Varias horas más tarde, tras comer el pan y el queso que los secuestradores les dieron, Katniss y Peeta realizaron una exhaustiva inspección del cuarto que no arrojó ningún resultado. Después de un largo silencio que les permitió una tregua tácita, Peeta se sentó. Recostó la espalda en la pared, estiró las piernas frente a él y suspiró. -¿No quiere sentarse en la silla? -preguntó Katniss. Ella estaba sentada en la cama. Había estado a punto de protestar cuando él le pidió que se sentara allí unos minutos antes, pero él levantó su mano y la miró de una manera que decía: «No discuta», y se abstuvo de hablar. Peeta negó con la cabeza.
-Parece menos cómoda que la silla. Sonrió con burla.
-La cama no es..., bueno, no es incómoda, pero no es... una cama muy buena. Al oír esto él se echó a reír.-Miente usted muy mal.
-No es una mentira exactamente. Todo depende de cómo se exprese. Él resopló.
-Eso dicen todos los políticos en Londres.
El comentario la hizo sonreír, y a él le causó tanta alegría que solo pudo relacionarlo con que provocarle a alguien una sonrisa en semejantes circunstancias podía considerarse un triunfo.-Tome -dijo ella, agarrando su almohada-, debería tenerla usted.
Él no intentó atraparla; era mucho más placentero que volara por el aire y le diera en el hombro.-Como en los viejos tiempos -murmuró él.
-Cómo desearía que así fuese. Él levantó la mirada hacia ella. Estaba sentada con las piernas cruzadas; sus rodillas sobresalian por ambos lados de su falda azul y el vestido formaba algo parecido a un triángulo. Intentó recordar la última vez que él había estado sentado en esa posición. No creía haberla visto a ella sentarse así nunca.
Tenía sentido. Nadie se sentaba de ese modo en público. Era algo privado. Para momentos de relajación.-Lo siento -declaró él. Dijo las palabras lentamente, no porque fuera reacio a decirlas, si nomás bien porque las sentía con más intensidad de la esperada-. Por estar tan irritable antes. Ella se quedó quieta, abriendo la boca mientras asimilaba el repentino cambio de tema.
-Está bien -respondió ella.
-No está bien.
-Sí. Esto es...
-Miró hacia arriba, al cielo raso, y negó con la cabeza. Parecía no poder creer la difícil situación en la que se encontraba-. Cualquier persona estaría irritable. Probablemente sea un pequeño milagro que yo aún no lo haya estrangulado.
Él sonrió.-No es fácil estrangular a un hombre, ¿sabe?
Ella dejó caer la cabeza en su pecho mientras se reía. Cuando levantó la mirada dijo: -De eso me he dado cuenta últimamente.
-¿De verdad? ¿Dónde habrá aprendido semejante cosa una mujer tan bien educada?-Bueno -se inclinó hacia delante, con los codos sobre las rodillas y la barbilla entre las manos-, me he relacionado con una banda de piratas.
El grito de sorpresa de él fue digno de una actuación teatral.-¡No me lo puedo creer!Ella respondió de la misma manera, con ojos desorbitados, actitud dramática y una mano sobre el corazón.
-¡Creo que mi reputación ha quedado arruinada!
Y debido a que algo en su interior pareció volver a su lugar, él esbozó una pícara sonrisa y dijo:
-Aún no. Una semana antes, semejante ocurrencia habría ofendido su sensibilidad, pero esta vez nisiquiera intentó fingir. Solo puso los ojos en blanco, negó con la cabeza y dijo: -Es una pena no tener otra almohada para arrojarle.-Ya lo creo. -Hizo como que miraba a su alrededor-. Estaría viviendo entre lujos. -¿Alguna vez tuvo guerras de almohadas con sus hermanos? Él había estado colocando detrás de su espalda la almohada que ella le había arrojado, pero al oírla se detuvo.
-¿Tiene que preguntarlo?Ella rio tontamente.
-Lo sé. Es una pregunta estúpida.
-¿Y usted? -preguntó él. -¡Por supuesto! Él la miró.-¿Qué? -preguntó ella.
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Con todo mi corazon
RomanceTodo el mundo sabía que Katniss Everdeen era hija ilegítima. Todos los criados lo sabían. Pero todos querían a Katy; la querían desde el momento en que llegó a Penwood Park a los tres añitos, un pequeño bultito dejado en la grada de la puerta princi...