriaga, un prestigioso empresario con quien sabía que Dulce mantenía una larga relación laboral, preguntó a la secretaria si estaría disponible en la oficina esa mañana. La secretaria, sin sospechar nada, cayó en la trampa y confirmó que Dulce, al igual que Sofía, su asistente personal, no asistía a la oficina los sábados. Satisfecho con la respuesta de la secretaria, Pablo se despidió cortésmente y procedió a ejecutar la segunda fase de su plan. Desde su casa, se preparó meticulosamente para llevar a cabo su plan. Se vistió con elegancia, pero sin llamar demasiado la atención, optando por un traje oscuro y una camisa blanca impecable. Antes de salir, revisó una vez más los detalles en su mente, asegurándose de no dejar ningún cabo suelto. Una vez listo, salió de su casa y se dirigió hacia su automóvil. Era un vehículo de gama alta, cuidadosamente mantenido, que reflejaba el éxito y la seguridad que Pablo intentaba proyectar. Abrió la puerta con un gesto fluido y se instaló en el asiento del conductor con determinación. El trayecto hacia la oficina de Dulce fue tranquilo pero lleno de anticipación. Pablo conducía con habilidad y confianza, siguiendo las calles familiares de la ciudad mientras repasaba mentalmente cada paso de su plan. La ciudad aún estaba adormecida a esa hora temprana de la mañana, con pocos automóviles en las calles y apenas un par de peatones que se cruzaban en su camino. Durante el viaje, la mente de Pablo estaba completamente enfocada en el objetivo que tenía por delante. Visualizaba cada movimiento, cada palabra que iba a decir, preparándose para cualquier eventualidad que pudiera surgir. Con cada kilómetro que avanzaba, su determinación se fortalecía, sabiendo que estaba un paso más cerca de descubrir la verdad que tanto ansiaba conocer.

Al llegar a la recepción de la empresa, se anunció como el esposo de Dulce. Esta afirmación bastó para que le dieran acceso libre a todas las áreas de la empresa, sin levantar sospechas. Con paso seguro, atravesó el pasillo principal, observando a su alrededor con atención, buscando cualquier indicio que pudiera ser útil para su causa. Finalmente, llegó a la oficina de la secretaria de Dulce. Sin titubear, se acercó a ella y le solicitó de manera urgente la carpeta con todos los estados contables, argumentando que Dulce la necesitaba con premura. Su tono de voz era firme y persuasivo, dejando claro que no aceptaría ninguna demora en la entrega de la información requerida. La secretaria no dudó ni un solo instante en ofrecerle de inmediato la documentación y invitarlo a pasar a la oficina de quien hoy era su jefa, hasta incluso le ofreció un café, pues la muchacha pensó que debía darle un trato especial al tratarse de él y sobre todo por la información que él solicitaba.

Tomando la carpeta entre sus manos con un gesto decidido, Pablo se encaminó hacia la oficina de su ex mujer. El edificio parecía impregnado de recuerdos que se agolpaban en su mente, pero él mantenía la determinación de un hombre con un propósito claro. Al llegar a la puerta de la oficina, giró el pomo con firmeza y se adentró en el espacio que alguna vez había compartido con Dulce. Una vez dentro, cerró la puerta tras de sí con un chasquido sordo. La luz del día se filtraba a través de las persianas entreabiertas, creando un juego de sombras en el ambiente. Sin perder tiempo, se sentó en el escritorio y abrió la carpeta. Los documentos se desplegaron ante él, revelando detalles cruciales sobre la situación financiera de la empresa de Dulce. Entre los informes de rentabilidad, solvencia y liquidez, una sorpresa llamó su atención. Había documentación relacionada con otra empresa, una adquisición que desconocía por completo. Frunció el ceño, intrigado por este nuevo hallazgo.

Nuestro encuentro ImaginarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora