Capítulo siete: Un Semi Dios al Ataque

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—¡¡¡ESTÁN ATACANDO LA ISLA!!!— gritaría Gokú.

—¡¡Que!!—, gritarían Hipólita y Antíope al mismo tiempo.

—¡¡Bulma, las semillas!!— sería el grito el sayayín a su amiga, quién comprendería de inmediato lo que ocurría.

—Reina Hipólita, deme las semillas rápido, es de vida o muerte.

Por un segundo la reina dudó al igual que todas, pero se las daría finalmente. Bulma sin esperar se las lanzaría a Gokú mientras éste les gritaba que se preparen rápido.

Acto seguido Gokú tomaría a Antíope del brazo y desaparecerían de la vista de todos.

—¡¡Que está ocurriendo!!— gritaría Hipólita mirando con furia a Bulma.

—Alguien está atacando la isla—, gritaría esta—. Recuerda que Gokú puede sentir las energías de las personas, alguien en la isla ha dañado a las amazonas y alguna debe estar muriendo en estos segundos, por eso las semillas. ¡¡Prepare a su gente rápido!!.

Hipólita saldría del shock y gritaría a todas las amazonas—, ¡¡A las armas!!.

Antíope no entendía que pasaba, de un segundo a otro estaba en el coliseo y ahora en un claro en el bosque.

Vio su mano aún sujetada por el sayayín y no pudo deducir lo que ocurría.

—Quédate aquí— le diría fuertemente Gokú mientras volvía a desaparecer.


Faruka no entendía nada en absoluto, hace unos segundos estaba agonizando con una herida mortal en su vientre, ahora esa herida, como por arte de magia había desaparecido sin dejar rastro alguno.

Pero eso no era todo, notaba como cicatrices anteriores desaparecían y sus fuerzas regresaban como nunca antes había sentido, pero el real impacto lo sintió cuando algo en el lugar donde estaba el pañuelo que cubría su ojo cambió, comenzó a sentir un pequeño dolor y una comezón en el lugar e instintivamente se quitó el pañuelo solo para darse cuenta, ante su asombro, que ahora podía ver nuevamente. Tuvo que cerrar nuevamente el ojo, la luz que ingresaba era mucha para un órgano recién sanado. Las emociones la habían abrumado, ahora lo único que podía sentir era felicidad y confusión.  lágrimas  estaban saliendo de sus ahora ojos sanos, tanta fue la impresión que no le interesó siquiera estar desnuda.

—¡¡Faruka!!— le gritaba Antíope que llegaba corriendo al verla aparecer de repente y quedarse de rodillas en el suelo.

Los soldados espartanos habían detenido inmediatamente su festín, la explosión y ver a sus compañeros salir volando por los aires era más que suficiente para detenerse.

Algunos alcanzaron a ver como de la explosión, los soldados salieron volando además de la amazona desnuda la cual desapareció sin dejar rastro sobre su destino.

Antes de lograr procesar lo ocurrido, una nueva explosión ocurría en otro lugar con el mismo resultado.

Una a una cada amazona cautiva iba siendo liberada, Gokú simplemente se dejaba caer donde estaban los grupos de soldados los cuales salían volando con su sola onda de choque y en el acto otra amazona era rescatada.

Para Gokú era casi como detener el tiempo, la velocidad a la que se movía hacía ver como que todo se congelara. Fue así como al paso de unos pocos segundos, todas las amazonas se encontraban con Antíope. Los soldados espartanos, si bien resultaban heridos, ninguno había sido asesinado por el sayayín.

Fue entonces cuando Gokú, de pie frente a todos los soldados los cuales estaban de espaldas a la playa, se dirigió a ellos amenazándolos con la muerte de no regresar por donde habían venido.

El Destino del SayayínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora