Capítulo cuatro: Una Nueva Oportunidad

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Al día siguiente, tanto Goku como Bulma serían despertados, obviamente de manera diferente dadas las claras razones.

Bulma por un lado recibió un desayuno, el cual si bien era modesto, fue servido con educación por las amazonas, a diferencia de Goku quien recibiría un trozo de pan con algo con sabor a jugo de naranjas.

Frente a la celda de Bulma, aparecería una amazona, una mujer alta y rubia, de tez clara quien tenía como misión llevar a la prisionera ante la reina Hipólita.

—Mujer—, diría la amazona—, vendrás conmigo de inmediato ya que la reina demanda tu presencia—. Bulma sabía que ocurriría esto, también sabía que no corría peligro, no tanto por el trato de las amazonas hacia ella sino por que sabía que Goku estaba atento a ella.

Mientras caminaban, Bulma admiraba la bella arquitectura griega con asombro y admiración, no recordaba en su mundo construcciones de este tipo y obviamente no pudo evitar el preguntar a la amazona sobre el lugar y sobre ella.

—Mi nombre es Bulma—, diría la prisionera a sabiendas de que no tenían mucho que ocultar luego de lo explicado por La Presencia. Intuía que era recomendable no mencionarlo por ahora a menos de que no tuviera otra opción.

—¿Cuál es tu nombre?— preguntaría Bulma sin recibir respuesta.

—Este es un bello lugar, desconozco el estilo arquitectónico o de donde proviene—, volvía a preguntar sin obtener respuesta.

Recordaba también al ver a las mujeres que veía en las calles y pasillos, como su estatura fue modificada, lo cual agradecería ya que incluso con su nueva altura, la mayoría de las mujeres que veía eran de su tamaño e incluso mas altas—. Al parecer los humanos de este universo son mas altos que los del nuestro— pensaba.

Mientras ingresaban a lo que parecía un gran salón de eventos o reuniones, donde se desplegaban además varias estatuas, todas de mujeres—. "Supongo que serán e honor de antiguas guerreras"—, se decía a si misma Bulma.

—Dalma es mi nombre—, diría la amazona justo antes de cruzar una bella y gran puerta de madera finamente tallada.

—Un gusto Dalma, es un bello nombre— respondería la humana mientras ingresaban a una gran sala la cual se encontraba llena de amazonas por ambos lados dejando solamente el centro libre con una silla, silla que hacía suponer a Bulma que era para ella y que estaba frente a un pequeño altar el cual suponía era de la reina de las amazonas.

—Aún no puedes sentarte—, diría la amazona—, debes esperar a que la reina llegue y te lo permita—. Bulma sentía las miradas de molestia de las otras amazonas.

No podía evitar sentirse nerviosa, pese a las múltiples aventuras vividas en su universo, estar en un interrogatorio era algo relativamente nuevo para ella, incluso con el cuerpo de una veinteañera, el conocimiento y la sabiduría adquirida en sus ya 90 años de vida además de los siglos recorriendo el otro mundo, no estaba tan relajada como siempre, quizá era ansiedad por saber el rumbo que tomarían en esta nueva vida tanto ella como su amigo, pensaba en que y cómo explicarles, si les contaba todo o se guardaba algo, de igual manera había sido ya conversado con Goku quienes definieron que lo mejor sería tenerlas como amigas. En un mundo como este, las posibilidades que ellas nos podrían dar al momento de explorar este mundo serían de gran ayuda.

Mientras Bulma seguía en sus pensamientos, Dalma le indicaba que la reina Hipólita estaba llegando y debía estar atenta.

Apenas la reina hizo ingreso al salón, todas las amazonas que estaban de pie reverenciaron a su reina.

—"Amazonas"—, dijo en voz alta la reina en señal del inicio de la reunión e interrogatorio.

—Estamos reunidas para discutir sobre los intrusos que hemos encontrado en nuestro hogar, por lo que daremos comienzo al interrogatorio de esta mujer. Después veremos que haremos con el hombre.

El Destino del SayayínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora