Lagunas

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Kazuto y Asuna estaban cenando en la mansión Yuuki, la joven se había graduado con la nota más alta y había aprobado los exámenes de acceso a la universidad con matrícula de honor. La cena era como celebración porque Asuna habí empezado su andadura universitaria hacía un par de semanas, por lo que los padres de la castaña habían invitado a su novio para que se uniera a ellos. 

El rato que duró la cena fue muy bien, el azabache había sido aceptado completamente por Kyouko y ya lo consideraba uno más de la familia Yuuki. Cuando terminaron la cena, pasaron al salón y se sentaron en los sofás para compartir un té. 

- Asuna, tu padre y yo queremos hacerte un regalo para los dos. Estamos muy orgullosos de tus notas y hemos pensado que esto es lo que más ibas a apreciar - sonrió la mujer mientras les pasaba una pequeña caja. La pareja la abrió y vio que había dos juegos de llaves en su interior - tu padre compró hace un par de años una casa que estaba muy bien de precio debido a que los propietarios y sus hijas habían fallecido por lo que la familia quería quitársela de encima como fuera. Tu padre invirtió y, durante este tiempo, la reformó. Una noche decidimos que sería vuestro hogar en vez de venderla. Hemos creído que ahora era el momento idóneo para daros las llaves de vuestro nuevo hogar. Ya puedes hacer realidad la promesa, Kazuto-kun, tanto a Shouzou como a mí nos haría mucha ilusión que Asuna y tú os casarais mientras ella está en la universidad pues, así, una vez salga de ella, podéis empezar a ampliar la familia - les guiñó un ojo a la pareja. Kazuto, después de lo que había dicho su suegra, comenzó a sentirse agobiado, notaba que le faltaba el aire - por la boda no te preocupes, puesto que la pagaremos nosotros.

- Lo siento, me tengo que marchar - alcanzó a decir - no me encuentro bien, creo que me ha sentado mal algo de la cena.

- ¿Quieres que vaya contigo? - le preguntó Asuna preocupada y el azabache negó con la cabeza.

- Mañana te llamo y vamos a ver la casa - le dijo y se marchó sin despedirse.

El día de mañana no llegó y Kazuto nunca llamó a Asuna. Había pasado un mes y medio, hoy era su aniversario y la castaña no creía que lo fueran a celebrar pues no sabía nada de su novio. Ella sí que se había mudado a la casa que le regalaron sus padres, la cual era la de la familia de Yuuki, lo que le hizo emocionarse, dado que se sumaba como estaba la situación con Kirito con que estaba viviendo en el hogar donde la que fue su mejor amiga vivió. Durante ese tiempo ella había hecho mucha amistad con sus compañeros de clase y hoy aprovecharían a que era viernes para salir por Shinjuku de fiesta, algo que, debido al día que era, a ella le vendría bien. A causa de que el par de copas que llevaba de más la chica y que era el día que era, sacó su teléfono y marcó un número que se sabía de memoria. 

- ¿Asuna? ¿Estás bien? Son las cinco y media de la mañana - respondió extrañado el teléfono Kazuto.

- Eres un cobarde - le dijo - muy valiente para pedirme matrimonio en todos los mundos virtuales que hemos estado y para hacerlo en éste, para decirme que en un futuro tendríamos en este mundo a nuestra Yui, que formaríamos nuestra propia familia, pero, cuando llega el momento de la verdad, te cagas encima y desapareces. Veo que tú no estás igual de preparado que yo para llevar nuestra relación al siguiente nivel. Tenías miedo de que mi madre no te aceptara y nos ha hecho un regalo para facilitarnos el futuro y tú, en vez de responder como tocaba, vas y sales huyendo. ¡Cobarde!

- ¿Dónde estás? Vas muy borracha y no quiero que te hagan nada malo - le dijo él ignorando todo lo que le había dicho la joven.

- En Shinjuku - respondió - pero ni se te ocurra venir, no me subiré al cacharro ese que tú llamas moto - el azabache colgó la llamada sin decirle nada más - muy bien, Kirigaya, se te da de lujo el no hablar - la ojimiel estaba furiosa. 

Relatos sobre Kirito y AsunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora