Los días habían pasado volando entre conflictos con su abogado y aquel regalo misterioso que había recibido Dulce. El fin de semana había llegado y ella decidió que no iba a permitir que nada arruine su estabilidad emocional, se la había pasado envuelta en sentimientos de frustración y tristeza, era momento propicio para darle paso y rienda suelta a su libertad pensó que era el momento adecuado para decidir vivir un poco de intimidad, su cuerpo lo pedía a gritos. Por lo que, se dispuso en comprar una sorpresa que le permita gozar de ello junto a Christopher.
La tarde ya se estaba asomando con el afán de sorprenderlo en su espacio de trabajo. Dulce, con una sonrisa traviesa, se deleitaba en la anticipación de su encuentro. Había decidido darle un regalo visual, una sorpresa que sabía que lo dejaría sin aliento. Con cuidado y emoción, desempaquetó un nuevo conjunto de lencería, un vibrante rojo fuego que parecía encenderse bajo la luz tenue de su habitación. Cada delicada pieza, desde el sujetador hasta las diminutas braguitas, estaba diseñada para seducir y cautivar. Pero ¿Cómo cubrir este exquisito secreto? Se detuvo frente a su espejo, contemplando las posibilidades. Quería un atuendo que complementara la sensualidad de la lencería, algo que la hiciera sentirse poderosa y confiada. Finalmente, decidió optar por un look que equilibrara la sofisticación con la elegancia. Se deslizó en una falda negra ajustada y corta, resaltando sus curvas de manera sutil pero provocativa. Combinó este elemento con unos zapatos de tacón negros que elongaban sus piernas y una camisa blanca, cuyos botones superiores desabrochó estratégicamente para sugerir más de lo que revelaba. Con cada movimiento, con cada ajuste, se sentía más segura, más seductora. Su cabello lacio caía en cascada hasta la cintura, enmarcando su rostro con un aura de misterio y encanto.
Decidida a dejar una impresión imborrable, se encaminó hacia la empresa donde él reinaba como gerente general. Cada paso resonaba con determinación mientras se dirigía hacia la recepción, consciente de las miradas furtivas que la seguían, los susurros de admiración que la rodeaban, para ella, este no era solo un acto de coquetería; era un acto de empoderamiento, de afirmación de su propia belleza y confianza. Y mientras se sumergía en el flujo de la oficina, envuelta en el murmullo de elogios, se sintió más viva, más vibrante que nunca. Hoy, ella era la dueña de su destino, la protagonista indiscutible de su propia historia de seducción.
Dulce se acercó a la recepción con una elegancia imponente, su confianza desbordaba con cada paso. La secretaria, una mujer de semblante serio y ojos que parecían ocultar un profundo resentimiento, apenas levantó la mirada al sentir la presencia de Dulce.
- Disculpe, ¿podría informarme si Christopher se encuentra disponible en este momento? - preguntó Dulce con una voz suave pero firme, sin dejar que la indiferencia de la secretaria la perturbara. La secretaria la miró con una mezcla de desdén y envidia, sintiendo un pequeño regocijo al notar la ligera incomodidad en Dulce.
- Lo siento, pero el Sr. Christopher está ocupado en una reunión muy importante ahora mismo. No puedo distraerlo - respondió con una sonrisa apenas perceptible, sabiendo que negarle la información aumentaría su frustración. Dulce asintió con comprensión, aunque por dentro su determinación ardía más intensamente.
- Entiendo. ¿Podría al menos avisarle que estoy aquí esperándolo? Es un asunto urgente -
La secretaria, con una frialdad calculada, se limitó a mirar su pantalla sin dar señales de haber escuchado la petición de ella. Su silencio era un muro impenetrable, una estrategia para hacer sentir a Dulce que sus palabras caían en oídos sordos, notando la falta de respuesta, sintió cómo una punzada de frustración se apoderaba de ella, sin embargo, decidió mantener la compostura y no ceder ante la hostilidad de la secretaria. Pasaron unos minutos que parecieron una eternidad, mientras la secretaria seguía absorta en su tarea, ignorando deliberadamente la presencia de Dulce. Finalmente, cansada de esperar una respuesta que no llegaba, decidió tomar cartas en el asunto. Con determinación, se dirigió hacia la puerta de la oficina de Christopher, decidida a enfrentar la situación directamente, pero al llegar a la puerta, sintió la presencia de la mujer detrás de ella, claramente decidida a obstaculizar su paso.
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Nuestro encuentro Imaginario
ФанфикDulce María se ha convertido en la sombra más triste de los lamentos de Christopher, quien conoce los límites del cielo solo y únicamente cuando se encuentra abrazado a ella, sintiendo su respirar, el aroma de su perfume que solo logra desesperarlo...