Capítulo 52: Una vida comienza en un mundo cruel

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Advertencias el capitulo no es apto para -21 años, contiene temas sensibles.
Leer bajo su propio riesgo.

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El día del parto llego, ya habían pasado 9 meses.

Ese día estaba más nervioso que de costumbre, hoy conocería a mi bebé, lo vería por primera vez. Conocería a mi pequeño León.
Ese mañana Lisandro me ayudaba con lo básico para ante la menor señal de parto llamar a su madre.

Por lo que se paso todo la mañana y la tarde frotando mi vientre, mientras yo seguía recostado en el sofá.
—El será identico a ti Santiago, será tu copia fiel, pero será un pequeño Omega un hermoso Omega.

—Ya veremos cuando el nazca, ya falta poco. —De repente aquella contracción volvió fuerte era tan dolorosa que hizo que agarratora mis pies, pero a los minutos otra contracción apareció y luego otra.

Era un dolor horrendo, que hacía que rechinara mis dientes haciéndolos sangrar entre ellos. Mi corazón súper acelerado para luego comenzar a sudar mientras trataba de respirar por la falta de aire. Estaba en labor de parto, pero la bolsa ¿Por qué la bolsa no se rompió? —¡Lisandrooo! Avisa a Ismael, el bebé ya viene.. —En eso sentí como aquel aroma a lejía se hizo presente para ver como aquel líquido inundaba el lugar y no podía detenerlo, el bebé quería salir a como de lugar.
Ismael llegó corriendo a donde yo estaba para encontrarme allí con mis escamas a la vistas mientras me lloraban los ojos, gritando, mientras pujaba y pujaba ante el nacimiento de mi pequeño.

—Ayudaaaaa,  recibelo Ismael, recibe a nuestro hijo. Hazlo, ¡Hazlooooo! ya viene, ya está aquí. Puede sentirlo, estoy coronando, él ya está aquí. —Yo lo miraba horrorizado mientras el hacia lo mismo para llegar Agustín —¡Recibelo Ismael! Tu Lisandro esteriliza esa tijera —Señalando un tijera sellada que me hizo comprar por las dudas. —El doctor viene en camino, pero mientras lo recibiremos nosotros, Ismael pon tus dedos y guía al bebé hacia fuera lentamente fíjate el cordón no se enrede en su cuello.

Ismael actuaba como si fuese una máquina hacia lo que le decían mientras yo seguía puje, y puje, entonces sentí aquel momento en el que salió para escuchar su llanto para sentir aquel aroma, sus féremonas. Ismael lo miró un rato para luego colocarlo sobre mi pecho —Es identico a ti, Santiago. Nuestro bebé ya nació.

Efectivamente aquel bebé cubierto de sangre y líquido amniótico era mi bebé, mi pequeño León. Con mi lengua bífida limpie su pequeño rostro,  mientras escuchaba su corazoncito y él escuchaba el mio. ¡Mi bebé mi pequeño Omega había nacido! Era sin dudas el día más hermoso de mi vida.

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El hombro de Ismael seguía complicado, pero aún así me  ayudo a higiénizarme mientras Agustín preparaba y vestía al recién nacido León.

Sin duda el glotón disfruto toda la comida en la panza, ya que este pesaba 4, 200 kilos. Lo tome en mis brazos para darle pecho por primera vez, acariciar su hermoso rostro, mientras el lactaba generando aquel vínculo de madre e hijo. ¡Mamá siempre te va a proteger! Siempre estará para ti.  —cerrando los ojos para llorar ante tal hermoso recuerdo que por años olvide, que me negaron atesorar. Que la IMOAM borro de mi mente, que me arrebato, lo más precioso de mi vida.

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El nacimiento de León me cambió la vida, el era mi prioridad mi mundo mi todo. No podía simplemente soltarlo, vivía con el miedo de dejarlo y no volver a verlo nunca más, hoy reacciono que eso era un presagio, un presagio de lo que me esperaba.

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