Capítulo 55 La Leyenda del Caballero Oscuro

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Alfred y Bulma llegaron a la mansión Wayne con Bruce apenas consciente entre ellos. Barbara, por petición de Bulma, se había ido a la Corporación—. "Ve y actívalos, Bárbara"— fue lo dicho por la peli azul a su amiga. El cuerpo de Bruce mostraba signos de agotamiento extremo, sucio y demacrado por los días de cautiverio en el laberinto de la Corte de los Búhos. Alfred, con una mezcla de preocupación y alivio, ayudó a Bruce a subir las escaleras mientras Bulma lo sostenía firmemente por el otro lado.

—"Vamos, amo Bruce. Solo un poco más. Necesitas descansar."— diría Alfred.

Llegaron a la habitación de Bruce y lo acostaron suavemente en su cama. Alfred se dirigió rápidamente a la habitación donde guardaba las medicinas y suministros médicos, dejando a Bulma y Bruce a solas por un momento.

Bulma se sentó al borde de la cama, sus ojos llenos de preocupación. Aunque estaba molesta con Bruce por lo del Joker, verlo en esa condición la afectó profundamente. Su mano acarició suavemente la mejilla de Bruce, limpiando parte de la suciedad de su rostro.

Bruce miró a Bulma, y no pudo contenerse—. "Bulma... lo siento... por todo."

Las palabras salieron con dificultad, reflejando tanto su dolor físico como su arrepentimiento. Bulma, sintiendo una oleada de emociones, se inclinó hacia él y le dio un suave beso en los labios. Fue un gesto tierno pero cargado de significado. Al separarse, susurró:

—"No te preocupes, Bruce. Estoy aquí. No me iré a ningún lado. Te cuidaré."

Bruce, a pesar de su estado, sonrió levemente. Aquel beso, aquel gesto de Bulma, le dio un nuevo aliento, una razón más para seguir luchando. Alfred, que había regresado con las medicinas, observó la escena desde la puerta. Sus ojos se llenaron de alegría y alivio al ver la conexión entre Bruce y Bulma.

Alfred mientras se acercaba a los dos, no pudo evitar decir—. "Parece que tenemos más razones para recuperarnos pronto, amo Bruce."

Alfred se acercó y dejó las medicinas en la mesita de noche, dando a la pareja un momento más de intimidad. Bruce asintió débilmente, sus ojos brillando con gratitud hacia Bulma y Alfred. Cuando Alfred salió de la habitación, no pudo evitar sonreír al ver a Bruce y Bulma juntos, sabiendo que su maestro tenía a alguien especial a su lado.

—"Gracias, Bulma."

—"Descansa, Bruce. Tenemos mucho que enfrentar, pero lo haremos juntos."— serían las palabras de Bulma.

Luego de algunas horas, Alfred y Bulma estaban junto a la cama de Bruce, atendiéndolo con sumo cuidado. Bruce ya estaba consciente y se sentía algo mejor, aunque no estaba en condiciones de ponerse en pie. De repente, las alarmas de la mansión Wayne comenzaron a sonar estridentemente, alertando a todos de la amenaza inminente. Varias Garras estaban ingresando a la propiedad, decididas a terminar el trabajo que habían comenzado.

—"¡Las alarmas! Las Garras están aquí."— diría Alfred mientras miraba un monitor que había sacado de una repisa.

Bruce quiso reincorporarse—. "Debo salir defendernos"—, diría este intentando sin éxito ponerse de pie.

Bulma, manteniendo la calma, sacó una cápsula de su bolsillo. Con un clic, la lanzó al suelo, liberando un grupo de robots de aspecto siniestro. Parecían versiones mecánicas de Batman, pero con un diseño más oscuro y terrorífico. Sus ojos rojos brillaban intensamente, y sus cuerpos estaban cubiertos de armaduras negras y garras metálicas afiladas, reflejando una imagen retorcida del propio Caballero Oscuro.

Bruce miraba con evidente sorpresa— "¿Qué... qué es esto?"

—"Son versiones mecanizadas de Batman— decía Bulma con orgullo—, diseñadas para situaciones extremas. Pero hay algo más."

El Destino del SayayínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora