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—No se dé la vuelta —susurró Peeta en el oído de Katniss—, pero José la está mirando. Ese comentario le mereció un codazo en las costillas. Lo cual lo estimuló a añadir: —Aún no se ha vuelto a poner la camisa.

—¡Shhh! —Katniss hizo un movimiento con los ojos que mostró más indiferencia que enfado.
En realidad, quiso demostrar que no le importaba en absoluto, pero él la conocía bien.

—Pero debo preguntarle —musitó Peeta—: ¿por qué? Peeta esperó. Katniss tardó un momento, pero picó el anzuelo. —¿A qué se refiere con esa pregunta?—¿Por qué no se ha vuelto a poner la camisa? No hace tanto calor. No estaba seguro, pero le pareció que ella gruñía. Y no de gratitud. —¿Sabe qué opino yo? —preguntó él.

—Estoy segura de que me lo dirá de todos modos.
—Me alegra que lo pregunte —respondió él alegremente. Luego se inclinó hacia ella, sus labios a pocos centímetros de su oreja—. Creo que él sabe que usted lo está mirando. Katniss hizo un gesto de exasperación con su mano libre, como para señalar que estaba concentrada en ver por dónde caminaban.

—No estoy mirando.
—Bueno, ahora no.
—Antes tampoco.
—Vamos, señorita Everdeen, es difícil creer que no haya mirado a un hombre medio desnudo. Francamente, la tendría en menor estima si no lo hiciera. Esta vez katniss puso los ojos en blanco.

—La verdad es que no puede culparlo —prosiguió él mientras la conducía hacia el área costera, a un lugar donde los conductores de coches de alquiler esperaban para atraer clientes—. No ocurre todos los días que una dama finamente vestida baje de un buque mercante. Katniss bajó la mirada a su vestido con una mueca.

—Ya no es tan fino.
—Se ve precioso —opinó él. No era mentira. Ella se veía preciosa, aunque su vestido ya nolo fuera. Pensándolo bien, había sido bastante resistente, pero no se había confeccionado para usarse día y noche durante una semana. La tela azul ahora estaba muy arrugada y, como Katniss nunca usaba calzado en el camarote, el dobladillo estaba manchado de polvo. También había una mancha aceitosa en un lado de la falda que él pensaba que podría ser mantequilla, pero si ella aún no lo había advertido, por supuesto que él no iba a señalarlo. —¿José me está mirando realmente? —Se estaba tomando en serio la advertencia de no mirar ahora; Katniss habló con la comisura de la boca. Ni siquiera se giró para mirar a Peeta. Así que, como no podía ser de otro modo, él dijo:—Todo el mundo la está mirando. Ella se tambaleó.
—¿Lo dice en serio?
—Tan en serio como el escorbuto —respondió él jovialmente. Katniss calló un momento. —¿Acaba de decir «serio como el escorbuto»? —En un barco no hay nada más serio que el escorbuto. Cansancio, dolor... y eso es solo por dentro. Tarde o temprano las encías comienzan a retraerse, y luego todos los dientes se caen. —Ladeó la cabeza hacia ella, como confiándole un secreto—. Suponiendo que no se les haya caído. Por desgracia, los marineros no destacan por su higiene dental. Katniss movió la boca, pensativa.

—Mmm. Una respuesta demasiado tibia.
Él respondió: —¿Mmm?Porque era muy ingenioso y elocuente. Sin embargo, había pasado muchísimo tiempo hablando de todo tipo de cosas asquerosas (literales o no) a las mujeres de su familia. Un comentario sobre encías ensangrentadas y dientes podridos hubiese provocado una reacción mayor. —¿Usted ha tenido escorbuto? —preguntó Katniss. Él esbozó una sonrisa para mostrar sus dientes. Tenía su dentadura completa, lo cual no era poco. Era marinero; había frecuentado una buena cantidad de tabernas en los puertos. Eso no era posible sin haber recibido algunos golpes en la cara. Sin embargo, Katniss no se mostró impresionada por sus dientes. —Eso no significa que no lo haya tenido. Estoy segura de que no todos pierden los dientes.
—Es verdad —respondió él—, pero la mía es una sonrisa atractiva, ¿no cree? —Volvió a sonreír para reforzar su argumento.

—Capitán James.
—No se atormente —se burló él—, pero en respuesta a su pregunta, no, no he tenido escorbuto. Aunque sería sorprendente que lo tuviera. Jamás he hecho un viaje demasiado largo.
—¿El escorbuto es más común en viajes más largos? —Así es. El Infinity navega generalmente por aguas europeas, y casi nunca lo hemos padecido. Katniss reflexionó un momento. —¿Qué tipo de viaje se consideraría demasiado largo?
—Para ir a India se necesitarían, por lo menos, cuatro meses. Lo mismo para algunas regiones de América del Sur. Katniss se estremeció. —¡Qué horror!—Estoy de acuerdo con usted. —Peeta solía agradecer a su Creador (o más a menudo a su rey) no tener que hacer una misión fuera de Europa. Amaba el mar, pero adoraba el momento en que pisaba tierra firme. Y aunque siempre se maravillaba ante la extensión de agua que cubría el mundo, sabía que nunca había experimentado la verdadera infinidad del océano. Era irónico que el nombre de su embarcación fuera Infinity.

Con todo mi corazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora