Capítulo uno: Una Visita Inesperada

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Año 1275, Mundo Dragón Ball, planeta tierra.

Muchos años después de los eventos en Dragón Ball, podemos ver a un Gokú mayor, de unos 60 o 70 años a la vista.

Han pasado cientos de años desde la muerte de los guerreros Z, muchos de vejez. Sólo quedaban Picoro, Kami-sama, el maestro Karim y el viejo Roshi.

Gokú se encontraba en la montaña Paoz, donde siempre ha vivido, era alguien mas bien callado, con poco contacto con los demás, la muerte de su familia y amigos, mas el paso de los años lo habían alejado de la vida en sociedad. Además sus antiguos rivales, esos que habían causado tantos problemas ya habían sido eliminados y la paz reinaba en los 12 universos.

Ahora muestra las marcas del tiempo en su rostro, con cabello oscuro salpicado de varias canas y ojos que reflejan melancolía y sabiduría acumulada. Viste ropas normales y su casa, aunque modesta, está llena de recuerdos de tiempos pasados.

Sus mañanas comienzan con entrenamiento solitario en su jardín, seguido de desayunos tranquilos y reflexivos. A pesar de su destreza en las artes marciales, la soledad pesa sobre él, recordándole constantemente la pérdida de sus seres queridos. En la quietud de la tarde, reflexiona sobre su vida y batallas pasadas, encontrando consuelo en el recuerdo de sus hazañas, pero a veces anhelando la compañía de aquellos que ya no están

Uno de esos días, dentro de su habitual rutina, dos figuras conocidas se hicieron presentes. Eran el ángel Whiss y el dios de la destrucción de su universo, Bills—. Como has estado Gokú—, diría el dios—, Sr Gokú— diría el ángel—, ha pasado tiempo que no lo hemos visto.

Estuvieron un buen rato charlando del pasado, como salvaron los universos y como el trabajo de dios de la destrucción había vuelto a ser lo monótono de siempre. Pero no tenían mucho tiempo ya que la visita era por encargo del gran Zeno Sama, por lo que partieron rápidamente.

Al llegar al palacio del dios del todo, serían recibidos por el Sumo sacerdote quien los saludaría con agrado.

—Sr Gokú, es un gusto verlo por estos lugares, ha pasado mucho tiempo desde su última visita, Dígame cómo ha estado.

—Hola Daishinkan, me encuentro bien, gracias—,  respondería el sayayín—. Ciertamente ha pasado un largo tiempo desde la última vez que nos vimos, y por lo que veo no ha cambiado mucho el palacio—, el palacio estaba con una parte de él destruida, dejando a la vista las señales de las batallas ocurridas.

Tiene razón sr Gokú— replicaría Daishinkan—, el gran Zeno Sama decidió no reparar lo dañado, lo considera un recordatorio de que aunque sea el ser supremo de todo el multiverso, hay cosas que a veces no se deben descuidar, usted lo sabe.

—Ya lo creo, aunque me gustaba como antes— diría el sayayín.

Llegando con Zeno Sama —. "Gokú"— diría el dios saludando y abrazando con alegría a su amigo.

Pequeño Zen— diría Gokú—, me da gusto verte bien.

—¿Gokú, estás con el ultra instinto a medias?, no conocía esa variante.

—"Jajaja"— Gokú se reiría—, no pequeño Zen, estas son canas y son el reflejo de mi vejez y el paso de los años, en mi caso así como en muchos mortales se refleja de esta manera, el cabello se pone blanco.

—Que interesante— diría el dios.

—¿Y para que me han mandado a buscar?—, preguntaría Gokú.

—Verá sr Gokú—, diría Daishinkan, el motivo de la llamada es que ya desde hace un tiempo lo hemos estado observando y hemos visto que está sólo en la tierra, y debido a que aún le queda una larga vida en este mundo, usted debe sospechar que su vida ha sido mas extensa de lo esperado y lo seguirá siendo por mucho tiempo más. Es por dicho motivo, y principalmente por el aporte que usted ha hecho para conservar este universo y su amistad con el gran Zeno Sama, es que le queremos proponer un cambio, una nueva vida, en otro universo partiendo desde el comienzo.

El Destino del SayayínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora