—Lo siento —dijo Katniss despacio—. Me ha parecido que me pides que me case contigo. Peeta movió la boca de forma extraña, como si no la hubiera entendido bien.
—Eso he hecho.
Ella parpadeó.—No tiene gracia, Peeta.
—No pretendía ser gracioso. Es una proposición matrimonial. Lo miró fijamente. No parecía que hubiera sufrido un arrebato de locura. —Pero ¿por qué?
Y en ese momento la miraba como si fuera ella la que estuviera sufriendo un arrebato de locura.
—¿Tú qué crees?
—¡Ah! Pues no lo sé. Normalmente se propone matrimonio porque dos seres humanos se enamoran el uno del otro, pero como ambos sabemos que eso no es cierto en nuestro caso...
Peeta resopló con impaciencia.—En primer lugar, sabes muy bien que normalmente esos dos seres humanos no siempre están enamorados y...
—A este ser humano le gustaría estarlo —soltó ella. —Y a este también —le aseguró él de inmediato—, pero, por desgracia, no siempre conseguimos lo que queremos. Katniss se dio cuenta de que asentía con la cabeza. Todo empezaba a cobrar sentido.
—Así que —dijo— me lo propones por lástima.
—Por amistad.
—Por lástima —lo corrigió. Porque eso era realmente. No podía ser otra cosa. Un hombre no abandonaba sus estudios y viajaba durante diez días solo para ser amable con una amiga. Peeta no la quería. Ambos lo sabían. En ese momento se dio cuenta.—¡Ay, por Dios! —exclamó, espantada—. Por eso has venido desde Escocia. Por mí. Peeta no enfrentó su mirada. —¿Cómo te enteraste siquiera de lo que me pasó? —quiso saber. ¿Había llegado el chisme a Escocia? ¿Hasta dónde tendría que viajar para escapar de él? ¿A América del Norte? ¿A Brasil? —Por mi padre —contestó Peeta.
—¿Por tu padre? —Contuvo el aliento—. ¿Tu padre te lo dijo? ¿Cómo, por carta? ¿Acaso el conde de Mellark no tiene nada mejor que contarle a su benjamín por carta de mi ruina social? —Katniss, no fue así. No me enteré de los detalles hasta ayer.—Entonces, ¿qué te dijo?Claro que en el fondo lo sabía. Lo sabía antes de que Peeta respondiera y después le quedó claro que no iba a responder. Porque estaba avergonzado. Y eso la enfureció, porque él no tenía derecho a sentirse avergonzado. No tenía derecho a sonrojarse y a mirarse los pies cuando la estaba haciendo pasar una vergüenza tan espantosa. Si estaba dispuesto a ponerla en esta tesitura, bien podía aceptarlo con estoicismo y aguantar el chaparrón. No podía quedarse quieta por más tiempo. Se puso en pie de un salto y comenzó a pasearse de un lado para otro, abrazándose por la cintura. Con mucha fuerza, como si de esa manera pudiera contener sus emociones.
—¡Ay, no! ¡Ay, no! ¡Ay, no! ¡Ay, no! —se dijo a sí misma. ¿Así había acabado su vida? ¿Había llegado al extremo de que obligaban a los hombres a pedirle matrimonio? ¿O de que los sobornaban? ¿Habían sobornado a Peeta para que pidiera su mano?¿Habían duplicado su dote para que fuera más atractiva? Sus padres... le habían prometido que no la obligarían a casarse con Freddie Oakes, pero también le habían dejado claro que no querían que eligiera la vida de una solterona. ¿Le habían pedido a lord Mellark que mandara llamar a Peeta a la universidad? ¿Lo sabían todos? ¿Estaban conspirando a sus espaldas? —Katniss, para. —Peeta la agarró del brazo, pero ella se zafó de su mano al tiempo que miraba de reojo hacia el lago para asegurarse de que Anthony y Benedict no les estaban prestando atención.
—Ni siquiera fue idea tuya, ¿verdad? —susurró, furiosa—. Tu padre te mandó llamar. Peeta apartó la mirada. Miró hacia otro lado. Esa rata inmunda no era capaz de mirarla siquiera a los ojos.—Te pidió que me propusieras matrimonio —dijo Katniss con creciente horror. Se cubrió lacara con las manos. Ya había sido bastante malo que Freddie Oakes intentara arrastrarla a Gretna Green, pero eso..., eso...
Era la lástima. Eso era lo que no podía soportar.
Ella no había hecho nada malo. No deberían compadecerla. Deberían admirarla. Un hombre la había secuestrado. ¡La había secuestrado! Y logró escapar.¿Acaso no era algo que debía celebrarse?Deberían organizar fiestas en su honor. Un desfile de gala. «¡Contemplad a la valiente e intrépida Katniss Everdeen, que luchó por su libertad y salió victoriosa!». Cuando los hombres hacían algo así, incluso se creaban países.
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Con todo mi corazon
RomanceTodo el mundo sabía que Katniss Everdeen era hija ilegítima. Todos los criados lo sabían. Pero todos querían a Katy; la querían desde el momento en que llegó a Penwood Park a los tres añitos, un pequeño bultito dejado en la grada de la puerta princi...