Nuestro amor será leyenda

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Asuna

Hacía un par de días que habíamos vuelto de Underworld, tanto Kirito como yo volvimos juntos aunque con una ligera diferencia, yo había despertado y él no. Cuando desperté no tardaron mucho en darme de alta, pues mi movilidad, visión y audición estaban perfectamente. 

Desde que volví a este mundo y regresé a mi casa, mi rutina había sido la misma: me despertaba, desayunaba con mi madre, salía de casa, compraba un ramito de flores y me iba a la habitación del hospital de Kirito a esperar que despertara mientras le cogía la mano y le llamaba por su nombre, pensaba que al oír mi voz podría despertar. Durante mi visita a la habitación de Kirito había coincidido muchas veces con Midori, la madre de mi novio, me llevaba bien con ella desde antes del ataque de Death Gun pero desde que volvimos nuestra relación había mejorado. 

- Buenos días, cielo - me dijo Midori mientras entraba por la puerta - has madrugado. 

- Hola, Midori-san - sonreí - es que hoy mi madre tenía trabajo en la universidad por lo que estaba sola en casa y decidí venir antes. 

- Te he traído café - me dió un beso en la frente - algo me decía que ibas a estar aquí.

- Muchas gracias - sonreí mientras le cogía el café que me tendía. Midori se sentó en el sofá cama que había en la habitación - ¿crees que despertará? - le pregunté a la madre de mi compañero de vida. 

- Claro que sí, cariño - sonrió - si hay algo que caracteriza a mi hijo es que siempre cumple lo que promete y tiene una promesa muy importante que cumplir ahora mismo - miró mi mano izquierda, con la que agarraba la mano de Kirito - y la llevas tú en ese dedo. 

- Lo echo de menos - noté como se me salía una lágrima de mis ojos - a veces pienso que está llamándome y, cuando despierto, me doy cuenta de que ha sido un sueño. Tengo miedo de que lo que nos dijo el médico cuando ocurrió todo lo del relajante muscular ocurra y sea cierto que no puede despertar nunca más.

- Bueno, - dijo Midori - y, en tal caso, ¿tú qué harías?

- Me quedaría aquí cogiéndole la mano hasta el final de mis días - respondí sin pensármelo dos veces.

- Es una apuesta muy arriesgada - me miró - te expondrías a no tener una familia, ni hijos, no te casarías ni nada solo por estar como estás ahora mismo. 

- Estaría dispuesta a correr ese riesgo si así estoy al lado de Kazuto-kun - añadí - sé que desde que lo conozco el formar una familia junto a él se ha vuelto mi meta final pero si no puede ser me conformo con estar junto a él hasta el final de nuestros días. Me daría igual tener que cambiar de meta pero no voy a dejarlo en la estacada porque no pueda cumplir mi sueño, él es la persona con la que he elegido pasar mi vida y va a ser así siempre, no me veo con alguien que no sea él.

Midori me miró y sonrió, parecía orgullosa de la respuesta. Aunque ella en ocasiones me decía que era su nuera o su futura hija, a mí aún me costaba llamarla o considerarla mi suegra, aunque Kirito y yo estábamos casi prometidos, todavía me daba algo de vergüenza decir esas cosas en voz alta. 

Cuando llegó la mitad de la mañana, ambas nos marchamos, mi madre me llamó para invitarme a comer, puesto que estaba cerca del hospital en el que estaba ingresado Kirito. Fui al sitio en el que había quedado con mi madre, que ya se encontraba ahí. La saludé y entramos al restaurante. 

- ¿Qué tal está tu novio? - me preguntó durante la comida - ¿ya ha despertado?

- No - respondí con algo de tristeza - está igual que siempre. 

- Tranquila hija - sonrió mi madre - volverá, ya lo verás.

Comimos con mucha tranquilidad, una de las cosas que habían cambiado con mi regreso era que mi madre, finalmente, aceptó mi relación por Kirito. No había día en el que no preguntara por su estado, muchas veces podía ver una ligera mirada de frustración cuando le contestaba que él seguía sin despertar. Después de los postres y del té, salimos del restaurante y seguí los pasos de mi madre, pues no sabía dónde se dirigía. 

Relatos sobre Kirito y AsunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora