Capítulo 52: Un sueño

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Tres días después, el ambiente en el hogar había recuperado la tranquilidad que se había visto afectada por los eventos recientes. Dulce, Luna y Christopher se habían unido para superar juntos la difícil situación, priorizando el bienestar de Dulce en todo momento. Christopher, consciente de la importancia de estar cerca de ella, había decidido trabajar desde casa para poder cuidarla y brindarle el apoyo que necesitaba. No quería dejarla sola ni un instante, asegurándose de que estuviera cómoda y tranquila en todo momento. Mientras tanto, Luna había tenido una conversación franca y abierta con su madre. En un ambiente de calma y comprensión, Dulce le había explicado con claridad la importancia de sus responsabilidades académicas y el impacto de sus ausencias en el colegio. Aunque Luna había admitido que parte de su ausentismo se debía a pasar tiempo con Diego, también había mostrado disposición para mejorar y comprometerse más con sus estudios. Dulce, aunque firme en su postura, había acordado darle a Luna un poco más de autonomía, pero con ciertos límites y responsabilidades adicionales. Habían establecido un sistema donde Luna tendría que compartir lo que aprendía en la escuela con su madre, mostrando así su compromiso con su educación. Además, se implementó un cronograma de estudio diario para ayudarla a organizarse y mejorar sus calificaciones. Como recompensa por su compromiso y esfuerzo, Dulce había accedido a permitirle a Luna realizar salidas nocturnas a antros y fiestas, aunque esta concesión no había sido fácil para ella. Sin embargo, confiaba en que Luna cumpliría con sus responsabilidades y aprendería a tomar decisiones conscientes.

La mañana se deslizaba lentamente para Dulce, quien, cerca del mediodía, se despertaba aún envuelta en la suavidad del sueño entre las sábanas. El avanzado estado de su embarazo la sumía en un profundo descanso, prolongando sus horas de sueño más allá de lo habitual. Al abrir sus ojos con delicadeza, la cálida luz del sol se filtraba a través de las cortinas, bañando su figura en una aureola de luz dorada. Con movimientos cuidadosos, se incorporó de la cama, sintiendo el frío del suelo bajo sus pies descalzos. Se resistía a abandonar la comodidad de su vestido de noche, con pasos pausados, se encaminó hacia la sala, donde encontró a Christopher absorto en su trabajo frente a la computadora. Una sonrisa se dibujó en sus labios al verlo concentrado, y decidió acercarse sigilosamente por la espalda. Con delicadeza, extendió sus manos sobre su pecho, sintiendo el latido tranquilo de su corazón bajo la palma de su mano. Inclinó su rostro hacia su cuello, buscando el calor reconfortante de su piel, y dejó escapar un susurro suave.

- Buen día, hermoso - murmuró, sus labios rozando su piel en un beso delicado en su cuello.

La sonrisa de Christopher se amplió al sentir las manos de Dulce sobre su pecho. Con gestos delicados, tomó una de sus manos y la invitó a sentarse en su regazo, ella se acomodó entre sus piernas, quedando frente a él y rodeando su cuello con sus brazos.

- Buenos días, princesa dormilona - susurró Christopher con ternura, mientras deslizaba sus dedos con delicadeza por el rostro de Dulce, acariciando suavemente su piel.

La sonrisa de Dulce se ensanchó aún más, sus ojos brillaban con intensidad mientras cerraba un poco los párpados, disfrutando de la suave caricia de Christopher en su mejilla. Con voz suave y sincera, murmuró

- Te extraño - revelando así su deseo oculto por sentir el calor de su piel junto a la suya.

Christopher arqueo una ceja en una sonrisa seductora mientras la tensión en el ambiente se intensificaba al escuchar esas palabras de sus labios. Buscó asegurarse de haberla comprendido y decidió que tal vez sería conveniente jugar un poco.

- Estoy aquí ¿Cómo puedes extrañarme? – dijo haciéndose el desentendido, lo que hizo que dulce suelte una sonrisa en respuesta inmediata. Él inclinó su cabeza ligeramente hacia un lado, con una expresión divertida y desafiante en su rostro. Sus ojos centelleaban con complicidad mientras la observaba, esperando su respuesta. Dulce, por su parte, sostuvo su mirada con una mezcla de diversión y desafío, disfrutando del juego que estaban compartiendo. Con un gesto travieso en los labios, respondió

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