Capítulo 46 No Estás Sólo Kal-El

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En las profundidades del espacio, la flota kryptoniana se desliza silenciosamente hacia el sistema solar, sus ocupantes observando con atención mientras el planeta azul, la Tierra, se vuelve cada vez más grande en sus visores. Zod, de pie en el puente de mando, observa las lecturas de energía y radiación emitidas por el sol amarillo de la Tierra. A su lado, Faora y Nam-Ek estudian los mismos datos con creciente interés.

—"General,"— dice Faora, su voz firme y respetuosa, —"las lecturas confirman que la radiación de este sistema solar es sustancialmente diferente a la de Krypton."

Zod asiente, una sonrisa delgada cruza su rostro. —"Sí, Faora. La radiación de este sol amarillo es mucho más intensa que la de nuestro sol rojo. Esto incrementará nuestras habilidades exponencialmente. Kal-El ha estado escondido aquí todo este tiempo, fortaleciéndose con esta energía. Ahora, nosotros también seremos imbuidos con su poder."

Nam-Ek, observando los monitores, añade, —"Nuestros cuerpos ya están comenzando a absorber la radiación. A medida que nos acercamos, siento que nuestra fuerza aumenta. Podremos desafiar cualquier defensa que este planeta intente imponernos."

Zod se vuelve hacia su tripulación, su mirada llena de determinación. —"Nuestro destino se acerca. Kal-El está en este mundo, y con su fuerza combinada con la nuestra, reconstruiremos Krypton en esta tierra. El legado de nuestro pueblo no perecerá."

La nave continúa su curso, atravesando la órbita de Marte y aproximándose rápidamente a la Tierra. A medida que la distancia disminuye, los kryptonianos dentro de la nave sienten cómo su fuerza y habilidades crecen. Pueden percibir la energía corriendo por sus venas, otorgándoles una velocidad, fuerza y resistencia inimaginables en su planeta natal.

Metrópolis

Es una mañana tranquila en el departamento de Lois Lane y Clark Kent en Metrópolis. La luz del sol entra suavemente por las ventanas, iluminando la cocina. Clark y Lois están sentados a la mesa, disfrutando de un desayuno casero. Lois lee el periódico mientras Clark se sirve una taza de café.

Lois bajando el periódico— "Clark, he estado pensando en Gokú. Es increíble lo poderoso que es, ¿no?"

Clark asiente mientras toma un sorbo de café— "Sí, lo es. Aún me sorprende la diferencia abismal entre nuestros poderes. Siempre pensé que ser Kryptoniano me ponía en una liga aparte, pero Gokú... él está en otro nivel."

—"Debe ser extraño para ti. Toda tu vida has sido visto como un dios entre los hombres, alguien capaz de salvar al mundo. Y ahora, estar junto a alguien que te hace sentir como... ¿cómo lo describiste la otra vez? ¿Cómo una hormiga frente a un elefante?"

Clark sonreiría a lo dicho— "Sí, exactamente. Es una sensación muy humana, en realidad. Siempre he tratado de ver a los humanos como iguales, pero ahora entiendo mejor lo que sienten. La admiración, el asombro... incluso el miedo. Ver a alguien tan increíblemente poderoso como Gokú me hace sentir vulnerable de una manera que nunca antes experimenté."

—"Imagino que es algo similar a cómo nos sentimos los humanos cuando te vemos en acción. La diferencia es que siempre has usado tus poderes para protegernos y ayudarnos. Sabes, Clark, incluso yo, que te conozco mejor que nadie, a veces me siento como una simple mortal ante tu presencia."

—"Lois, para mí, eres mucho más que eso. Eres mi ancla, mi guía. Sin ti, no sería el hombre que soy. Pero entiendo tu punto. Y ahora, con Gokú aquí, todos estamos aprendiendo a adaptarnos a una nueva realidad."

—"Y hablando de relaciones—diría Lois—, me he dado cuenta de lo bien que se llevan Diana y Gokú. Es sorprendente cómo han congeniado, ¿no crees?"

El Destino del SayayínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora