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Te pido mil disculpas. Hace más de un mes que no escribo, pero la verdad sea dicha, no había mucho que escribir. Todo es aburrimiento o batalla, y no quiero escribir sobre ninguna de las dos cosas. Sin embargo, ayer llegamos a Newport, y después de una buena comida y un baño, me siento mejor.

DE THOMAS EVERDEEN A SU HERMANA KATNISS

Estimada señorita Everdeen: Gracias por su amable nota. Ha empezado a hacer más frío, y cuando reciba está carta, sospecho que nos alegraremos de tener chaquetas de lana. Newport es lo más parecido a una ciudad de lo que hemos visto en un tiempo, y ambos estamos disfrutando de sus comodidades. A Thomas y a mí nos han dado habitaciones en una casa privada, pero nuestros hombres se han alojado en casas de Dios, la mitad en una iglesia y la otra mitad en una sinagoga. Varios temían que Él los castigara por dormir en una casa seglar. No creo que sea más seglar que la taberna que han visitado por la noche, pero no es mi tarea ofrecer consejo religioso. A propósito, espero que la señora Pentwhistle haya dejado el vino. Aunque debo confesar que disfruté de su anécdota sobre el «salmo que ha fracasado rotundamente».Y porque sé que me lo preguntará, nunca he visitado una sinagoga; se parece bastante a una iglesia, para ser sincero.

DE PEETA MELLARK A KATNISS EVERDEEN.
ADJUNTO EN LA CARTA DE SU HERMANO.

Como de costumbre, a la mañana siguiente Peeta despertó antes que Katniss. Ella no se movió cuando él se bajó de la cama, una prueba de su excepcional fatiga. Peeta sonrió. Se sentía feliz de ser el causante de su cansancio. También tendría hambre. En general, ella tomaba su comida principal en el desayuno, y aunque en el Devil's Head siempre había huevos por las gallinas que tenían en la parte trasera, Peeta pensó en darle un capricho. Algo dulce. Bollos de Chelsea, tal vez. O speculaas.
O ambas cosas, ¿por qué no? Después de vestirse escribió una nota rápida y la dejó sobre la mesa. En ella le informaba de que volvería pronto. Las dos panaderías estaban cerca. Podía ir y volver en menos de una hora si no se encontraba con ningún conocido. Rooijakkers era la que estaba más cerca, así que caminó hasta allí en primer lugar, sonriendo para sus adentros cuando la campana sonó sobre su cabeza para avisar al propietario de que alguien había entrado. Sin embargo, no era el señor Rooijakkers el que atendía la tienda, sino su pelirroja hija, de la que Katniss había dicho que se había hecho amiga. Peeta también recordaba a la muchacha, de antes de marcharse a Connecticut. Él y Thomas preferían la panadería holandesa a la inglesa, que estaba a la vuelta de la esquina. Peeta sintió que su sonrisa se tornaba melancólica. A Thomas le gustaban mucho los dulces. Igual que a su hermana.

—Buenos días, señor —saludó la muchacha. Se limpió las manos enharinadas en el delantal mientras salía de la habitación trasera.

—Señora —dijo Peeta con una pequeña inclinación de barbilla. Ojalá hubiera recordado su nombre. Aunque, por lo menos esa vez, no se perturbó al no recordar. Fuera cual fuese su nombre, no se escondía en la parte oscura de su memoria. Siempre había sido malo para recordar nombres. —¡Qué agradable volver a verlo, señor! —dijo ella—. Hacía mucho tiempo que no venía.

—Meses —confirmó él—. He estado fuera de la ciudad. Ella asintió y esbozó una alegre sonrisa.—Se nos hace difícil tener clientes regulares, con el ejército enviándoos aquí, allí y a todas partes.

—Solo a Connecticut —confirmó él. Ella se rio entre dientes. —¿Y cómo está su amigo? —¿Mi amigo? —repitió Peeta, aunque sabía muy bien que debía de referirse a Thomas. Sin embargo, era algo inquietante. Nadie preguntaba más por él, o si alguien lo hacía, era en voz baja y sombría.

—Hace mucho tiempo que no lo veo en realidad —respondió Peeta.
—¡Qué lástima! —Ella inclinó la cabeza a un lado en un gesto amistoso—. Por él y por mí. Era uno de mis mejores clientes. Le encantaban los dulces.

Con todo mi corazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora