Relatos sobre Kirito y Asuna

24 de Octubre

Kazuto estaba esperando a Asuna en la azotea de uno de los mejores hoteles de la ciudad. Hoy era el día de su boda, en el cual, por fin, unirían sus vidas. Les había costado dar ese paso pero finalmente Kirito consiguió reunir el dinero que quería para regalarle un anillo bonito a Asuna, ya que el primer ahorro se lo gastaron ambos en alquilar un apartamento para irse a vivir juntos. El día que le pidió que se casara con él fue de los más felices de su vida. 

Flashback:

Kirito quería que saliera perfecta la noche por lo que, mientras se arreglaban, le propuso a Asuna que montara el plan que le apetecía hacer hoy. Primero irían a cenar juntos a un restaurante que su castaña favorita llevaba queriendo ir desde que abrieron hace un par de meses, era de comida italiana. Después le tocó el turno al cine, al ser viernes había estrenos y, casualmente, estrenaban una adaptación de una saga literaria que Asuna leyó los libros, aunque era una película para chicas de dieciocho años, a él le daba igual siempre y cuando ella estuviera ahí. Todo el rato que duró la película él no podía dejar de mirarla a ella en vez de la pantalla, le encantaba verla sonreír como hacia en Aincrad, eso era algo que en ella no había variado mucho. Fue en ese momento cuando se dio cuenta que iba a dar el paso adecuado en su vida, sin querer se llevó la mano a su bolsillo, donde estaba la cajita del anillo que había ido a comprar días atrás junto a su madre y a su hermana. Miró de refilón la pantalla y justo coincidió cuando el chico se arrodilló delante de la chica para pedirle matrimonio, "yo también haré realidad eso esta noche", pensó un sonriente Kazuto.

Tras la cena y el cine Kazuto pidió ir a pasear por un parque cercano y, cuando comprobó que no había nadie, le pidió bailar. 

- Sé que es una locura - sonrió - y que es algo que, de normal, no haría, pero quiero bailar contigo esta noche bajo la luz de la luna.

- ¿Estás de broma, no? - le preguntó un tanto avergonzada pues sabía que su novio no era dado a hacer ese tipo de cosas y menos aún era un buen bailarín pues ya comprobó que el azabache tenía dos pies izquierdos el día de la boda de una de sus primas. 

- Lo digo completamente en serio - la miró a los ojos mientras tendía su mano izquierda. 

Asuna agarró la mano de su enamorado y comenzaron a bailar sin música, siguiendo el ritmo de sus corazones.

- Princesa - comenzó a decirle un tanto nervioso - sé que rara vez te he dicho lo que significas para mi. Simplemente siento que me completas, sin ti siento que me falta algo. Toda mi vida he estado buscando algo que no sabía muy bien que era hasta que te encontré en aquella cueva en el primer piso de Aincrad y sentí como el puzzle de mi vida se hizo por completo. Desde ese entonces sabía muy bien lo que quería en la vida y eso era envejecer a tu lado. Me has enseñado a amar a los demás y a mi mismo, a aceptar cada aspecto de mi vida y ver que soy algo para todos los que me rodean. Cuando salimos de aquella fortaleza me propuse algo y, por fin, hoy he podido hacerlo realidad - el moreno se arrodillo - me propuse que, cuando tuviera el dinero suficiente y fuera alguien merecedor de tu mano, iría a hablar con tus padres para que me dieran su bendición para casarme contigo, cosa que conseguí ayer - sonrió - por lo que, Asuna, no sé lo que nos esperará en un futuro, pero lo único que sé es que te veo a mi lado en cada aspecto de mi vida. Asuna Yuuki, ¿quieres casarte conmigo? - abrió la caja en cuyo interior había un anillo de compromiso. Alzó la mirada para ver como la castaña era un completo mar de lágrimas que no podía articular palabra alguna. Se limitó a besarlo así, mientras él seguía arrodillado - ¿puedo tomarlo como un sí? - sonrió el moreno pleno de felicidad.

- Sí, en todos los idiomas - lo besó de nuevo - claro que me casaré contigo. 

Kirito le puso el anillo en su dedo anular izquierdo y se fundieron en un abrazo lleno de lágrimas, habían hecho realidad la promesa que se hicieron hace casi ocho años en aquella fortaleza flotante.