Roma

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Era verano, Asuya Yuuki estaba en un vuelo destino Roma, iba a reunirse con el responsable de la sede de RECT en Europa, Kazuto Kirigaya, de quien ella estuvo perdidamente enamorada, pero cuando fue a confesarle la verdad fue demasiado tarde ya que él había sido el elegido para irse a Roma a llevar la empresa de su padre en Europa y decidió no contarle la verdad para no condicionarle, pues era una grandísima oportunidad para él y un ascenso muy importante económicamente. 

El rato que duró el viaje, la castaña no dejó de darle vueltas al pasado que ella y Kazuto habían tenido en Tokio, era evidente que ambos se gustaban, pero nunca se habían confesado para empezar una relación como tal. Ahora volverían a verse después de casi dos años sin haber tenido más contacto que por teléfono o por email, en los cuales solo hablaban de cosas de la empresa de Shouzou. Esta vez era diferente, volverían a verse, pero, por mucha química que tuvieran, ella estaba prometida con Eiji Nochizawa, el hijo de uno de los inversores más importantes de la empresa de su padre, por lo que, tristemente, tenía que dejar atrás todo lo que sentía por ese chico moreno. 

En la otra parte de la relación, estaba Kazuto, quien solo se había enamorado una vez en toda su vida y lo había hecho de Asuna, la hija de su jefe. Era conocedor de que los dos tenían sentimientos correspondidos, pero en ese entonces no pudo ser debido a que Shouzou confió en él para que llevara la sede de RECT en Europa, por lo que no podía decepcionar a su jefe por estar perdidamente enamorado de su hija. Pese a ello, ahora el chico se encontraba dándole gracias al universo por volver a verla una vez más después de dos años, esperaba que la química y lo que tenían no hubiera cambiado lo más mínimo. El joven no sabía muy bien si ir o no a recibirla al aeropuerto dado que, conociendo a su jefe, habría enviado a alguna empresa de taxis local para que llevaran a su hija al hotel, además, no sabía ni a qué hora ni a qué aeropuerto llegaba por lo que esperó a verla al día siguiente en RECT.

A la mañana siguiente el muchacho se levantó muy nervioso, tenía incluso el estómago cerrado, lo único que quería era ir a RECT y encontrarse de nuevo con la chica castaña que lo tenía loca y perdidamente enamorado. Kazuto condujo hasta su puesto de trabajo y, como siempre pasaba en Tokio, ella ya estaba allí. A ambos les salió del alma sonreírse, parecía que no había pasado el tiempo hasta que a la joven le molestó el pelo que se le puso en la cara y usó la mano izquierda para quitárselo, Kazuto se percató de la joya que llevaba en el dedo anular, el cual indicaba que, tristemente, su chica, estaba prometida a otro que no era él. El chico se acercó y la saludó amigablemente, ella solo vendría cinco días y no quería hacérselos pasar incómodos. Los tres primeros días los pasaron en su mayoría dentro de la sede de RECT en reuniones y contratos, él quería que fueran a algún lugar fuera de ahí, pero salían tan cansados y tan tarde que no era el momento adecuado para proponerlo, pero eso cambió al final del tercer día de la visita de Asuna a Roma.

- Oye... Asuna... ¿Has visto Roma de noche? - le preguntó el azabache cuando se dio cuenta de que estaban terminando su trabajo.

- La verdad es que, si te soy sincera, no conozco Roma - se ruborizó.

- Eso no puede ser. Ahora mismo voy a reservar en un restaurante que está en la misma Fontana de Trevi y, después, te enseñaré Roma como tiene que verse, en vespa - sonrió - realmente aquí no nos queda mucho que hacer ya... estos dos días que te quedan puedes usarlo para hacer turismo. No creo que a tu prometido le importe que un viejo amigo te enseñe su nueva ciudad - la joven negó con la cabeza.

- Me parece una idea genial. Apago el ordenador y nos vamos.

Ambos salieron de RECT los últimos, subieron a la moto de Kazuto, quien condujo a un precioso e íntimo restaurante que estaba cercano a la famosa fuente de Roma. El joven pidió en perfecto italiano su mesa, el camarero los sentó en una mesa de la terraza, la cual estaba únicamente iluminada por unas luces que iluminaban lo necesario para ver la comida por lo que se apreciaba muy bien la luna llena. Los dos jóvenes pidieron lo que les apetecía cenar y el camarero se marchó.

Relatos sobre Kirito y AsunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora